Home

Cultura

Artículo

El mafioso Frank Lucas (Denzel Washington) se encuentra cara a cara con el honesto detective Richie Roberts (Russell Crowe) en una escena fundamental de la película

Gánster Americano

Los inicios, el auge y la decadencia de un mafioso que al parecer cayó en todos los lugares comunes del hampa.

9 de febrero de 2008

Título Original: American Gangster.
Año de estreno: 2007.
Actores: Denzel Washington, Russell Crowe, Chiwetel Ejiofor, Cuba Gooding Jr., Josh Brolin, Lymari Nadal, RZA, Ted Levine, Ruby Dee, Armand Assante, Carla Gugino.

Lo único que podría convertir a Ridley Scott en un “autor”, como eran “autores” los cineastas franceses de la Nueva ola, sería la sospecha de que todas sus películas cuentan la historia de un duelo. Pensemos en Blade Runner, Los duelistas y Gladiador: se podría decir que todas, así no tengan por ningún lado la marca de estilo de una persona (salvo, quizá, cierta manera de hacer las cosas que se aprende en el mundo publicitario), cuentan el traumático encuentro entre dos mundos. En esta nueva entrega, Gánster americano, un mafioso negro llamado Frank Lucas tiene que vérselas con un honesto detective de la Policía (famoso por haber devuelto un maletín con un millón de dólares) que responde al nombre de Richie Roberts.
El problema es que ese mafioso brutal que logró hacerse rico en los años de la guerra de Vietnam al adaptar el modelo de la mafia italiana a sus propios negocios oscuros, es interpretado por Denzel Washington como si no pudiera ya dejar de ser Denzel Washington. O mejor: que la película no logra darles vida a los personajes, a los hechos o a los escenarios del hampa. A Gánster americano le pasa lo que les pasa a las malas biografías cinematográficas: que se reducen a ser una suma de sucesos obvios que van a dar a la muerte del protagonista o a un letrero antes de los créditos que empiece con algo así como “Frank Lucas fue condenado a 40 años de cárcel…”
Gánster americano cuenta una vida irrepetible. Pero, a fuerza de escenas sosas y lugares comunes, uno siente que se la sabía de memoria desde antes. Y que habría dado lo mismo no verla.