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FRANKENSTEIN

2 de enero de 1995



FRANKENSTEIN
Kenneth Branagh revive en versión moderna uno de los mejores clásicos de terror

DENTRO DE LA gama de personajes terroríficos que el cine ha producido a lo largo de su historia, tres han quedado guardados para siempre en la mente de los espectadores: Drácula, el hombre lobo y Frankenstein. Fue tal el impacto que produjeron la primera vez que aparecieron en pantalla, que posteriormente muchos directores se le midieron a la tarea de hacer su propia versión de cada uno de ellos. La persistencia en el tiempo los convirtió en los indiscutibles amos del terror cinematográfico. El primero en comprobarlo últimamente fue Francis Ford Coppola, quien con su Drácula de Bram Stoker, estrenada hace dos años, desató una vampiromanía que aún persiste. Luego llegó la visión contemporánea del hombre lobo, caracterizada por Jack Nicholson. Sólo hacía falta un nuevo Frankenstein para completar el trío. El propia Coppola ya tenía en mente llevarlo a la pantalla cuando estaba filmando Drácula. Sin embargo, en esta ocasión, prefirió participar sólo como productor, dejándole a Kenneth Branagh (Volver a morir, Enrique V) el trabajo de la dirección.
Protagonizada por el mismo Branagh, en el papel del doctor Frankenstein, la pelícu1a narra la historia de un médico del siglo XVIII obsesionado con la idea de poder crear vidas humanas por medio de electricidad. El relato está basado en la novela de Mary Shelley, que inmortalizó en el cine, en 1931, el actor Boris Karloff quien, bajo la dirección de James Whale, hizo el papel de esa criatura monstruosa, torpe y de fuerza descomunal que pronto ocuparía un lugar de primer orden en la historia del género del terror. Hoy ese papel ha recaído en la figura de uno de los actores más versátiles del momento: Robert de Niro.
Más que el proceso de creación de la criatura, la historia se centra en la relación del monstruo con su creador, el doctor Frankenstein, y en la confirmación de la incapacidad humana de emular a Dios. Hay un científico que triunfa en su experimento, pero al lado de él está su criatura, dispuesta a cualquier cosa para que su creador asuma las consecuencias de tan peligroso éxito. De esta forma, la versión de Branagh es desenfrenadamente apasionada. Es la pasión del amor lo que lleva a Frankenstein a devolver la vida a los cadáveres; y es también la pasión la que mueve al monstruo a clamar venganza por la pretensión de su creador de desafiar a la naturaleza. Es tanta la sensibilidad del personaje que produce más compasión que terror, más lástima que miedo.
Al mismo tiempo cojo, calvo y de rostro deforme, en su caracterización Robert de Niro se parece más al jorobado de Nuestra Señora de París que al Karloff de frente amplia, cabeza cuadrada y tornillos en el cuello. Y aunque estas características no son necesariamente un defecto, para muchos este nuevo monstruo no ha hecho sino revivir la nostalgia por el Frankenstein de los años 30.
Con decorados más bien sobrios, pero con una excelente banda sonora de fondo, Frankenstein de María Shelley posee un ritmo vertiginoso. Sin embargo cae en algunas ligerezas elementales, como la de un barco que sobrevive intacto a una colisión contra un iceberg.
A pesar de esto, no cabe duda de que la de Branagh es una buena y moderna resurrccción de Frankenstein, aunque al final gane más la nostalgia por el de antaño.



ME LAS VAS A PAGAR, PAPA
Ni siquiera el talento de Macaulay Culkin la salva de su mediocndad.

Desde mi pobre angelito, una de las cintas más taquilleras de la historia, Macaulay Culkin se ha erigido como una de las figuras jóvenes más prometedoras de Hollywood. Tanto que a su escasa edad él solo es capaz de llenar salas de cine.
Ahora se ha unido a Ted Danson, el mismo de Tres hombres y un bebé y Hecho en América, en la más reciente comedia del director Howard Deuth, Me las vas a pagar, papá. Culkin caracteriza al hijo de un ladrón mediocre que a punta de chantajes obliga a su padre a que lo acepte a vivir con él. Hecha exclusivamente para remover el corazón, la película hace girar la historia alrededor de las traumáticas relaciones familiares entre un padre que sólo piensa en el dinero fácil y un hijo que hace todo lo posible para que le pongan atención.
Sin embargo, ni siquiera el talento de Culkin funciona como distractor de una floja trama. Predecible y poco original, la cinta recurre a los trucos viejos y trillados de la comedia para provocar la risa y la sensibilidad del público.
Me las vas a pagar, papá es una más de las tantas películas producidas en serie a partir del mismo argumento, con los mismos personajes y la misma trama, pero con nombres y actores diferentes. Y algo así de ligero fácilmente pasa inadvertido.


CIEN AÑOS DE RENOIR
JEAN RENOIR fue proclamado por Charles Chaplin y Orson Wells como el más grande cineasta francés. En conmemoración de los 100 años de su nacimiento, la Embajada de Francia y la Cinemateca Distrital, de Bogotá, en asocio con el Museo de Museos Colsubsidio, han preparado para esta semana un ciclo con algunas de las más destacadas películas del director francés. Acompañadas de una conferencia previa, dictada por el crítico de cine Juan Diego Caicedo en la función de siete de la noche, el ciclo consta de las siguientes películas:
Lunes 5: Toni, 1934;
martes 6: La regla del juego, 1939;
miércoles 7: La gran ilusión, 1937;
jueves 8: El crimen del señor Lange, 1935,y
viernes 9: El cabo descubierto,1961.