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INOLVIDABLE

Veinte años después de su muerte, Tito Rodriguez sigue siendo considerado uno de los mejores boleristas.

14 de febrero de 1994

TITO RODRIGUEZ cantaba cortando las palabras, haciendo de ellas susurros que se alargaban, acariciándolas y meciéndolas en una romántica orquesta de violines. Esa manera de elogiar el sentimiento y la pasión dejaron una profunda huella en el estilo de cantar boleros. Estilo que, si bien fue creación suya, fue asimilado -que no imitado- por otros cantantes de renombre, tales como Armando Manzanero, Vitín Avilés y Cheo Feliciano.
Aunque Tito y bolero fueron sinónimos, ya casi poco se recuerda de que este Rajah de la música latina fue en su tiempo el más importante sonero y guarachero del continente. Su orquesta, del tipo de big band jazzístico, tuvo gran responsabilidad en la divulgación y popularización del mambo y el cha-cha-chá en Estados Unidos a principios de los años 50. Sus presentaciones en el famoso Palladium Ballroom de Nueva York (la meca de los músicos cubanos que emigraron tras la revolución de Fidel Castro) lograron que empresarios estadounidenses se fijaran en que, tras el aparente tropicalismo de los ritmos afrocaribes. se escondía un movimiento musical de grandes repercusiones. De ese convencimiento surgió el latin jazz y grabaciones memorables de Charlie Parker y Dizzie Gillespie con las orquestas de Machito y el propio Tito Rodríguez.
En septiembre de 1971 se le descubrió a Tito una leucemia crónica. Su final se volvió algo inminente. Pero poco antes de morir se le hizo un apoteósico homenaje en el Madison Square Garden. Estuvieron todas las estrellas de la Fania All Stars, sus amigos, su familia... Allí cantó por última vez. Su interpretación de Inolvidable, el legendario bolero del cubano Julio Gutiérrez fue aplaudida por los 70 mil espectadores que lo escuchaban: "...En la vida hay amores que nunca pueden olvidarse, imborrables momentos que siempre guarda el corazón". Así se despidió Tito Rodríguez del bolero.