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Rhodes se presentará el próximo 31 de enero en el Teatro Colón de Bogotá. Ya estuvo en Medellín y Cartagena, como uno de los principales invitados al Hay Festival. | Foto: Cortesía Rey Naranjo Editores

LIBRO

Bach salvó a este pianista

James Rhodes es el autor de ‘Instrumental’, la autobiografía más desgarradora de los últimos años: una historia que incluye violaciones, drogadicción, pabellones psiquiátricos y una redención a través de la música clásica. Está de gira en Colombia.

José Vicente Guzmán Mendoza
29 de enero de 2017

Cuando le tocaban la espalda, veía televisión, observaba niños o tenía relaciones sexuales, a James Rhodes le volvía a aparecer en su mente la experiencia de haber sido violado por un profesor cuando apenas tenía 5 años. Ese trauma le había dejado una marca profunda que lo llevó a tomar decisiones extremas: probó las drogas, se obsesionó con el alcohol, estuvo internado en hospitales psiquiátricos y trató de suicidarse cinco veces.

Nacido en 1975 en Londres, hasta ese fatídico instante vivió una infancia normal. Sus conocidos lo recuerdan como un niño un poco tímido que no tenía muchos amigos. Por eso le gustó sentirse incluido cuando su maestro de gimnasia en la primaria Arnold House –un colegio privado ubicado en la misma calle de su casa– comenzó a tratarlo con más confianza que al resto de sus compañeros. Y aunque al principio el pequeño James asistía feliz a sus clases con el profesor, con el tiempo comenzó a cambiar de actitud: lloraba cada vez que le tocaba ir al gimnasio, les rogaba a sus padres y a otros profesores que no lo obligaran a asistir y volvía de allí cabizbajo y silencioso, algunas veces con sangre en la boca o en las piernas.

El profesor abusó sexualmente de él durante cinco años y por mucho tiempo mantuvo el asunto en secreto. Y aunque la directora de la escuela sospechó que algo raro ocurría, solo confirmó la gravedad de los hechos casi 30 años después, cuando leyó una entrevista en la que James –ahora un reconocido pianista– contaba lo que le había pasado. Esa experiencia cambió su vida para siempre y le dejó varias secuelas físicas y psicológicas: tics nerviosos, trastorno obsesivo-compulsivo, ansiedad, molestias estomacales, daños en la espalda y un sinfín de problemas de comportamiento.

Su única salvación fue la música. Un día escuchó por casualidad en su casa un casete con una versión en vivo de La chacona de Johann Sebastian Bach, y el mundo de repente tuvo sentido. “Fue como si estuviera helado y me hubiera metido debajo de un edredón megacaliente e hipnóticamente confortable, sobre uno de esos colchones de 3.000 libras diseñados por la Nasa. Jamás en mi vida había experimentado algo semejante”, escribió sobre ese episodio. Desde entonces, el piano se convirtió en su escape. Y aunque recayó muchas veces en las drogas y las autolesiones (se hacía cortes en los brazos), la música siempre volvía para salvarlo. Así que decidió dedicarse por completo a ella, se volvió un alumno obsesionado con el piano y a punta de esfuerzo y con la ayuda de grandes amigos se convirtió en uno de los concertistas más reconocidos en su país.

Durante mucho tiempo mantuvo el tema de la violación en secreto. Pero en medio de su proceso de sanación decidió hacerlo público. Al principio, simplemente hablaba sobre el tema en las entrevistas o en programas de televisión, pero luego lo convencieron de contar la historia completa en una autobiografía. Así nació Instrumental: memorias de música, medicina y locura (2015, Rey Naranjo Editores), un libro que desde el comienzo estuvo envuelto en polémicas. Su primera esposa lo demandó porque consideraba peligroso que su hijo conociera los detalles de sus excesos y el caso llegó hasta la Corte Suprema de Reino Unido. “Era una cosa loca. Ella tampoco quería que hablara sobre mi pasado en las redes sociales, en las entrevistas ni en los conciertos. Sentí que era muy importante pelear por contar mi historia porque, si ella hubiera ganado, habría sentado un precedente terrible y peligroso, que hubiera afectado incluso a los escritores y a los periodistas”, dijo Rhodes a SEMANA.

