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¿INVASION A COLOMBIA?

En el último best seller gringo, los marines invaden a Colombia para acabar con el cartel.

18 de septiembre de 1989

Primero fue el alcalde de Nueva York quien sugirió una invasión "amable" a Colombia con el fin de acabar con los narcotraficantes y sus posesiones. Luego el jefe de policía de Los Angeles insistió en una operación similar contra Colombia y otros países, hasta cuando la semana pasada el mismo presidente George Bush salió al quite de tales propuestas y afirmó que cualquiera de tales medidas estaba descartada a menos que el pais interesado así lo solicitara.

Curiosa y coincidencialmente, el más leído de los escritores norteamericanos de novelas de acción y misterio, Tom Clancy, acaba de publicar en la editorial Putnam un libro titulado Clear and present danger, en el cual un personaje, fanático de su oficio como asesor de seguridad nacional, el vicealmirante James Cutter (calcado del modelo real de John Poindexter), recibe aprobación presidencial para una operación secreta contra el cartel de Medellín, que consiste en el lanzamiento de cuatro batallones de la élite de la infantería, en el corazón de la selva colombiana y con el fin de acabar de una vez por todas con la producción y exportación de cocaina.

Hay de todo en esta novela y, como los libros anteriores de Clancy, está llamado a convertirse en el best seller de la temporada, después de The hunt for red october (5 millones de ejemplares vendidos), Red storn rising (4 millones), Patriot games (3.5 millones) y The cardinal of Kremlin (3 millones de ejemplares), sólo en ediciones de bolsillo, sin contar los libros con tapa dura que pueden cubrir una tercera parte de esa cantidad.

Obsesionado con los detalles, símbolos, elementos, informaciones y actitudes de los militares norteamericanos a quienes--lo mismo que a sus barcos, submarinos, aviones y armamentos--ha llegado a conocer mejor que la mayoría de sus oficiales, Clancy cuenta las vicisitudes del sargento Chávez y los demás militares encargados de esta operación contra Colombia. El director del FBI es asesinado durante una visita secreta a Bogotá, los aviones invasores bombardean las posesiones de los narcotraficantes, mientras las fuerzas de élite permanecen en la selva bajo las órdenes de James Cutter. Como en otras novelas suyas, Clancy envía a una de las estrellas de la CIA, Jack Ryan,a que rescate las tropas empantanadas en la selva.

Tom Clancy es un caso curioso dentro de la literatura norteamericana, esa literatura de supermercado que se adquiere junto con las cebollas, los quesos y los detergentes y sirve para soportar un largo fin de semana en la playa. Resentido con los críticos, para quienes sus libros no tienen la menor calidad, Clancy sigue aferrado a los elementos que pregona en sus historias, elementos que sus personajes, al menos los buenos, comparten con entusiasmo: profesionalismo, la defensa del orden establecido, patriotismo por encima de todo y ceñirse a las reglas planteadas.
No en balde en la mesa de noche del ex presidente Ronald Reagan los libros de Clancy son los más utilizados.

El tema del narcotráfico en sus libros era esperado ansiosamente por los fanáticos de Clancy. Traducido a numerosos idiomas, con más de 20 millones de ejemplares vendidos desde 1984 y con anticipos por derechos de autor que en el caso de su último libro llegaron a 4 millones de dólares, a los 42 años ha jugado con todas las posibilidades de una imaginación repleta de armas, uniformes, héroes y acciones de guerra: es capaz de contar la deserción de un submarino soviético, los amagos de una tercera guerra, el secuestro de una pareja real idéntica a Carlos y Diana, y hasta la fuga del jefe de la KGB a bordo del avión presidencial norteamericano.

Clancy quiere demostrar ahora, con esta invasión a Colombia, cómo el gobierno norteamericano toma decisiones, quiénes las ejecutan y qué ocurre cuando las cosas salen mal. No hay que ir muy lejos para entender que el fracaso de la misión en las selvas colombianas es una alusión franca a recientes y estruendosos fracasos de misiones secretas norteamericanas en el extranjero, con toda la verguenza y el deshonor acarreados. Para Clancy, quienes salen pagando los errores de sus superiores, son los oficiales y soldados lanzados al desierto o a la selva para ejecutar operaciones que estaban condenadas al fracaso desde un comienzo.

Seis años atrás este hombre vendía seguros y todas las noches escribía en la mesa del comedor de su casa, donde vivia con la mujer y tres hijos, con el procesador de palabra que se llevaba de la oficina. Mientras escribia The hunt of red october, sólo tenia una obsesión: escapar de la trampa económica y animica que la vida le habia tendido. Creó el personaje de Jack Ryan, el agente de la CIA, se documentó exhaustivamente sobre temas militares hasta un detallismo fastidioso y se convirtió, desde su primer libro, en el favorito de los oficiales, quienes lo invitaban a largos cruceros en aviones y barcos durante las maniobras. Eso le daba más realismo a sus libros.

Sin embargo, para su novela sobre Colombia la investigación ha sido parca. Por supuesto nunca ha estado ni estará en este país, pero partiendo de la base de que las selvas colombianas son iguales a las de cualquier sitio del planeta, dejó que la imaginación hiciera de las suyas. Leyó muchos articulos de revistas sobre el narcotráfico, los muertos, las campañas dentro y fuera de Estados Unidos, habló largo con miembros de las fuerzas de élite que son enviadas a misiones secretas al extranjero y con ese material construyó este relato en un tiempo muy breve. Después alquiló todo un vagón de la Armtrak para recorrer el país de punta a punta por via férrea, con su familia y algunos amigos y, como es un idoló para los militares, en el fondo de su corazón espera que le asignen una alta misión oficial, aunque sea sin sueldo.-