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ESTACION CENTRAL

La tierna historia de la amistad entre un niño huérfano en busca de su padre y una mujer en busca <BR>de su propio corazón.

3 de mayo de 1999

Director: Walter Salles Protagonistas: Fernanda Montenegro, Vinicius de Oliveira, Marilia Pera
Entre los tumbos que suele dar el cine latinoamericano nunca deja de aparecer de cuando en cuando un filme
que logra la universalidad suficiente para venderse bien en el circuito internacional, sin que por ello tenga que
sacrificar su idiosincrasia. Uno de ellos es el brasileño Estación central, del director Walter Salles. Aclamada
en el pasado Festival de Cine de Berlín, donde obtuvo el Oso de Oro a la mejor película y el Oso de Plata a la
mejor actriz (Fernanda Montenegro), y luego nominada a la mejor película de habla no inglesa en la reciente
ceremonia de los premios Oscar, en Hollywood, con la consecuente nominación de la Montenegro en la
categoría de mejor actriz, la película no ha pasado inadvertida en ninguna ciudad donde se presenta. Incluso
se acaba de llevar el premio mayor durante el Festival de Cine de Cartagena. Su éxito es directamente
proporcional a su calidad. La cinta narra la historia de Dora, una dura e inescrupulosa mujer que se gana la
vida de amanuense en una estación de tren, escribiendo las cartas de los analfabetas de la ciudad. Sin
embargo el trozo de esperanza reflejado en cada misiva está signado por una particular tragedia: Dora nunca
envía el correo. Todo parecía andar muy bien en su apacible rutina hasta cuando una de sus clientas,
que iba siempre acompañada de su hijo, Josué, pierde la vida atropellada por un bus. A partir de entonces, y
agobiada por un instinto maternal que había sepultado muchos años atrás, Dora iniciará un viaje hacia sí
misma mientras ayuda al pequeño Josué a encontrar a su padre. Igual de conmovedora que La vida es bella,
cinta que terminó ganándole el Oscar de la categoría de películas extranjeras, Estación central tiene la
ventaja de ser mucho más real. Sin amaneramientos, con estética impecable y una actuación
sobrecogedora de Fernanda Montenegro, Estación central traza una hermosa parábola sobre la solidaridad en
medio de ese Brasil deprimido que crece a espaldas de la opulencia sin que por ello pierda las esperanzas.
Lejos de las impostaciones trágicas dignas de las telenovelas, Salles hace de su relato una reivindicación del
amor en condiciones extremas como el único antídoto posible frente a la adversidad de la vida.