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ESCULTURAS QUE INVOLUCRAN LA PARED

Las últimas obras de John Castles incluyen consideraciones de lugar.

EDUARDO SERRANO
30 de junio de 1997

La obra de John Castles ha sido a lo largo de los últimos 25 años uno de los más lúcidos puntales de la escultura colombiana. Sus primeras piezas fueron realizadas con base en materiales arquitectónicos y posteriormente en aluminio pintado revelando la influencia de Negret. Pero al poco tiempo Castles tomó un rumbo propio a través de planteamientos abstracto- geométricos, no modulares, que establecieron un contrapunto entre lo sólido y lo etéreo puesto que algunos planos se materializaban en láminas soldadas y otros eran apenas dibujados por medio de varillas y perfiles. Con esas obras Castles no solo fue el primer colombiano en trabajar el hierro a la vista, evidenciando la estructura de las obras y el proceso de su construcción, sino también el primero en involucrar el óxido como terminado. Si el hierro implicaba una consideración de los procesos industriales, el óxido es el destino del metal y constituye una metáfora sobre el transcurso de la vida. Pero además la atención que el artista ha prestado a las cualidades expresivas de los materiales _aluminio, hierro, acero_ y a fuerzas naturales como la gravedad le permitió desde un comienzo prescindir de los pedestales característicos de las construcciones de los escultores de la generación anterior. Y para incrementar su particularidad le aplicó a sus trabajos un giro que en ocasiones consiste en un desplazamiento rotativo que causa la impresión de movimiento detenido, y en otros casos se trata de un doblez que implica una gran fuerza mecánica y le otorga tridimensionalidad a la planimetría de las láminas metálicas. Algunas de las obras de Castles son evocativas del mundo natural, pero su trabajo es eminentemente intelectual, matemático, preciso, y así lo reitera su exposición en la galería Santafé de Bogotá, la cual se presenta dentro del contexto del premio Luis Caballero. Su trabajo sigue interesado en la simplicidad y la contundencia, pero la exposición se diferencia de su producción precedente en la consideración, no solo del espacio interior de cada obra, sino del espacio donde se presenta la muestra. La mayoría de las piezas se hallan en contacto con la pared e inclusive dependen de ella para su equilibrio. Y aunque a primera vista resulta paradójico que un artista busque regresar a los muros la escultura moderna que se asume exenta de todo tipo de apoyos, la muestra hace claro que las esculturas de Castles no son obras 'de pared' sino trabajos que involucran la pared en los raciocinios que los motivaron y en los pensamientos que generan. El título de la exposición, Intersecciones, alude a que los muros cortan las piezas produciendo la impresión de que las esculturas los penetran e inclusive de que detrás del muro existe la otra mitad simétrica de cada obra. Una de las esculturas exige que el piso se eleve para ajustarse a su forma y otra solo hace sentido sobre una curva del diámetro exacto del espacio de la galería, claro indicio de una preocupación del artista por las relaciones entre el lugar y la obra, entre las características del sitio al que está destinada, y la facultad de la pieza para relacionarse con ellas. Esta nueva consideración de lugar, de ubicación, en el trabajo de Castles, le aporta un nuevo ángulo de apreciación y análisis, multiplica sus implicaciones, y es responsable por la estrecha unión que ha comenzado a manifestarse entre sus esculturas públicas y el sitio que les ha sido asignado.