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Luis Ospina. | Foto: Archivo SEMANA

CINE

Luis Ospina: el referente del cine colombiano

SEMANA habló con Luis Ospina, que presentó en el Ficci la restauración de ‘Agarrando pueblo’ y exhibirá dos capítulos de su último trabajo, ‘Todo comenzó por el fin’.

12 de marzo de 2015

SEMANA: Hasta la semana pasada hubo en el museo Reina Sofía de España un ciclo sobre su obra. ¿Qué reacciones hubo a esta?, ¿Qué significó para usted?

Luis Ospina: Para mí ha sido muy gratificante volver a mostrar mis trabajos en el Museo Reina Sofía. Hace unos años participé ahí con algunas de mis películas pero ahora fue un ciclo más largo y con varias copias restauradas del negativo original. Con todos los cambios vertiginosos que se han dado en el cine en los últimos años, el concepto de exhibición ha cambiado. Yo, que siempre me he considerado como un ‘outsider’ del cine colombiano, desde hace un buen tiempo decidí retirarme del cine de ficción destinado a las salas comerciales tradicionales. Mis películas ahora circulan en otros circuitos como son los festivales, las retrospectivas, las cinematecas, cadenas de televisión y, más recientemente, en galerías de arte y en museos, como el Tate Modern, el San Francisco Museum of Modern Art y el Reina Sofía.
 
SEMANA: En Colombia, un país que es generoso en reconocimientos a los políticos, pero corto a la hora de exaltar los artistas, ¿se siente valorado y reconocido?

L. O.: Llevo haciendo cine hace casi 45 años y desde que comencé mi trabajo ha sido reconocido y premiado en Colombia, desde mis primeros trabajos en Super-8, que hice cuando estaba en la escuela de cine de UCLA, hasta mis últimos trabajos como ‘La desazón suprema’ y ‘Un tigre de papel’. Tanto mis documentales como mis películas de ficción, ya sean cortos o largos, han recibido los más altos premios nacionales, además de algunos internacionales. Asimismo hace unos años se me otorgó el Premio a ‘Toda una vida en el cine’, como reconocimiento a toda mi filmografía.

SEMANA: En un sondeo que hizo SEMANA entre 65 críticos aparecen varias de sus películas. ¿Alguna opinión al respecto?, ¿de acuerdo con los resultados?, ¿qué películas echó de menos?

L. O.: En efecto, en la encuesta de Semana fui el director más favorecido por los votantes ya que aparecen 6 filmes míos entre los mejores 50 de la historia del cine nacional: ‘Cali: de película’ (1973, cortometraje documental), ‘Agarrando pueblo’ (1978, cortometraje argumental), ‘Pura sangre’ (1982, largometraje de ficción), ‘Nuestra película’ (1993, largometraje documental), ‘Un tigre de papel’ (2007, falso documental de largometraje) y ‘Todo comenzó por el fin’ (2015, largometraje documental). Aunque toda encuesta puede ser discutible me estimula mucho saber que películas mías de distintos géneros y duraciones fueran tomadas en consideración por los críticos encuestados.

SEMANA: Llama la atención que los críticos que reseñaron sus películas hablan de la vigencia de ‘Agarrando pueblo y de ‘Pura sangre como cinta de culto y del valor que tiene hoy esta película y que tal vez no tuvo en su momento. ¿Coincide con estos comentarios?

L. O.: Claro que ha habido filmes como ‘Agarrando pueblo’ y ‘Pura sangre’, que en su momento fueron mal recibidos y hasta vilipendiados, pero que ahora han pasado la prueba del tiempo y son considerados filmes de culto o materia de estudio para académicos y docentes. ‘Agarrando pueblo’ ha tenido una suerte de 'revival' o segunda vida treinta años después de su realización. Se ha convertido en un referente para los estudiantes de cine de todo el mundo y sigue siendo vigente el tema de la pornomiseria planteado por Mayolo y yo en 1978.

