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Carlos Fuentes aplaude a Fernando del Paso, mientras Gabriel García Márquez le levanta el brazo al escritor homenajeado.

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Guadalajara fue colombiana

Gracias a sus escritores y sus músicos, Colombia fue el centro de todas las miradas en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. También abrió nuevos mercados para la industria editorial. Crónica de Juan David Correa.

1 de diciembre de 2007

Màs allá de los orgullos patrios, la semana que termina puso a Colombia en un lugar central en la industria editorial en español. Colombia, o 400 colombianos, más bien: esa fue la cifra que entregó el Ministerio de Cultura, que se mostró complacido con la respuesta del público que asistió a la feria de Guadalajara que termina el lunes 4 de diciembre. La delegación fue variada: directores de medios, columnistas, escritores, músicos, artistas plásticos y editores. Todos han sentido, según dijo el editor César Hurtado, director de la editorial La Carreta, que el interés por los libros colombianos aumentó gracias a esta invitación. Él, por ejemplo, ya negoció tres coediciones con la editorial Siglo XXI y sus libros serán distribuidos en México, y sostuvo reuniones con editores norteamericanos para internacionalizar su catálogo. Lo mismo dijo Nicolás Morales, columnista de la revista Arcadia, a quien la feria lo recibió con la buena noticia de que los libros de los fondos de las universidades se distribuirán en México.

Muchos se preguntaban por qué es tan diferente esta feria a las que se hacen en Colombia. Lo primero que habría que decir es que la Feria Internacional del Libro (FIL) es una empresa que trabaja en función del principal evento cultural de la ciudad. Y a ello le dedican un esfuerzo que se refleja no sólo en la gran prensa, sino en publicaciones mexicanas que ocuparon sus ediciones con la cultura en Colombia. El lunes, la revista Punto de Partida presentó una antología de nueva poesía colombiana escogida por Federico Díaz-Granados. Lo que se descubre, a través de la seriedad con la que se aborda cualquier tema, es que los editores mexicanos han puesto su empeño en mirar de verdad a ese otro que los visita. La Universidad Nacional Autónoma de México (Unam), la de Guadalajara, la revista Fractal, y Babelia del diario El País, de España, son algunos de los nombres que se vienen a la cabeza cuando se piensa en publicaciones dedicadas a Colombia. Esa quizá sea una de la razones por las cuales, decían varios grupos en un coctel ofrecido el martes en el pabellón de Colombia, la organización no sólo pasa por lo logístico, sino por el fondo mismo: se trata, para la FIL, de poner a su invitado en el centro para conocerlo.

Aunque en el centro estuvo la literatura con una cincuentena de nombres, la presencia del país se extendió a la ciudad y a las noches de fiesta que son parte del espíritu de la feria. Así, el Instituto Cultural Cabañas acogió la exposición Espíritus, orfebres y chamanes, El oro en Colombia, una muestra que la prensa comentó con entusiasmo. Lo mismo ocurrió con Débora Arango, una revolución inédita del arte colombiano, exhibida en mismo instituto. En el Museo de las Artes Musa se mostró la obra de Rogelio Salmona, y en el Museo Regional de Guadalajara, Me gustas mucho tú, trabajo de Popular de Lujo que mereció un comentario de Raúl Padilla, director de la FIL, quien dijo que no podía creer que México y Colombia compartieran tanto en la entraña popular.

Cada noche se presentaron grupos nacionales, del llano con el Cholo Valderrama, al funky tropical de Pernett o la salsa urbana de La 33. Eso, dijo Paula Moreno, ministra de Cultura, demostró por qué era importante no quedarse con los conocidos.