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“Mi mente siempre está pensando en cuentos”

El libro de cuentos ‘Hay días en que estamos idos’ es uno de los tres finalistas al Premio Biblioteca de Narrativa Colombiana. Andrés Mauricio Muñoz, ingeniero en electrónica de día y escritor de madrugada es su autor. SEMANA habló con él.

19 de enero de 2018

SEMANA: ¿Cómo fue el proceso de escritura de Hay días en que estamos idos?

Andrés Mauricio Muñoz: Yo venía de publicar una novela el año pasado, que se llama El último don Juan. Pero el género que más he trabajado en mi carrera literaria hasta el momento ha sido el cuento. Antes de la novela yo había publicado dos libros de cuentos. La novela salió hace un año, yo la había terminado hace tres años; de tal manera que estos cuentos son cuentos que trabajé en los últimos dos o tres años. Normalmente a mí me gusta articular los libros de cuentos en torno a una mirada que subyace, a un hilo conductor, a algún tema en particular que me interese. Entonces, así como el primer libro se llamó Desasosiegos menores, que era de desasosiegos cotidianos, pequeños desazones en la vida de la gente, y el segundo se llamó Un lugar para que rece Adela, cuentos de pequeños despojos cotidianos, en este libro yo quise articularlo, quise explorar mucho más esa cotidianidad de los personajes pero incorporando elementos disruptivos, como elementos de fantasía que entraban a trastocar esa cotidianidad. Porque sentía que ese elemento fantasioso disruptivo de alguna manera me permitía ahondar más, cómo llevar el personaje al límite y comprenderlo más. Saber cómo reacciona un personaje en ese tipo de circunstancias límite. Entonces, son cuentos que hablan sobre los agobios de la cotidianidad, cuentos que hablan sobre la fragilidad del ser humano, lo vulnerables que somos ante ciertos temores, ante las frustraciones, que se notan en el día a día, pero como desde una óptica de trastocar un poco esa cotidianidad e incorporar ese elemento que entra a remover todo, a hacer un remesón en los personajes y hacerles plantear un montón de cosas que no se habían planteado, o a descubrir grietas o fisuras en las relaciones con sus parejas, o en la relación con sus hijos, que estaban ahí pero que al trastocar cobra una relevancia mucho más importante. Esa, en general, es la temática de estos seis cuentos y lo que yo quería transmitir con ese título Hay días en que estamos idos eran esos días o esas épocas de la vida donde uno siente que quizá lo más atinado sea bajar los brazos en señal de rendición porque todo nos resulta absurdo, y pensamos que habría sido mejor idea no levantarnos y quedarnos en la cama. Quería reflejar un poco eso: días en que estamos idos, días en los que sentimos que de alguna manera todo está perdido, pero queremos seguir dando la pelea, queremos seguir dando la lucha.

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SEMANA: ¿Por lo general cuánto se tarda escribiendo un cuento o cómo es el proceso? ¿Hace escaleta o empieza por una imagen?

A.M.M.: Normalmente mi mente siempre está pensando en cuentos, siempre está como en una obstinación tenaz concibiendo personajes, buscando historias, intuyendo que en algo que veo en la calle, o en una conversación que escucho, o una imagen impactante que veo en algún lado siento que hay una historia ahí. Entonces, lo que hago es pensar muchísimo en cuento. No hago como tal una escaleta ni un esbozo de una arquitectura, pero sí hago un proceso de conocimiento de mi personaje bastante riguroso. Es decir, yo cuando me siento a escribir ya siento que conozco hartísimo a mi personaje, sé qué lo aflige, qué lo hace feliz, una cantidad de cosas. Y solo cuando siento que conozco mucho al personaje y que he pensado mucho en la historia, en la atmósfera, la voz, la perspectiva del narrador, todo eso, solo en ese momento me siento a escribir. No suelo tomar notas en dibujos, en notas o escaletas, pero sí estoy pensando todo el tiempo en el personaje y, sobre todo, en la arquitectura de cómo voy a contar esa historia. Hace muchos años decidí nutrir mi trabajo literario de la cotidianidad, es decir, no de grandes héroes, ni de grandes tramas, sino de personajes comunes y corrientes, que se encuentra uno en el TransMilenio, en la calle, en las oficinas, los vecinos, todas esas cosas. Entonces, después de todas esas ideas es posible que algunas se desvanezcan, que pierdan fuerza y no llegan a convertirse en historia, pero hay otras que siguen ahí, persistentes, que siempre están en la cabeza, que siempre estoy pensando en ese personaje o en esa imagen hasta que finalmente siento que la cabeza está saturada y que es imperativo sentarme a escribir.

