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GUANTANAMERA

EL DRAMA CUBANO VISTO CON HUMOR POR LOS MISMOS CREADORES DE FRESA Y CHOCOLATE

13 de mayo de 1996

Directores: Juan Carlos Tabío y Tomás Gutierrez Alea Protagonistas: Jorge Perugorria, Mirtha Ibarra, Carlos Cruz, Raúl Eguren, Pedro Fernández, Luis Alberto García, Conchita Brando y Suset Perez uego de las de-nuncias lastimeras que trazaron sus derroteros por años hasta moldearle cierto tipo de identidad ante el mundo, el cine latinoamericano está aprendiendo a reírse de sus propias tragedias. Y así como en Colombia toda la carga de la problemática social, siempre vigente, ha sido liberada a través de tragicomedias como La estrategia del caracol y La gente de la Universal, en Cuba dos directores curtidos, Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío, están haciendo algo similar con el drama de esa isla rebelde condenada a morir de inanición. Después de la exitosa Fresa y Chocolate, llega a las pantallas colombianas Guantanamera, la reciente realización del dúo cubano. Pero esta vez no se trata de enfrentar ideologías ni sueños. En Guantanamera la denuncia se ha escondido detrás de un drama hilarante y patético alrededor de la realidad cada vez más agobiante de Cuba. Por medio de la larga y extenuante peregrinación que supone el transporte de un cadáver a través de la isla para darle plena y cabal sepultura de acuerdo con las más absurdas normas burocráticas, Tabío y Gutiérrez trazan una semblanza de la penuria tragicómica cubana. La escasez de gasolina, de alimentos, de repuestos; la lucha por el dólar, el rebusque y el deterioro del asfixiado sistema, van haciendo su aparición por las carreteras cubanas, cuyos cruces servirán para la reanudación de una antigua historia de amor que el destino se resiste a dejar morir. La película es cómica, romántica y muy real. Sin embargo se queda sin argumentos demasiado pronto y toda la fuerza de la primera mitad de la cinta, con todo su humor y su gracia, se transforma en una caricatura en la última, pues todo parece reiterativo, repetido y algo cursi. Aún así, Guantanamera es un ejemplo refrescante de la nueva cara del cine latinoamericano.