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INFORME ESPECIAL

"El libro que me cambió la vida"

SEMANA les pidió a 26 figuras nacionales contar cuál ha sido la lectura que más los marcó. Un tributo al pensamiento y a la fuerza transformadora que las ideas tienen sobre las personas.

26 de diciembre de 2015

Avanzado el siglo XXI, la profecía según la cual el libro estaba a punto de desaparecer parece lejos de cumplirse. El paso avasallante del mundo digital no ha logrado obligar a los escritores a dejar de poner sus pensamientos en una hoja, a los editores a dejar de imprimirlos y a los lectores a dejar de amar ese objeto, al parecer inmortal, que es el libro.

En sociedades en las que las personas interactúan en forma inmediata, acelerada y efímera, hoy más que nunca un libro es un tesoro, un lugar de encuentro, diálogo y reflexión, un fuero para el pensamiento cada vez más precioso.

Paradójicamente, la era digital ha conectado a la gente en una red que vive, en gran parte, de la palabra escrita. Las personas revisan cientos de veces al día los chats en sus teléfonos, recorren las redes sociales en busca de conocimiento y abren periódicos y revistas para informarse de manera inmediata. Pero leer un libro requiere un esfuerzo mayor y, a la vez, trae mayores réditos. Cuando engancha a su lector, provoca una experiencia sin igual que estimula el intelecto, transforma opiniones y despierta emociones. No debería extrañar que hoy todavía abundan quienes consideran que un libro les ha cambiado la vida.

En este informe especial, SEMANA les rinde un tributo a la lectura y a la fuerza que unos versos, un buen argumento, una historia conmovedora, una investigación juiciosa o una teoría genial pueden tener sobre el ser humano. Para ello, les pidió a varias figuras de la vida nacional contar su experiencia más memorable frente a las páginas de su obra preferida. Algunos supieron responder de inmediato. Otros necesitaron tiempo para recordar o sopesar la reacción acertada. Y otros más declararon imposible elegir una sola obra. Todos, sin embargo, aceptaron hacer un ejercicio que les significó explorar, con mayor o menor facilidad, en lo más profundo de sus almas.