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JAZZ PARA DEDICAR

Oscar Acevedo presenta 'Dedicatoria', resultado discográfico del premio otorgado por el Banco de <BR>Propuestas Artísticas del Instituto Distrital de Cultura y Turismo.

1 de marzo de 1999

El jazz sigue siendo música para una minoría. Desde esa perspectiva hablar de un disco de
jazz hecho y publicado en Colombia es referirse a una labor titánica si bien este tipo de inversiones pocas
veces se recuperan del todo. El caso de Oscar Acevedo y su nuevo disco, Dedicatoria, tiene otra dimensión
en ese aspecto ya que se trata de una producción realizada con fondos asignados por el Instituto Distrital de
Cultura y Turismo como premio a través de su Banco de Propuestas Artísticas. Acevedo es uno de los
músicos de jazz más reconocidos en el ámbito musical bogotano. Este santandereano, que se formó
musicalmente en Estados Unidos, inició sus labores dentro del jazz a mediados de los años 80 en un
esquema que reflejaba las tendencias del momento y que, de manera sutil, hacía aproximaciones a los ritmos
colombianos. Permanente invitado a festivales en todo el país (en una época fue el director musical del festival
de jazz del Teatro Libre), Acevedo publicó su primer disco, Como un libro abierto, en 1996, en el que incluyó
gran parte de su repertorio compuesto en algo más de una década. En su nuevo trabajo Acevedo se muestra
bastante ecléctico y deja sentir distintas formas musicales a lo largo de los temas incluidos que, dando
crédito a su título, dedica a personajes como Horace Silver, Antonio Carlos Jobim y Héctor Martignon. Sin
duda lo mejor de este trabajo está en Estudio para bajo, una pieza compleja de ricos matices percusivos y
buen trabajo de saxo, que resulta extraña para venir de manos de un pianista. El fuerte está en lo latino,
muy marcado en los temas Ahora sí, con la excepcional participación de Diego Urcola, trompetista de la
banda de Paquito D'Rivera; Amalgama, con una rara fusión de elementos tomados del chandé y el guaguancó,
que además incluye un curioso y bien incorporado solo de acordeón con aire vallenato, y finalmente
Gozadera, que según el propio Acevedo se remite al sonido neoyorquino de los años 80. El complemento lo
hacen las baladas Matilde, dedicada a su hija; En La frontera y Febrero, estas dos últimas bajo el
formato de trío, así como Yo!-Bim, con un refundido aire bossa nova, y Paisaje, una pieza escrita a
mediados de los 80 y que el músico ha rescatado para esta grabación. Oscar Acevedo ha regresado con un
trabajo sencillo, que se destaca especialmente en la fusión, guarda mucho aire de los años 80 y le permite
de paso mantenerse como una de las figuras más representativas de la escena aún difícil del jazz nacional.