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FLUBBER

Una comedia elemental alrededor de un científico despistado y su mayor invento: una gelatina que baila

16 de febrero de 1998

Phillip Brainard es un despistado pero brillante profesor de física de la escuela Medfield, una institución de la cual su novia es la presidente. Inquieto y astuto científico, Brainard trabaja día y noche en un nuevo invento, acompañado de toda suerte de robots caseros, incluido un platillo volador que le sirve de ama de llaves. Embebido en sus experimentos el pobre profesor ha olvidado tres veces el día de su boda, motivo por el cual su prometida decide abandonarlo. Así, el nuevo invento de Brainard podría salvar su matrimonio y de paso recapitalizar a una escuela que está a punto de cerrar. Protagonizada por Robin Williams, Flubber narra la historia de un profesor de física que logra el que puede ser el mayor invento del siglo: una gelatina viviente, un componente que además de bailar y hacer travesuras es, por sí solo, una incalculable fuente de energía capaz de alcanzar velocidades asombrosas y saltos descomunales. Un extraño juego de baloncesto y otra serie de piruetas se encargarán de demostrar el poder de esta especie de gelatina atómica y, por supuesto, de divertir a los pequeños espectadores con toda clase de ocurrencias. Sin embargo, a pesar de las sonrisas que puedan despertar algunas secuencias de la cinta, acompañadas del talento interpretativo de Williams, la película no pasa de ser un cúmulo de ocurrencias graciosas sin ninguna solidez narrativa, característica típica de su productor y escritor, John Hughes, el mismo de la trilogía de Mi pobre angelito: efectos especiales a la orden del día pero ninguna sustancia que quede guardada en la memoria.