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Chocó disfrutó con el concierto de cierre del Festival Detonante. | Foto: León Darío Pelaez/SEMANA

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Festival Detonante: ChocQuibTown puso el broche de oro

Quibdó se volcó al malecón para gozarse el gran concierto de cierre del histórico Festival. En un escenario totalmente colmado los chocoanos tuvieron una noche memorable.

6 de diciembre de 2015

Nada sabe mejor que la comida de casa y nada suena mejor que la música “de donde vengo yo”. Eso demostró el gran cierre del Festival Detonante que se tomó la ciudad desde el jueves y que en su última jornada el sábado dejó un sabor a confianza en el futuro con el cierre que protagonizaron los hijos pródigos de la tierra, ChocQuibTown.
 
Acompañados de una banda fantástica, en la que destacó el talentoso saxofonista,  los tres locales encendieron a su público a punta de ‘calentura’. El malecón lo saltó y pidió más. Ni siquiera el amago de lluvia amargó a los asistentes –si bien unos cuántos huyeron- porque los músicos lo dejaron todo. Los melódicos versos de una espléndida Goyo vestida de Blanco, las ráfagas verbales de Tostao y Slow no tenían como decepcionar a un público que llevaba esperándolos, en su mayoría, más de seis horas.
 
La jornada empezó apenas cayó la tarde, y mezcló un cartel de lujo con mensajes de ánimo y éxito de referentes de las negritudes desde distintos ámbitos como la presa y la gestión social.
 
En cuestiones netamente musicales, la primera banda en tomarse el escenario fue la caleña La Mambanegra. Sin ser totalmente Salsa, pero aproximándose mucho, aprovechó el privilegio de ser la primera banda en tocar en la historia del Festival Detonante y dejó una muy grata impresión. La presencia de su vocalista líder, de sombrero blanco y ágil para conectar con el público, marcó el tono. El bajista exhibió toda su calidad individual ejecutando un solo virtuoso y sabroso en el que, en un aparte, tocó la introducción a la canción ‘Plástico’ de Rubén Blades. El conguero no se quedó atrás cuando los reflectores en él se enfocaron.
 
Mientras el público aguardaba la salida de Systema Solar, Mabel Lara se dirigió al público por medio de un video pregrabado en el que recalcó que creer en sí mismo, prepararse y ganar en confianza es el pasaje a llegar dónde se quiere.
 
Systema Solar retó al público. Su set de canciones fue coherente con sus éxitos y con su naturaleza, y contagiaron quizás a la parte más joven del público, pero por apartes los asistentes se tomaron su tiempo para digerir su estilo, bailarlo y apreciarlo. La banda, sin importar eso, no dejó de descargar su habitual voltaje saltarín, enérgico y musicalmente socarrón. Los siguió en escena Herencia de Timbiquí, un grupo cuyas marimbas la separan del resto pero que no se define solo por por estas. Con cadencias más pausadas, hasta más románticas, su decena de miembros dieron un recital memorable en su primera vez en el Chocó. Fue el primer grupo en poner a moverse al público que atiborró las gradas, que hasta ese momento parecía el más estático.
 
Se preparaban los pesos pesados, las bandas que han estado regando el nombre de Colombia por el mundo. Primero fue Bomba Estéreo, con un espectáculo que visualmente empezó a separarse de lo hasta ahora visto por su juego de luces, por su cama de sintetizadores y sus guitarras. Y si bien el megaéxito Fuego puso a saltar al malecón, su cierre con la canción Fiesta dejó al público en el punto perfecto para recibir a sus hijos pródigos.
 
La tarde noche vio a todo tipo de público llegar. Jóvenes, gente en sus cincuentas, madres con hijos, hijos sin madres, amigos con amigas, amigas con amigas. Un encuentro musical de varias generaciones que el Festival Detonante supo convocar. Casi todos demostraron estar en comunión con el mensaje de cambiar al Chocó desde el Chocó, de proyectarse, de recoger sus basuras, de creerse que el potencial está ahí para que suceda un cambio a largo plazo y la región crezca como debe. Como una comunidad unida.
 
Pero también retumbó el mensaje de que, como pueblo, la comunidad afro es una y se debe fortalecer y empoderar junta. El canto sonó fuerte y claro, y queda latente luego de un festival que termina: “somos Pacífico, estamos unidos”.