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EVA A LA CRIOLLA

Un tema conocido con soluciones conocidas en el montaje de 'Eva en América', la obra de Los Funámbulos sobre nazis, judíos y desarraigos.

20 de noviembre de 1995

LOS FUNAMBUlos, una agrupación colombo-suiza, pone en escena Eva en América, una historia muchas veces escuchada, filmada, recreada, dramatizada: la de una mujer alemana que por su amor a un judío en pleno auge nazista debe viajar desterrada a otro continente, donde debe enfrentar una vez más a los fantasmas de su pasado.
El montaje se decide por la estructura del monólogo, algunas veces interrumpido por un actor mudo y musculoso que no aporta gran cosa al drama y básicamente se reduce a ser un soporte físico para algunos difíciles movimientos que debe realizar la actriz Christine Specht, como un intento de bailar tango en el que ambos se muestran bastante inexpertos. El argumento se conoce, mas que por una puesta en escena tradicional, por la presencia de todos los personajes en el discurso alucinado y quebrado de la actriz y en su capacidad para evocar todos los ángeles y demonios que junto a ella han atravezado el océano y los tiempos. Tampoco hay una escenografía realista sino un vacío espacio oscuro en el que una caja es la matriz, el origen, el refugio de una mujer sin presente ni futuro, atrapada eternamente en un pasado que brota por su boca, sus canciones y jadeos.
Pero aunque estos elementos pueden ser novedosos en cierto modo y sirvan de excusa para demostrar la versatilidad de la actriz, la obra no logra desarrollar un matiz revelador, un descubrimiento propio, una perspectiva original que al público le diga algo distinto a lo que ha escuchado sobre nazis, judíos y emigrantes durante cinco décadas en las cuales Hollywood, la televisión y las novelas han realizado un bombardeo de historias nazistas peor que la misma bomba de Nagasaki.
Son de resaltar algunos momentos estelares de la interpretación de Specht, su talento musical, algunos fragmentos del texto y el interés por conmemorar los 50 años del final de la Segunda Guerra Mundial en un siglo amenazado por los rebrotes nazistas, pero definitivamente la historia se queda corta y reproduce estereotipos en un pálido planteamiento, demasiado manipulado por los medios y el espectáculo, en una versión con muy pocas cosas nuevas para decirle al espectador nacional.