SEMANA: ¿Además de escribir, ejerce otra profesión?

A.M.M.: Sí, yo soy ingeniero en electrónica. Mi trabajo es como ingeniero. La literatura yo la llevo muy en paralelo, escribo todos los días, madrugo a las 4 de la mañana y la meta que me pongo es escribir por lo menos tres horas diarias. Esa es como la forma que encontré para que el ingeniero no absorba al escritor, para que el escritor sobreviva.

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SEMANA: ¿Qué se siente ser uno de los tres finalistas de este premio?

A.M.M.: Pues, en primer lugar es una gran alegría porque este premio a lo largo de sus cuatro ediciones se ha ido consolidando como un referente en la literatura colombiana. Siento que es un espacio muy necesario y, por los autores que participan y los sellos editoriales, es un premio de mucha calidad. Cuando fui escogido entre los 11 semifinalistas, de alguna manera lo veía como una pequeña proeza, como una hazaña estar en esas instancias, y con mayor razón ahora que estoy entre los tres finalistas, junto a dos narradores estupendos como Pilar Quintana y Humberto Ballesteros. Obviamente, para mí es una gran satisfacción. Y lo que venga de aquí en adelante, bienvenido. Yo creo que algo en lo que coincidimos los tres, con Humberto y Pilar, es que los tres ya ganamos, lo que hemos hecho hasta el momento es una gran ganancia, y de aquí en adelante solo queda esperar qué pasa. Pero es una gran satisfacción para mí.

SEMANA: ¿Qué expectativas tiene de lo que le puede aportar el premio por el hecho de estar entre los tres finalistas? Y, ¿qué cree que ha aportado el premio a la literatura colombiana?

A.M.M.: En primer lugar, creo que una de las grandes ganancias es que permite que nuestras obras lleguen a más lectores. Una de las grandes gestas que acometemos los escritores es querer que lo que escribimos lo lean más personas. Entonces, la visibilidad que da el premio, el prestigio y la reputación de ser uno de los finalistas hará que la obra llegue a muchos más lectores, yo siento que esa es una de las principales ganancias. Y el premio, creo que ha dinamizado mucho el proceso editorial en el país. Colombia está viviendo una especie de pequeño boom de las nuevas generaciones de personas que hemos venido trabajando desde hace muchos años con seriedad, con juicio, con disciplina, con compromiso. Y este premio ha dinamizado mucho la literatura. Entonces, las editoriales quieren publicar a nuevos autores, quieren explorar nuevas opciones, yo creo que en eso ha sido fundamental el premio.

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SEMANA: ¿Qué ha sido lo más satisfactorio de la publicación de este libro en particular, a diferencia de los anteriores?

A.M.M.: Yo siento que con este libro, más allá de lo que habían sido los otros libros que habían sido de cuentos, que unos habían sido premiados y otros habían tenido muy buena crítica, yo siento que con este libro ya tengo un universo de lectores un poco más grande. Entonces, he podido interactuar con lectores que me escriben con entusiasmo y de alguna manera hacen comentarios elogiosos de los cuentos, de los personajes. Yo siento que ha tenido mucho más énfasis en este libro, pero pues es algo que se debe a todo un trabajo continuo que hemos venido haciendo desde hace mucho tiempo; en especial, con editorial Planeta que es mi sello editorial.

SEMANA: ¿Cuál es el reto más grande para un escritor colombiano?

A.M.M.: El reto más difícil para un escritor en Colombia en este momento es conseguir visibilidad internacional. Siento que si bien hay voces interesantes que están haciendo un trabajo maravilloso, que están siendo publicados, el más grande desafío en este momento es hacer que esos escritores traspasen las fronteras y lleguen a lectores en Latinoamérica, que lleguen a Argentina, a Perú, a Chile, y que empiecen a hacer parte de un andamiaje internacional que es bastante interesante también. Yo creo que ese es en este momento el principal reto.