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Steven Spielberg ha recibido, entre otros galardones, tres premios de la academia. | Foto: AP

ENTREVISTA

En exclusiva Steven Spielberg habla sobre su última película

El cineasta relató su pasión por el proyecto, cómo creó efectos visuales al servicio de la historia y el desafío de trabajar con niños.

9 de agosto de 2016

Steven Spielberg es uno de los cineastas más exitosos e influyentes de la industria. Es el creador de éxitos como Tiburón, E.T., el extraterrestre, Indiana Jones y Jurassic Park.

Su última película The BFG (El buen amigo gigante) estuvo basada en el libro infantil de 1982 de Roald Dahl. La historia narra la amistad entre Sophie, una pequeña niña huérfana, y un gigante que la lleva a vivir una aventura mágica en la que se enfrentan a gigantes que comen humanos.

“Creo que es un cuento de hadas, es una historia del tipo de ‘había una vez…’”, dice Spielberg sobre la cinta con la que se vuelve a reunir con el equipo que estuvo detrás de E.T., el extraterrestre: la productora Kathleen Kennedy y a la guionista Melissa Mathison, quien falleció el pasado noviembre de 2015.

Semana.com: ¿Por qué decidió hacer El buen amigo Gigante?

Steven Spielberg (S.S.): Por el hecho de poder contar una historia, a corazón abierto y sin cinismo, sobre amistad y el amor. Era una historia muy importante para mí; la tecnología era algo nuevo para mí, y creo que también será algo nuevo para muchas de las personas que vean la película. Es uno de los proyectos más destacados de mi carrera hasta ahora.

Semana.com: Cuando leyó el libreto de Melissa Mathison, ¿qué es lo que más le llamó la atención?

(S.S.): Fue la osadía de la pequeña Sophie, el hecho de que no se permite a sí misma sentirse intimidada en la Tierra de los Gigantes. Ella descifra rápidamente qué es lo que asusta a su gigante. Él por su parte entiende muy, muy rápidamente, con la tremenda sabiduría que un abuelo puede tener una nieta adoptiva. El gigante para Sophie representa que la vida le devuelva lo que ha perdido y lo que le falta en su vida.

También me llamó la atención en la relación de Sophie y del gigante, como en cualquier gran amistad, que se complementan entre sí y agregan valor a la vida del otro.

Semana.com: ¿Qué tan importante fue darle a la historia y a la relación central el espacio necesario para que pueda respirar?

(S.S.): Es lo que más me enorgullece acerca de esta cinta. Generalmente me gusta controlar el ritmo y acelerar las pulsaciones de mis películas. No lo hice en este caso, y en parte fue simplemente por la personalidad meditativa de Melissa Mathison, quien prefería ir a una velocidad que sea confortable para ella. Me pareció que el ritmo del libreto celebraba las pausas, los silencios y los momentos de comunicación entre Sophie y el gigante, y me preocupé más por prestar atención a los detalles de las personalidades de Sophie y el gigante. Creo que esta es mi película más paciente.

Semana.com: Aunque es una historia emotiva, también es una película muy divertida…

(S.S.):  El libro me pareció muy fresco. Quería mantener todo lo que me gustaba sobre los juegos de palabras, las palabras inventadas, la incomodidad del Gigante al hablar “wigglish”, como él lo llama. Los gigantes malvados son sádicos, pero no sádicos de la manera en que usamos el sadismo en las grandes películas de acción de hoy en día. Deliberadamente, no son lo suficientemente inteligentes para ser sádicos. Me pareció que los gigantes estaban repletos de ese machismo soberbio que trabaja Roald  Dahl que nos permite divertirnos un poco con ello.

Semana.com: Siempre ha estado a la vanguardia en el área de efectos especiales. ¿Cómo abordó la creación de los gigantes?

(S.S.):  El buen amigo gigante es, tal vez, el efecto digital más extremo que he utilizado en una película hasta ahora. Quería que la interacción entre el Gigante y Sophie fuera tan fluida que pudiera poner mi cámara en cualquier lugar sin encontrar limitaciones técnicas. Quería que la película se viera tan visualmente espontánea que, luego de un rato, nos olvidáramos de que habíamos utilizado efectos especiales para crear esa relación. Era importante lograr que la tecnología se adaptara a las necesidades emocionales de los personajes.

Semana.com: ¿Y qué tan complicado fue lograr eso?

(S.S.): Al principio me sentí muy abrumado. Era una película que había estado planeando durante dos años antes de comenzar a filmarla. Llegué al set y esos dos años de planeamiento se esfumaron. Me abrumó esa montaña de tecnología que un poco me dominó y que me hizo sentir como si tuviera que regresar a la escuela de cine.

Semana.com: ¿Cómo encontró a Ruby Barnhill, quien interpreta a Sophie?

(S.S.):  Vi a miles de niñas de entre 7 y 11 años de edad en DVD y quedé impresionado por la gran cantidad de talento, especialmente en el Reino Unido, Australia e Irlanda. Pero no encontraba a la indicada y me estaba comenzando a desanimar. Estaba filmando las últimas semanas de El puente de los espías en Berlín cuando vi la cinta de audición de Ruby Barnhill. Recuerdo que la vi e inmediatamente me levanté de mi asiento. Fue la primera vez que alguien me hizo levantarme. No podía creer lo que veían mis ojos, que ella tomara el diálogo escrito por otra persona y lo hiciera sonar como si ella misma lo estuviera improvisando todo. También grabamos un perfil de personalidad; cuando la escuché hablar sobre sí ella, automáticamente supe que habíamos encontrado a nuestra Sophie.

Semana.com: ¿Qué ha aprendido sobre dirigir niños?

(S.S.): Dejo que los niños aporten lo mejor de sí a las historias. Trato de no dirigirlos de más. Mientras que los niños sepan y puedan relacionarse con la situación en la que están, ellos aportan la mayor parte de la magia. Pero si no entienden sobre qué trata la escena, nunca obtendré las actuaciones que estoy buscando. De modo que mi trabajo principal es lograr que ellos entiendan la escena en la que están trabajando, sobre qué trata la historia completa y  cuál es el ciclo vital de su personaje dentro de la historia en una película de dos horas.

Semana.com: ¿Cómo resumiría su aventura con El buen amigo gigante?

(S.S.): Perdí más de lo que gané, porque Melissa no estuvo en Cannes para celebrar con nosotros la reacción de la audiencia a la película. Con El buen amigo gigante comencé muy optimista y terminé sin Melissa para celebrar la acogida del público de nuestra película.