La justicia le dio la razón al músico y el libro vio la luz 14 meses después. Es un autorretrato desgarrador y sincero en el que el pianista habla descarnadamente de su violación, de las consecuencias de este episodio en su vida, del nacimiento de su hijo, de su separación, de sus visitas a los hospitales psiquiátricos, de la música clásica y de la influencia que ejerció para salvarlo.

Así, Instrumental se convirtió en uno de los libros más comentados del año pasado y en un éxito en ventas en Reino Unido. Además, James saltó a las primeras planas de muchos medios de comunicación alrededor del mundo. Hoy, incluso, lo llaman con mayor frecuencia para hacer conciertos fuera de su país. “Fue muy difícil escribir algunos episodios. Lo más difícil es la pena que uno siente por el abuso infantil. Pensar que hice algo malo, que la culpa es mía, que es mejor no hablar de eso. Pero lo hice y luego de recibir tantos mensajes de tanta gente expresando apoyo o de personas agradecidas porque les ayudé a entender a sus seres queridos, creo que valió la pena”, cuenta.

El libro es un ejercicio de catarsis y de sanación, pero también es un manifiesto a favor de la música clásica y un homenaje a compositores como Beethoven, Rachmaninov, Schubert, Chopin, Mozart y, obviamente, Bach. De hecho, el pianista acompaña cada capítulo de su libro con una recomendación musical y un pequeño relato sobre el compositor de cada pieza. Para eso, creó una lista disponible de forma gratuita en Spotify en la que cualquier persona puede escuchar las melodías.

Su idea es que más gente se acerque a la música clásica. Una obsesión que mantiene inquieto a Rhodes desde que entró al medio artístico y sintió que la industria estaba en vía de extinción: “No estoy seguro de cómo es en Colombia, pero en Inglaterra, la mayoría de Europa y en Estados Unidos casi todos los conciertos de música clásica están hechos para personas ricas, que se sienten más inteligentes y cultas solo porque saben cómo pronunciar los nombres de los compositores, en qué momento se puede aplaudir y cómo deben ir vestidos a los conciertos. Pero todo eso es pura mierda. No significa nada”.

Por eso sus conciertos son muy diferentes. Se va vestido de manera informal, habla en medio de cada interpretación, hace chistes para el público, cuenta la historia de los compositores y las melodías que crearon y no se molesta si la gente aplaude en la mitad de las piezas. “Lo más importante es que por una hora y media, y cuando las luces se apaguen, ellos puedan cerrar sus ojos y escuchar algo maravilloso, puro, que les permite soñar”. Una experiencia que los colombianos podrán apreciar de cerca ahora que Rhodes está de gira por tres ciudades del país. Ya se presentó en el marco del Hay Festival en Medellín (26 de enero) y Cartagena (28 de enero), y ahora lo hará en Bogotá, el 31 de enero en el Teatro Colón.

La idea ha funcionado. Los auditorios en donde se presenta casi siempre se llenan, la mayoría de críticos lo alaban y muchos de quienes asisten a sus conciertos rondan los 20 años y casi nunca han escuchado música clásica.

Por eso, para Rhodes su historia también es la de un sueño cumplido. En los peores momentos de su vida, cuando estaba internado en hospitales llenos de personas con problemas de salud mental, en medio del sopor de las medicinas, escuchaba a los grandes pianistas interpretar a sus ídolos y pensaba que llegar allá era un sueño lejano. Pero ahora, a sus 39 años, él inspira a muchos. “Cualquiera puede hacerlo. Deberían hacerlo. Encontrar un tiempo extra para cumplir sus sueños. Es realmente hermoso ver que fue posible conseguir algo que siempre quisiste hacer en tu vida, por más difícil que esta sea”.