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FRESCO INTERIOR

Una mujer que se agota en su sed de vivir, protagoniza una novela del danés Jacobsen.

21 de marzo de 1983

En muchas ocasiones, una vida azarosa o un sonado caso de comisaría se ha constituido en el elemento inicial del cual parte un escritor para crear, a partir de allí, un mundo de ficción, donde la anécdota original que dio vida a ese mundo queda diluída por completo. Hay ejemplos ilustres de lo anterior, y se multiplican todos los días, pero no es esta la ocasión para mencionarlos. Algo muy similar, sucedió con "La señora María Grubbe" (Marie Grubbe), la novela que el escritor danés Jens Peter Jacobsen publicó en 1880. La trágica aventura de la María Grubbe histórica generó varias novelas en los años posteriores y antes que Jacobsen, otro escritor danés, Steen Steensen Blicher, (1782-1848), publicó cincuenta años antes que aquel su novela "Fragmentos del diario de un maestro de aldea", inspirada también en el histórico personaje.
Por su parte Jacobsen (1847-1885) relata en su novela la dilatada trayectoria de una mujer con una irremediable vocación para el amor, arrastrada por la fuerza del instinto y sus impulsos vitales. Aquí está plasmado, igualmente, el desconcierto que la vida y sus avatares, el azar y la incertidumbre generan en un alma afectiva poseída por las ansias de vivir hasta agotarse en sí misma Como un nervio vivo a la novela de Jacobsen la atraviesa la certeza de que la vida es una trampa bella, que se debe conservar pero que es fugitiva. Y es este sentimiento profundamente arraigado en el escritor danés lo que lo mueve a plasmar con el esmero, la meticulosidad y a precisión de un artesano, las diversas circunstancias que rodean al personaje, y cada uno de los escenarios sobre los que se proyectan la galería de figuras que entran en relacion con María.
Por lo anterior es corriente escuchar la opinión ya generalizada de que Jacobsen es un romántico. Y, efectivamente, tal vez lo sea. Pero en él este aspecto se encuentra fusionado con una terca y obsesiva búsqueda de la verdad y de la libertad. Estos son los rasgos más característicos de su temática, incluso de sus escasas novelas cortas, consideradas -por otra parte- lo mejor de la literatura danesa en ese género. De no ser así no se entendería que al final de una de sus novelas más famosas, "Niels Lyhne", nos dijera: sólo así los hombres "podrán vivir su vida libremente y morirse de su muerte, sin temor al infierno, sin esperanza en el cielo, sin otro temor que el de si mismos, sin otra esperanza que la suya propia". Ni se comprendería tampoco el por qué del profundo interés de Rilke en él, quien aprendió danés para leerlo en su idioma.
Porque es perfectamente visible el parentesco entre el personaje de Jacobsen y el Malte Laurids Brigge de "Los cuadernos", pues lo que para María es certeza: "Y así era todo el mundo, todos los hombres que vivian:así, pues, eran. Y, no obstante, vivían en un necio atarearse", para el protagonista de Rilke, que es danés por añadidura, es asombro y estupor y pregunta: "¿De modo que aqui vienen las gentes para seguir viviendo? Más hubiese pensado que aquí se muere".
Es el descreimiento de todo lo ajeno,de todo lo externo, sobre el postulado último de que sólo es posible la fe en el hombre y, en definitiva, tan sólo en sí mismo. Pero Jacobsen, además, y este es otro aspecto sobresaliente de su libro, aprovechó la gran oportunidad que le brindaba el relato de esa controvertida figura femenina, para realizar con toda la delicadeza que requiere, la descripción exhaustiva de los diferentes rostros hasta conformar un amplio fresco interior de una mujer que convierte en norma de vida cotidiana, la sed de vivir.