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"ESTABA ABURRIDO DEL TONO DE MI POESIA"

SEMANA entrevistó a Harold Alvarado Tenorio sobre su último libro y la trayectoria de su poesía

3 de octubre de 1983

Acaba de publicarse una antología de la poesía de Harold Alvarado Tenorio que contiene tres de sus libros anteriores y un volumen inédito que da nombre al Wro: "Recuerda Cuerpo". Alvarado, quien vive en Nueva York, es uno de los poetas más destacados de las últimas promociones. Su poesía pretende poner al descubierto la cara oculta de una ideología que ha hecho de la vida erótica una falacia más de la sociedad actual. SEMANA lo entrevistó durante los pocos días que estuvo en Bogotá para el lanzamiento de este nuevo libro que forma parte de una colección de poesía preparada por la editorial El Papagayo de Cristal.
SEMANA: ¿Qué presentación haría usted de su libro "Recuerda Cuerpo" que acaba de ser publicado por la editorial El Papagayo de Cristal?
HAROLD ALVARADO TENORIO.: Este último libro es una recopilación de mis tres libros anteriores. De ellos, el tercero, "Recuerda Cuerpo", que escribí hace cuatro años aquí en Bogotá, marca una ruptura con mi poesía anterior desde dos puntos de vista. Yo acababa de escribir un libro sobre la poesía española contemporánea, sobre autores como Francisco Goriñes y Barbal, entre otros, los cuales había venido leyendo por muchos años en España y que sin duda habían terminado por influenciarme definitivamente. A eso se agregaba el hecho de que yo había venido leyendo mucho antes a Kavafis. Estaba un poco aburrido del tono que había tomado mi poesía. Eran poemas muy corticos, sobre cosas rutilantes, brillantes, pero sin ningún peso corporal en los textos. Yo había dejado de escribir poesía hacía casi dos años y me había dedicado al ensayo. Pero de pronto se me ocurrió la idea de hacer un libro en el cual se hiciera como una memoria de un "yo" que estaba en mí pero que no era yo. Sino el yo que surgía de todas las experiencias de las lecturas, de todas las experiencias de la vida vivida. El resultado fue este libro que marca una ruptura con mi poesía anterior y además trata desmistificar la creencia del "yo" del que lee frente a su sexo y frente a sus recuerdos pasionales.
S.:¿Desmistificarlo en qué sentido?
H.A. T.: Desmistificarlo en el sentido de que usted, por ejemplo, se cree bello y resulta que no es bello, o que se cree sucio y resulta que es limpio. En el sentido de contraponer la duda a las creencias habituales.
S.: Sin embargo, esa desmistificación de que habla parece centrarse, más que todo, en los roles del macho y el homosexual. ¿Porqué?
H.A. T.: Desde el primer poema de mi libro "Pensamientos de un hombre llegado el invierno" nos encontramos con que habla a un tipo que se llama Pericles Anastasíades. Claro que la ignorancia de mucha gente que lee poesía no descubre quién es. Y Pericles Anastasíades se refiere a un amante que tuvo Kavafis a finales del siglo pasado. Sin embargo, en el poema todo queda como en un misterio. Mucha gente ha creído que me he inventado ese nombre y nadie sabe realmente que la referencia amorosa que supuestamente en el texto hizo Pericles Anastasíades sobre un amor perdido bien puede ser una mujer como también puede ser un hombre. Siempre ha habido esa ambiguedad a propósito.
En parte como reacción a todo ese machismo que existe aquí en Colombia. Hay un poema mío que dice: "La gran herencia de mi padre fueron grandes testículos, qué gran legado, pensó, qué gran legado". En ese sentido muchos compañeros de mi generación hacían alarde de su virilidad. Y uno con el tiempo va descubriendo que lo más fácil de un viril es convertirse en un marica. O que realmente es un marica vergonzante que no es capaz de asumir su homosexualidad. En mis poemas siempre ha existido esa ambiguedad . Por eso mucha gente ha creído que yo soy marica.
S :¿Le preocupa que piensen eso?
H.A. T.: A mí no me importa que piensen que soy marica. Me da lo mismo.
S.: ¿Habría alguna diferencia entonces entre usted como persona y usted como protagonista de sus poemas?
H.A.T.: Una muchacha me dijo hace poco: Harold, sabe que creo que lo raro de sus poemas es que el "yo' suyo no es usted.
S.: De todas formas, lo cierto es que sus poemas son provocadores frente a una moral de tipo convencional. En ese sentido, ¿que función le vería usted a la poesía?
H.A. T.: Yo creo que la poesía realmente tiene dos funciones básicas que no se contraponen. La una es un instrumento para romper la ideología tradicional, las costumbres establecidas durante años. La otra es un objeto de placer. Lo grande sería que al mismo momento de romper la barrera ideológica se produjera el placer. Es decir, ese placer que genara la cosa oculta.
S.: Pero no todo es tan oculto. La historia del muchacho de provincía que en un momento fue Alvarado Tenorio, está presente a manera de recuerdos nostálgicos.
H.A. T.: Cierto. El último libro esta construido con base en la memoria de la niñez y la juventud, hasta llegar al momento en que el hombre está escribiendo un poema que se llama "Lector de libros inútiles" . Es como montar un "yo" poético que tiene un transcurso como el de una vida novdada, en la cual se ha llegado al olvido, a la conclusión de que nada sirve, que nada tiene valor, ni siquiera recordar. Pero también esos poemas están ligados por la ruptura de la vida erótica. Es como cerrar el círculo y decir: ¡caramba!, si se pensaba romper la vida monótona a través de la vida erótica, comprobamos finalmente que la vida erótica también es una cosa monótóna.
S.: ¿Actualmente qué está escribiendo?
H.A. T.: Estoy escribiendo un libro sobre la poesía en Colombia. Lo quiero llamar "Historia Social de la Poesía en Colombia" Parte de Silva y va a llegar hasta Roca o María Mercedes Carranza. Lo que estoy tratando de hacer es un cotejo de los textos de los autores frente a sus épocas. Algo así como por ejemplo, qué pasa con León de Greiff que mientras vive en Medellín y forma parte del grupo de los Panidas, o mientras tiene un trabajo estable, escribe una poesía sumamente abierta, sumamente bella, ligada a la vida, a la tierra, irónica.
Pero de pronto cuando llega a Bogotá y se encuentra con esta cosa tan terrible que es la capital, donde él no puede conseguir un trabajo fácil, donde tiene que esconder su calidad de poeta, donde ser poeta es una verguenza, donde se suicida su amigo, donde los periódicos terminan por no aceptarlos porque son poetas, bohemios, izquierdistas, entonces León de Greiff opta por volverse un poeta que escribe como música. Eran los años veinte cuando la juventud que llegó a la capital tuvo que vivir todo ese proceso de conservatización del país. León de Grdff deja de ser tan abierto y crítico, y eso tiene que tener una explicación social. Yo trato de hacer eso en el libro.-