SEMANA: ¿Le gustó la restauración de ‘Agarrando pueblo? ¿Quedó satisfecho con el resultado?

L. O.: Tuve la oportunidad de ver por primera vez proyectada la versión restaurada del negativo original de ‘Agarrando pueblo’ en la retrospectiva dedicada a Mayolo en FICUNAM (México). Fue casi como verla por primera vez, pues durante años circuló en versiones llenas de imperfecciones en la imagen y el sonido por el deterioro y trajín que sufrieron los elementos originales.

SEMANA: Este año son varios los homenajes a Carlos Mayolo. ¿Qué es lo que más extraña de él?

L. O.: De Mayolo extraño muchas cosas porque tuve una amistad con él que duró casi 50 años, durante los cuales realizamos varias películas en codirección o colaboramos mutuamente en los proyectos de cada uno. Extraño sobre todo su sentido del humor, su genialidad, sus rumbas descomunales, su intransigencia y su capacidad para sorprender y sorprenderse.

SEMANA: Nadie como usted para hablar del cine colombiano. ¿Le gusta lo que se hace ahora?, ¿qué hace falta?

L. O.: Yo prefiero no opinar sobre el trabajo de mis colegas. Y tampoco me gusta meter todo el cine colombiano en el mismo saco. Como siempre lo he dicho, en Colombia nunca ha existido una industria de cine sino películas aisladas. Cuando yo comencé a hacer cine no había ningún apoyo para producir películas y los cineastas se podían contar en los dedos de las manos. Ahora es muy fácil hacer cine y todo el mundo hace cine. Pero como en el cine cantidad es calidad, entre más películas se produzcan mejores películas se harán. Quizá lo que le falta al cine colombiano y a los nuevos realizadores es dejar de creer que el cine es solo una ventana al mundo sino que también debe ser una ventana hacia el mundo interior.

SEMANA: Los resultados en taquilla de las películas de Dago García cada vez son mejores. La crítica lo destroza, el público lo avala. ¿Le sorprende?

L. O.: No me sorprende. Nuestro público ha estado muy deformado por el insulso cine homogéneo que Hollywood impuso desde superproducciones como ‘La guerra de las galaxias’ hasta los remakes y adaptaciones de cómics de hoy en día. Asimismo si bien Colombia nunca ha tenido una industria de cine como tal, sí ha tenido una tradición televisiva muy exitosa que también ha deformado el gusto del público, lo que trae como consecuencia que las únicas películas colombianas de gran público sean las basadas en la comedia televisiva.

SEMANA: ¿Ya vio ‘¡Que viva la música!’? La hermana de Andrés Caicedo, autor del libro y gran amigo suyo, la cuestionó bastante. ¿Usted qué opina?

L. O.: No he visto la película ‘¡Que viva la música!’ ni me interesa mucho verla porque ya leí el libro.  Es un libro insuperable.

SEMANA: De los directos nuevos colombianos, ¿cuáles le gustan y por qué?

L. O.: No opino sobre mis colegas, el tiempo decidirá quién es bueno y quién es malo.

SEMANA: ¿De qué le ha servido el Ficci al cine colombiano?

L. O.: El Ficci ha sido muy útil para el cine en Colombia, ya que es el festival más antiguo de Latinoamérica. En su larga historia ha tenido sus altibajos pero ahora está en un muy buen momento.

SEMANA: Háblenos de su último proyecto, ‘Todo comenzó por el fin’.

L. O.: Es como el autorretrato del Grupo de Cali o ‘Caliwood’, un grupo de cinéfilos que en medio de la rumba desenfrenada y el caos histórico de los años setentas y ochentas logramos producir un conjunto de obras que ya son parte fundamental de la historia del cine colombiano. También es una historia sobre la amistad y el trabajo, sobre la celebración y la autodestrucción, sobre la imposibilidad de regresar a casa. A su vez es la historia clínica del propio realizador, quien se enfermó gravemente durante la producción del film. En suma, es la historia de un sobreviviente.