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Además de coreógrafo y artista plástico, Jan Fabre ha trabajado como cineasta. | Foto: Jeroen Mantel

TEATRO

“Espero que mi arte sea incómodo”: Jan Fabre

El polémico artista belga Jan Fabre vuelve a Colombia para el XV Festival Iberoamericano de Teatro. Como siempre, su obra no pasará inadvertida.

20 de febrero de 2016

Es uno de los directores de mayor prestigio que trae el XV Festival Iberoamericano de Teatro. Y no se identifica como europeo sino como “un artista de provincia”. Criado en un suburbio del puerto de Amberes, a los 15 años ya se había convertido en un “pequeño gánster”. Y ese bien pudo ser su destino, pero se salvó. Estudió en la Real Academia de Bellas Artes de su ciudad y se convirtió en un artista de renombre mundial con una obra experimental, bella, escandalosa, atrevida, original, que lo llevó a ser el primer artista vivo en tener una exhibición solitaria en el Museo del Louvre. Jan Fabre habló con SEMANA.

SEMANA: ¿Usted se considera un provocador?

JAN FABRE: Nunca trato de provocar con mi trabajo. Mi objetivo es buscar la belleza.

SEMANA: ¿Cuál es el origen de su obsesión por los fluidos corporales? La sangre, por ejemplo, está muy presente en su obra…

J.F.: Mi trabajo en teatro y en artes visuales es una investigación del cuerpo humano en todos sus aspectos: mental, social, físico e histórico. El cuerpo es mi herramienta principal y mirar adentro de él es natural.

SEMANA: Durante años usted ha hecho dibujos con su sangre, su esperma, sus lágrimas…

J.F.: Es una investigación a fondo de la capacidad y de las cualidades de mi cuerpo. Dibujando con lágrimas, por ejemplo, descubrí sus diferentes cualidades en el papel. Las lágrimas de alegría o de tristeza se comportan de forma completamente diferente sobre el papel.

SEMANA: ¿Cree que su arte puede ser incómodo, e incluso agresivo, con el público? Algunas personas no resisten sus obras completas…

J.F.: Agresivo, no; incómodo, espero que sí. Cuando a todo el mundo le guste mi teatro podrán empezar a referirse a él como ‘diseño’ o ‘hecho por Ikea’ (la multinacional de muebles), no como arte. Mi trabajo es problemático porque la belleza y la intensidad del ser humano pueden ser problemáticas. Yo hablo de la muerte y la intensidad de la vida. La oscuridad y la luz se mantienen en equilibrio.

SEMANA: También es imposible no preguntar por su fascinación por los insectos. ¿Cómo surgió?

J.F.: Tengo un gran amor por los animales, mi padre solía llevarme al zoológico a dibujar. Y siendo niño creé un laboratorio en el jardín para experimentar con los insectos. Descubrí que ellos son los primeros computadores del mundo, son pequeños y hermosos monstruos llenos de información. Se comportan de manera colectiva, se comunican con olores y movimientos. Más tarde me inspiré en su comportamiento cinético para mi trabajo.

SEMANA: Usted habla de la belleza de una manera muy profunda y apasionada. Y siempre encuentra una nueva manera de definirla. ¿Hoy cómo la describiría?

J.F.: Cuando hablo de la belleza siempre me refiero a la intensidad de la vida. Yo vivo en un estado de vida post mortem (después de la muerte), en el que cada respiro, cada día, cada obra de teatro, cada dibujo es un suceso. La belleza no es un principio estético, es fundamentalmente ética. Mostrarla hoy, en un mundo donde hay un exceso de imágenes, es la tarea del artista.

SEMANA: La obra que esta vez trae a Colombia (‘Attends, Attends, Attends... Pour Mon Père’, o ‘Espera, espera, espera... Para mi padre’) está basada en la historia de Cédric Charron, el único intérprete de la pieza, y el conflicto con su padre por elegir el baile como profesión. Cuéntenos más de esa historia….

J.F.: Cédric Charron estudió Economía y comenzó a bailar muy tarde. Su padre quería que terminara sus primeros estudios y tardó muchos años en comprender que el baile era la pasión de su hijo. Ahora reconoce que se sintió orgulloso cuando lo vio bailar por primera vez una de mis piezas.

SEMANA: ¿Cuál es el mensaje que el personaje interpretado por Charron le quiere dar al padre antes de morir?

J.F.: Nunca traiciones tu pasión, es lo más importante en la vida.

SEMANA: ¿Por qué cree que su trabajo es tan apreciado en una sociedad conservadora como la colombiana?

J.F.: Descubrí Colombia en 2000 cuando presenté Hasta que el mundo necesite un alma guerrera. La audiencia de este país es muy abierta y curiosa. Tiene una profunda conexión con el cuerpo. Los europeos están cubiertos por el polvo de la historia: son malcriados y pretenciosos.