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A FALTA DE PAN ...

Villa de Leiva, escenario comodín para el cine y la televisión.

15 de mayo de 1989

Una de las ventajas que trae la conservación del patrimonio urbano y arquitectónico en un país es la de contar con escenarios auténticos y representantivos para la filmación de obras cinematográficas y de televisión. En los últimos años el interés mundial de los realizadores por lograr el máximo posible de fidelidad en la ambientación de temas de contenido histórico ha llegado a tal punto, que parte del atractivo de una obra se encuéntra en la apreciación de los espacios y de las edificaciones en las cuales se ha situado la historia que se quiere narrar
Villa de Leiva es claramente un recurso escenográfico de primera magnitud, como lo demuestran la cantidad de obras allí realizadas. Inició su trayectoria en "Aquileo Venganza", el único werstern boyacense en la historia del cine. Desde entonces ha sido escenario de toda suerte de obras, desde terribles spaghetti western en los años 70, hasta recientes series colombianas para televisión sobre ilustres damas de la historia nacional incluyendo obras de importancia como "Cobra Verde" del realizador alemán Werner Herzog. Lo curioso del asunto es que ninguna de las historias nacionales recientemente filmadas tuvo lugar en Villa de Leiva. Santa Fe de Bogotá, Tunja, Ocaña y Pamplona, fueron entre otros los lugares que presenciaron los devaneos amorosos de doña Inés de Hinojosa y de las señoritas Ibáñez. Villa de Leiva ha sido el recurso inmediato para sustituir en parte la imposibilidad de filmar en los sitios originales y en parte la falta de investigación de los realizadores para dar una mayor veracidad ambiental a sus series.
Baste un ejemplo. Doña Inés de Hinojosa vivió en Tunja en la segunda mitad del siglo XVI, cuando la villa completaba apenas poco menos de medio siglo de fundada. En su estado de "ciudad de conquista", como califica a las fundaciones del siglo XVI el historiador urbano Jacques AprileGniset, Tunja debía ser para ese entonces un poblado poco consolidado, con muchas casas pajizas (la tapia y la teja sólo se usaban en construcciones muy importantes y su utilización extensiva se produjo mucho más tarde), con calles a medio hacer, y con todos los síntomas de una obra en construcción. Así pues, doña Inés debió enredarse en muchos andamios y tropezarse con muchos montones de piedra, barro y tierra en sus recorridos amorosos por la ciudad. En la serie correspondiente aparecieron como tunjanos los rasgos actuales de Villa de Leiva y Monguí, poblaciones consolidadas en el siglo XVIII. Si bien las imágenes de la serie buscaron alcanzar una estética arquitectónica particular, esa correspondió al ambiente de finales del periodo colonial y no a la realidad del siglo XVI.
En la otra serie de más reciente factura, la historia que sucede en las primeras décadas del siglo XIX, el "sabor colonial" se apoya más en concepción "guatavitesca" de la época. Y si bien evoca lejanamente el biente de comienzos de ese siglo, es de una debilidad histórica considerable. Todo esto se entiende en cuanto sería imposible filmar en Bogotá o en Ocaña, pero la necesidad de sustitución presta para una mejor indagación esos aspectos.
El asunto no se limita a la Colonia únicamente. En la realización reciente del largometraje sobre María Cano la dinámica líder antioqueña, que trabajó activamente en las décadas los años 20 y 30, la realizadora Camila Loboguerrero tuvo que adaptar muchas intenciones de veracidad ambiental por simple imposibilidad por ejemplo, encontrar lugares Medellín y Cali que fuesen hoy equivalentes a los sitios que la Cano visitó o habitó. Hubo necesidad de sustituirlos por otros, lo más cercan posible a la imagen realista que quería alcanzar. Y para la reconstrucción visual de la matanza de las bananeras en Ciénaga, hubo de desplazarse a otra localidad, por la inexistencia visual del espacio donde sucedió ese hecho histórico.
Los realizadores cinematográficos y de televisión deben hacer piruetas para sortear los obstáculos del progreso en los lugares escogido. Postes de alumbrado y energía, pavimentos en concreto, avisos, valla portones metálicos, rejas, etc., entorpecen la calidad visual de los recintos históricos. Y deben enfrentarse también con el mal estado de muchos lugares para filmar, los que deben rehacer por su cuenta para poder emplearlos. Si los habitantes, alcaldes y demás miembros de las comunidades municipales se dieran cuenta de la posibilidades de manejo de sus recursos patrimoniales, seguramente intentarían darles un mejor tratamiento y ofrecerían a propios y extraños magníficos escenarios para la realización de sus obras. En este sentido, Villa de Leiva es un buen ejemplo, como ya la han sido Cartagena, Mompós, Barichara, Girón, Ambalema y Santa Fe de Antioquia.
Esto contribuye a ilustrar otra faceta más de lo que representa la falta de conservación de la memoria histórica de las ciudades y pueblos colombianos. Ojalá no se llegue en el futuro a la necesidad de hacer escenarios artificiales, basados en fotografías, para poder contar a los colombianos la historia del país.