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Un equipo de Navy Seal viaja por el mundo y cumple peligrosas tareas.

CINE

Invencibles

Esta película de guerra, protagonizada por verdaderos soldados, tiene la sutileza de una propaganda de reclutamiento.

Manuel Kalmanovitz G.
15 de septiembre de 2012

Título original: Act of Valor
Directores: Mike McCoy y Scott Waugh
Guionista: Kurt Johnstad
Actores: Jason Cottle, Nestor Serrano, Walter Ross, Ailsa Marshall, Dimiter D. Marinov y Thomas Rosales Jr.
 
Esta es una película de guerra de soldados obedientes. No hay nada de esas desconfianzas, ni dudas morales, ni problemas de consciencia que a menudo se ven en otras películas bélicas. Hacen lo que les mandan a hacer y lo hacen muy bien, armados hasta los dientes, protegidos por chalecos antibalas y helicópteros artillados. Los personajes principales no son actores, sino miembros de los Navy Seals, una unidad de élite de la marina estadounidense, así que lo que vemos tiene el atractivo de ese realismo (fueron los encargados de la redada a Bin Laden).

No es una buena película, aunque sí es interesante por un par de razones. Las actuaciones son, empecemos por ahí, planas como una oblea (como era de esperarse). Cuando no están disparando o matoneando por ahí, la interacción entre los personajes principales da pena. Es como si solo pudieran comunicarse entre sí dándose golpecitos en la espalda y atragantándose con monosílabos, sin matices.

No hay tensiones entre ellos, ni pensamientos independientes. Lo que vemos es que reciben órdenes y las cumplen. Luego les dan más órdenes que también cumplen. Algunos mueren y solo entonces dejan de cumplir órdenes, ni modo. De pronto sus fantasmas sigan cumpliéndolas, aunque esta película no tiene suficiente imaginación para preguntárselo.

La primera cosa interesante es que fue hecha de manera independiente, con cámaras relativamente baratas y digitales, y demuestra que una película hecha así, poco sofisticasda, puede verse muy profesional.

La segunda razón de interés es geopolítica. Se trata de una saga global en la que esta unidad de élite va por el mundo matando gente, sin respetar fronteras, tratados, humanidades. Narcotraficantes en Costa Rica, coyotes en México, fundamentalistas islámicos en Filipinas, en Chechenia. No hay acusación, ni juicio, ni nada: solo la bala de un francotirador en medio de la frente.

Afortunadamente están tan bien entrenados y las órdenes que reciben son meditadas con tanto cuidado que nunca hay daños colaterales. A diferencia de los malvados, que ponen bombas en colegios y torturan mujeres con taladros, los buenos matan con precisión quirúrgica únicamente a sus objetivos (fáciles de distinguir por sus barbas descuidadas).

La campaña de matanzas internacionales tiene la lógica del poderoso asediado: hay que matar a los enemigos antes de que lleguen a sus puertos. Y esta unidad de élite es el gatillo. El problema es que todo esto visto desde afuera, desde un país que no sea Estados Unidos, es una película de terror. Los invencibles, igual que los soldados, no pierde tiempo en cuestionamientos. Nos ofrece, en su lugar, explosiones, balaceras y demostraciones apabullantes de fuerza. Es una propaganda que aterra con su combinación de obediencia, arrogancia y estupidez. Es interesante, pero terrible.