Home

Cultura

Artículo

Alfonso Cuarón y Emmanuel Lubezki | Foto: A.F.P.

CULTURA

‘Gravedad’, realización en cero

Los mexicanos Alfonso Cuarón y Emmanuel Lubezki impactaron al mundo con ‘Gravedad’. ¿Cómo lograron estos visionarios hacer una cinta que parecía imposible?

19 de octubre de 2013

Desde su estreno hace dos semanas en Estados Unidos, Gravedad, la película del director Alfonso Cuarón, se ha convertido en el fenómeno cinematográfico de 2013. Con ingresos de taquilla que superan los 200 millones de dólares en todo el mundo –buena parte de ellos conseguidos en teatros Imax o con 3D– le recuerda a una industria tan reacia a tomar riesgos como Hollywood que aventurarse a lo desconocido puede tener excelentes resultados.

Un artículo en la revista Variety de la semana pasada señalaba que Legendary Pictures y Village Roadshow fueron apenas dos de las muchas empresas productoras que cometieron un “error de cálculo galáctico” al negarse a financiar la película de Cuarón. 

Visto en contexto, era comprensible que reaccionaran de ese modo, pues la complejidad técnica de la película la hacía parecer irrealizable. “Los escépticos de la industria creían que ‘Gravedad’ explotaría en pedazos si Cuarón no lograba desarrollar la tecnología de punta necesaria para hacer volar la historia”, continúa el artículo. Pero al final, Cuarón y su equipo, con el director de fotografía Emmanuel ‘Chivo’ Lubezki y el experto en efectos especiales Tim Weber a la cabeza, lograron hacer su epopeya espacial de la forma más convincente posible con la tecnología actual.

La película sigue la aventura de dos astronautas que quedan flotando en órbita tras sufrir un accidente y necesitan encontrar la manera de volver a la Tierra antes de que se les acabe el oxígeno. Anthony Lane, el crítico de la revista The New Yorker, la calificó de “abrumadora experiencia física”, buena parte de la cual se debe a innovaciones técnicas que fueron surgiendo durante los cuatro años que duró el proceso de realización.

“Tuvimos que hacer primero toda la película como una animación”, explicó Cuarón en una entrevista a la revista Wired. “La editamos incluso con sonido, para asegurarnos de que el ritmo funcionara con los efectos y la música. Cuando estuvimos contentos con eso, tuvimos que hacer la iluminación. Luego hubo que traducir ese trabajo a movimientos de cámara reales y posiciones de luces y de los actores”, dijo.

Dedicaron los primeros dos años y medio a hacer esa primera versión animada, luego rodaron con los actores y luego los animadores tuvieron que rehacer buena parte de su trabajo para integrar a los actores con los fondos, con las estrellas y la tierra en silueta.

El hecho de que un artista cambie las posibilidades de un medio no es muy común y, en este caso, ese logro estuvo atado a las necesidades del proyecto. “Cuando un director tiene una visión, mi labor como cinematógrafo es tratar de traducirla en imágenes”, señaló Lubezki en una entrevista con thecredits.org. “No había equipos (en ese entonces) que yo pudiera alquilar ni nada que ya estuviera armado. Lo que haces es reunir a un equipo de gente en quien confíes, que comparten tu dedicación, y comienzas a hacer pruebas y a crear tus propios equipos”, dijo.

Lubezki y sus compañeros construyeron lo que llamaron ‘La Caja’, un cubo con pantallas de LED en sus seis superficies y un agujero en uno de sus lados. Por ahí la cámara, controlada por un robot diseñado para la industria automovilística pero adaptado a un nuevo papel, seguía la coreografía que la animación ya había armado.

Las superficies de LED permitían que las luces que se ven en los rostros de los actores concuerden con lo que sucedía en las imágenes generadas por computador: “Toda la información y las imágenes que le pones a este monitor ilumina los actores y puedes poner todas las escenas que previsualizaste en este gran cubo, así el espacio se puede mover alrededor de los actores”, explicó el director de fotografía. 

Tanto Cuarón como Lubezki hacen énfasis en la necesidad de trabajar con gente en la que confíen, algo que obviamente sucede entre los dos. Lubezki, considerado uno de los mejores directores de fotografía del presente, que ha rodado películas para leyendas como Mike Nichols y Terrence Malick, se conoció con Cuarón en México cuando eran adolescentes. “Íbamos a las mismas fiestas, hablábamos de las mismas chicas, bailábamos juntos e íbamos al cine juntos”, dijo. 

La relación continuó cuando se hicieron profesionales. Lubezki ha dirigido la fotografía de casi todas las películas de Cuarón (con excepción de algunos cortos y de su versión de Harry Potter) desarrollando un estilo particular con tomas muy largas y complejas sin cortar, conocidas como planos secuencia.

La primera toma de Gravedad, por ejemplo, dura más de diez minutos y en Niños del hombre, de 2006, hacia el final hay otra toma anonadante en donde la cámara acompaña a uno de los protagonistas evitando balas y recorriendo un edificio derruido. Son decisiones formales que tienen incidencia en el contenido emocional de lo que se ve.

“La razón por la que me gustan los planos secuencia es por la sensación que dan de tiempo real”, dijo el director a Wired. Lubezki, en su entrevista, fue más allá. “Alfonso no hace estos planos por querer pavonearse… los hace porque quiere capturar cierta emoción y cree que solo con estos planos se pueden captar, solo así los espectadores se sumergen tan profundamente en esos momentos”.

Eso, además de que la perspectiva de la cámara hace que los espectadores sientan que están dentro de la acción, en gravedad cero. Todo lo cual ha hecho que el público busque ver una y otra vez esta película destinada, sin lugar a dudas, a convertirse en un clásico de la ciencia ficción.