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E.T.: UN EXTRATERRESTRE DOMESTICADO

Hecho a imagen y semejanza de la infancia, el extraterrestre fue incrustado en nuestra cultura para que pudiéramos aceptarlo.

28 de marzo de 1983

No he leído un sólo comentario que no diga que E.T. es un mensaje de amor. Y todos los espectadores lo repiten. Pero simultáneamente encuentro dos coincidencias: que la película es un cuento de hadas y que contrapone el mundo de los niños, receptivo al mensaje de amor y amistad, al de los mayores, incapaz de comprenderlo por su racionalismo.
NO ES EXTRATERRESTRE
La polémica en estos caso es saludable, con mayor razón si la inició un estudioso de la comunicación como Ariel Dorfman.
En el artículo publicado en SEMANA No. 14, afirma Dorfman que Extraterrestre no es un ser raro, de otro mundo, que signifique un desafío para el espectador, porque ha sido previamente asimilado a los marcos de referencia de este. Se lo construyó con los rasgos típicos de la infancia (en su anatomía y en su desamparo) y con características semejantes a las de los muñecos de "Plaza Sésamo" y del "Show de los Muppets". No es entonces extraño a nuestra cultura, no es un extranjero con identidad que amanece la nuestra.
Esa línea es una veta para seguir en la polémica. Porque se puede reorganizar la película desde otra perspectiva que nos muestra hasta qué punto Extraterrestre fue incrustado en nuestros marcos culturales para que pudiéramos aceptarlo. El punto de arranque va a ser la muerte y resurrección de E.T. A partir de ahí podemos reconstruir la película en clave religiosa muy conocida. Extraterrestre llega a un mundo en conflicto (padres de Elliot separados, niños que dominan y marginan a Elliot de sus juegos). A ese niño marginado es al que se le "aparece", y al llegar es perseguido, no por los rudimentarios instrumentos de Herodes, sino por alta tecnología y perfecta organización. Permanece escondido algún tiempo en casa de Elliot --no 30 años, pero sí un tiempo proporcional-- durante el cual realiza pequeños "milagros" como la curación del dedo de Elliot y de la planta que se marchita. Entrega amor a todos pero sólo los "simples", los niños, lo comprenden; la ciencia y la tecnología no lo ven sino como objeto de investigación. Sale de su encierro el día de una fiesta que no es la Pascua Judía (pero sí el halloween gringo) y no lo hace en el tradicional burro sino en la moderna bicicleta. Su salida tiene la finalidad de comunicarse con los suyos en el bosque (se podría hablar de El Huerto, así no sea de los Olivos).
Allí, en el bosque, comienza su agonía que culmina en muerte al intervenir la ciencia y la tecnología. Una muerte que hace que Elliot se cure y viva. Después de ser declarado científicamente muerto viene la resurrección, y a pesar de la vigilancia logra finalmente ascender a los suyos, no sin antes afirmar que "me quedaré entre vosotros".
Cualquiera que alguna vez haya leído los Evangelios notará una columna vertebral en la película con claras analogías a la vida de Jesucristo. Y hay otros detalles complementarios: el corazón rojo, la identidad entre E . T. y Elliot en el momento en que éste destruye el experimento con las ranas cual Cristo sacando a los mercaderes del Templo, que ahora es el templo de la ciencia. La posible relación de E.T. en el agua de la quebrada con dos escenas bíblicas, el bautismo y Moisés salvado de las aguas.
Un teólogo podría ante esto hablar de ciencia ficción religiosa mezclada con la simplicidad de todo cuento de hadas. Una especie de Jesucristo marciano desdivinizado que viaja en ovni y cuyos perseguidores no son ya los poderes políticos y religiosos judíos sino la moderna tecnología. Un Cristo que viene cual hada madrina a traer amor con una sonrisa, sin mas doctrina que eso.
Pero no es criticar en esta línea la película lo que me interesa, sino poner en relieve hasta qué punto el Extraterrestre ha sido violentado para que pueda vivir en nuestros marcos culturales, con lo cual se garantiza el reconocimiento masivo, asi el público no lo note concientemente. Esta es la gran trampa de "E.T" .
¿POR QUE EL EXITO?
Cuando una película demuestra tanta capacidad de atracción provoca el deseo de dar explicaciones al fenómeno. E.T. tiene muchas razones para justificar su éxito taquillero. La principal, creo, es la analizada anteriormente, o sea su enraizamiento en una cultura ampliamente difundida, entendiendo aquí por cultura un conjunto de códigos, elementos, formas de organización e interpretación de la realidad.
Pero ahí salta el conflicto. Porque dos de los códigos culturales más profundamente arraigados en la sociedad actual son el individualismo y el poder de la tecnología, aspectos que entran en la película como factores negativos y a los cuales se oponen la solidaridad y el triunfo del débil, en ese clima religioso, sobre lo científico y lo técnicamente organizado. La solidaridad es en la película una fuerza que va implicando a los niños, adolescentes y a un adulto, fuerza que, junto con las estrategias ingeniosas del débil técnica y científicamente, logra vencer al poderoso.
Hay, por lo tanto, una contradicción entre los elementos o formas culturales que debe tener el público, en cuanto a valores fundamentales de la sociedad, y los que presenta la película. La única forma de resolver esta contradicción es postulando en el público la coexistencia de los dos tipos de códigos culturales, los aparentemente más extendidos y sus opuestos, la solidaridad y eficacia de la inventiva del débil. Estos emergerían con gran fuerza colectiva ante películas como E.T.
Hay que poner, sin embargo, un pero. Esa solidaridad se desata en la película ante un fenómeno que directamente no tiene ninguna relación con la cotidianidad y conflictos reales del gran público que quizás nunca vaya a ser visitado por un extraterrestre ni tenga que enfrentarse a organizaciones científicas y tecnificadas en su vida diaria. Se trataría entonces de una explosión de solidaridad un poco inútil, a no ser que, como de hecho sucede, el espectador "lea" la película, la interprete y transfiera a su realidad inmediata.
Hernando Martínez Pardo