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EXTORSION

Mucho ruido y pocas nueces en la coproducción de RTI y Coestrellas

7 de octubre de 1985

La promoción se hizo con bombos y platillos, y la advertencia adicional de que era sólo para adultos le agregó considerables dosis de suspenso al asunto. Sin embargo, para la mayoría de los televidentes el primer capitulo pasó sin pena ni gloria. Quizás más con pena que con gloria, porque la actuación no convenció ni el ritmo de la acción, ni la intriga tampoco. Se trataba de "Extorsión", una coproducción de RTI y Coestrellas en la que se invirtieron más de 16 millones de pesos, el talento de 60 actores, más de 500 extras, técnicos, camarógrafos, sonidistas, luminotécnicos, escenógrafos y la colaboración de cerca de l.500 efectivos de las fuerzas militares, bajo la batuta de uno de los más importantes directores de T.V., Bernardo Romero Pereiro.
También pasó con pena para El Tiempo que en las "Notas del día" lo calificó como "improcedente'' y acusó a la televisión colombiana de carecer de "un auténtico criterio selectivo". Al parecer, el comentarista recogía la impresión de sectores de opinión que consideraban que el palo no estaba para cucharas y que la gente estaba saturada de violencia. De violencia de verdad, de extorsiones, secuestros y combates de verdad. Haciendo eco a estas inquietudes ,varios colombianos desprevenidos interrogados durante un programa de Caracol, coincidieron en apreciaciones similares: "Estamos saturados de violencia. Los seis noticieros de T. V. no son más que eso". "Uno se sienta frente al televisor para descansar y mire con lo que se encuentra". "¿Cómo es posible que nos presenten estas escenas, cuando todo el país clama por la paz?".
Pero fueron las primeras reacciones las que se produjeron frente al primer capítulo, en el cual un grupo de delincuentes comunes planea la toma de un estudio de T.V. donde se realiza una teletón llamada "28 horas de amor" .
Después vino, en otra "Notas del día", la "revisión" que, finalmente dejó bien librada a la serie. Al parecer, el hecho de que las fuerzas militares hubieran prestado tan amplia colaboración a la realización de los cuatro capítulos de hora y media de la miniserie, le daba patente de corso al tema en T.V., "en circunstancias como las que vive el país". Y aún más, el comentarista no sólo recogió velas, sino que se extendió en elogios y justificaciones de escenas chocantes y del tono y contenido del lenguaje como recursos que "forman parte de la pedagogía envuelta en el programa". De un capitulo a otro, la actitud de censura se transformó, como por arte de birlibirloque, prácticamente en una moción de aplauso, porque la serie, como cualquier fábula, incluía moraleja y todo. "En contraste con algunas películas extranjeras que lo tinen de un peligroso "glamour" o de franjas noticiosas que hemos visto y condenado, donde se presenta como héroes románticos a unos delincuentes a los que se abren las puertas de la comunicación social, "Extorsión" parece estar logrando su propósito de suscitar repudio y repelencia hacia los protagonistas de la violenta acción ficticia que aparece en escena", se afirmaba en la nota.
Independientemente de las enseñanzas que pueda dejar o no la serie que se grabó en extenuantes sesiones durante 9 días, en 36 sitios diferentes el hecho concreto es que defraudó en términos generales, a pesar de todo el esfuerzo y de la conjunción de factores positivos en su realización: un excelente director, un buen libreto (elaborado por él mismo, basado en un libro norteamericano titulado "En vivo y en directo"), presupuesto holgado, tema atractivo, recursos técnicos y buenos actores, Sin embargo, y a pesar de figuras como Consuelo Luzardo, Gloria Gómez, Carlos Barbosa y Edgardo Román, hubo sobreactuación -especialmente los delincuentes- y mucho grito y, además, subactuación por parte de los militares que intervinieron, pues si bien conocían su oficio, desconocian por completo el de la dramatización. En resumen, un desequilibrio que afectó el resultado de la trama y de la acción.
La falla fundamental, sin embargo, parece recogerse en las opiniones de televidentes que siguieron la serie y que, en términos generales, coinciden en un punto: el tema fue tratado en forma muy esquemática, con clara intención de dividir a los personajes en buenos y malos, ignorando la realidad compleja de situaciones similares. Y aunque el maniqueismo es denominador común de muchos de los enlatados que diariamente ven los colombianos, parece ser que el hecho de que el tema forme parte de la vida diaria del país, creó expectativas mayores en los espectadores, que esperaban más fidelidad a la realidad y menos pedagogía camuflada. Como quien dice, esperaban que no les metieran gato por liebre.
TRUQUITOS
Al ambientador y responsable de los efectos en "Extorsión", Dionisio Chávez, las programadoras literalmente se lo rapan, cuando en sus espacios se deben realizar batallas, mostrar heridos, matar personas o volar casas.
Chávez comenzó a hacer "truquitos" y hoy, con 15 años de experiencia, tiene un taller montado y cuatro operarios que le ayudan a crear situaciones que parecen reales. Ambientador de "Tiempo de morir" y de casi todas las series de "Revivamos nuestra historia", Chávez sólo ha tenido un accidente. Fue en la serie sobre "Rafael Núñez", cuando ante la imposibilidad de encontrar un doble que se inmolara, él se ofreció de voluntario. Confeccionó su propio traje, con tan mala suerte que en el momento de apagarlo, los extintores no sirvieron, el traje se le quedó pegado al cuerpo y sus piernas sufrieron quemaduras.
"En "Extorsión" me tocó sudar la gota", dice Chávez, "es de las series más violentas que he hecho. Hubo mucho muerto, 17, y se dispararon no revólveres, sino ametralladoras. Las escenas se filmaron siempre en primeros planos y con los protagonistas corriendo o en movimiento. Las ametralladoras disparaban tiros de salva, pero la Policía los utiliza a distancia y en la serie eran a quemarropa, lo cual hacía muy difícil realizar diez o quince agujeros en una camisa, sin que el cuerpo sufriera daño. Finalmente, se agujerearon camisas, se dispararon cientos de tiros y se gastaron cinco botellas de sangre, que es una cantidad astronómica, si se tiene en cuenta que generalmente por herido o muerto se utilizan, máximo, cinco centímetros de sangre de una jeringa común ".