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In the mood for love

Chow Mo-Wan y Su Li-Zhen quizás estén enamorados pero se resisten a caer en el lugar común del adulterio.

Ricardo Silva Romero
20 de agosto de 2001

Algunos espectadores estamos mal acostumbrados. Esperamos guiones que comiencen en la página 30, queremos ser testigos de los hechos en vez de intuir emociones en las imágenes, y ver una película como In the mood for love, cuya acción solamente ocurre dentro de los personajes, nos cuesta tanto trabajo como leer un poema de hace 500 años. Pero hay que hacer un esfuerzo. Vale la pena comprender que una historia no siempre es, necesariamente, una búsqueda en tres actos.

Es difícil de creer pero In the mood for love es una película erótica. Y lo es, claro, porque nunca nos revela los aburridos detalles íntimos de la historia sino que nos sugiere, detrás de las miradas y de los movimientos de sus protagonistas, el deseo y la necesidad del amor, y porque el contacto físico entre esos dos vecinos, Chow Mo-Wan y Su Li-Zhen, hombre y mujer, que descubren que la esposa de él y el esposo de ella sostienen un cobarde romance, se reduce a compartir un paraguas en un aguacero, una mesa de un restaurante o un abrazo en una escena simulada en una habitación. Es decir, un poco menos que en Bajos instintos.

Como en La edad de la inocencia, rozar una mano se convierte en un acto de valentía porque en el Hong Kong de 1962, como en la Nueva York de comienzos del siglo, las matronas, los amigos, las empleadas, todo el mundo está mirando y la infidelidad y las malas costumbres, en boca de los demás, pueden terminar con una vida. Pero lo mejor de todo es que no es sólo por eso, por esa sociedad que espía, por lo que Chow, editor de un periódico, y Li, asistente del gerente de una empresa, no se dejan llevar por lo que sienten aun cuando ya se han dado cuenta de que están enamorados. Ellos dos, juntos, han tomado la decisión de no ser como sus parejas, de no caer, como los demás, en el lugar común del adulterio.

In the mood for love, dirigida por Wong kar-Wai, el aclamado realizador de Happy Together y Chungking Express, pierde fuerza en su repetitiva resolución pero es y será la brillante descripción de un amor también puede ser una amistad o el hallazgo de dos soledades— que sobrevive, como un gran secreto, en los silencios y en los desencuentros y que se resiste a deshacerse, para siempre, en la realidad. En la atención al movimiento del humo y de la lluvia, en el seguimiento a los pasos de los personajes y en la ruinosa imagen de una escalera vacía, por decir sólo los más evidentes, Wong kar-Whai encuentra inmejorables caminos, casi musicales, para expresar lo que quiere decir: que el mundo ocurre adentro, que hay que pronunciar los secretos y enterrarlos, que el deseo se queda atrapado en el tiempo y se ve, en la memoria, como a través de un vidrio empañado.

No es una linda interpretación. Son momentos y frases de la película. Están ahí. Hay que tener paciencia para verlos, pero están ahí.