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Uno de los momentos más emocionantes del concierto fue cuando se interpretó música de Mali. | Foto: Joaquín Sarmiento.

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La música cuenta la historia de la esclavitud

El concierto ‘Las Rutas de los Esclavos’ de Jordi Savall fue lo más destacado del tercer día del Festival de Música de Cartagena.

12 de enero de 2016

Alguna vez, el director español Jordi Savall dijo que “la música es el único puente que queda entre civilizaciones”. Eso quedó claro en el concierto Las Rutas de los Esclavos en el que se encontraron las tradiciones musicales de Mali, Madagascar, Brasil, México, España, entre otras culturas. ¿Qué mejor idioma universal que la música para lograrlo?

Este concierto hace parte de un proyecto multicultural que la Unesco le encargó al propio Savall para que contara desde la música la historia del tráfico de esclavos entre África, Europa y América desde el Siglo XV hasta el XIX.

Al respecto, Savall escribió: “intentaremos evocar algunos de esos momentos nefastos a través de las emociones y la energía vital de la música”. Y eso lo logró en su presentación de las 7 de la noche en el Teatro Adolfo Mejía de Cartagena, la primera vez que este recital se presentó en América Latina.

El músico catalán revivió distintos momentos históricos: la llegada de los primeros africanos, jóvenes y fuertes, a las colonias, donde perdieron su libertad y fueron explotados sin piedad; los castigos crueles e inhumanos a los que fueron sometidos; la postura de varios pensadores como Montesquieu frente a la esclavitud; la petición de la esclava Belinda, que en el siglo XIX consigue el derecho a una pensión en Estados Unidos; la vida de Martin Luther King y su posterior asesinato.

Sigue escribiendo Savall: “¿Cómo es posible que las personas esclavizadas aún quisieran cantar y bailar? La respuesta es muy sencilla: el canto y el baile al ritmo de la música abrían un espacio para la expresión y la libertad”.

Y Las Rutas de los Esclavos le transmitió eso al público. La sensibilidad propia de la música, del canto, de instrumentos  como la kora, la valiha, el oud, la marimba de chonta, el tiple, la guitarra, la viola de gamba, el arpa, por citar algunos. La sensibilidad de varias culturas que trazan puentes entre ellas y se entienden a la perfección cuando los sonidos de sus instrumentos se conocen, se acarician y se armonizan bajo una dirección elegante, experta y ambiciosa.

El tercer día del Festival de Música

Además de Jordi Savall, el domingo se presentaron la violonchelista israelí Inbal Segev y el guitarrista estadounidense Jason Vieaux.

A las cuatro de la tarde, en la capilla del Hotel Santa Clara, se presentó el italiano Rinaldo Alessandrini con un recital de música sacra en el que interpretó el Magnificat de Antonio Vivaldi y Misa de Lima de Roque Ceruti, un compositor italiano que a inicios del siglo XVIII se instaló en el Virreinato del Perú.

Por último, hubo un concierto en la Plaza de San Pedro, en el que se presentaron el violinista venezolano Alexis Cárdenas, Inbal Segev, Jason Vieaux, y el grupo de Jordi Savall, Hespèrion XXI.

El Festival sigue así, más que nunca, fiel a su idea de unir las tradiciones musicales de Europa y de América. Y el pasado domingo hasta se dio el lujo de pasar por África.