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| Foto: Daniel Mordzinski

ENTREVISTA

"Si un escritor no ofende a alguien con su trabajo, no está haciendo bien su trabajo"

Jonathan Shaw es el autor de Narcisa, una novela que no admite tibiezas: se le ama o se le odia. Él es uno de los invitados al Hay Festival.

21 de enero de 2017

El actor Johnny Depp, su amigo, lo describió así: “Autor, artista, conocedor, sabio, loco, matón, pirata, villano, buda, satanás, gitano y un gran hermano”. Jonathan Shaw, de 64 años, sacudió a distintos círculos literarios cuando publicó Narcisa (2008), una historia de amor demencial, con sexo y drogas a bordo, entre la protagonista y el Cigano, su pareja. Shaw es uno de los invitados al Hay Festival Cartagena que comienza el jueves. SEMANA habló con él.

SEMANA: Las reseñas dicen que usted es un tatuador que escribió ‘Narcisa’, una novela de culto. ¿Qué tanto hay de leyenda y qué tanto de verdad?

JONATHAN SHAW: Fui tatuador de profesión durante muchos años, pero siempre, inconscientemente, me imaginé como un artista de la vida. La escritura ha estado en mi ADN, pero para ser un verdadero narrador uno debe tener historias que contar, y todas las historias que uno puede contar son una consecuencia natural de vivir.

SEMANA: Y se sumergió en una vida en la que fue adicto a la heroína y delincuente…

J.S.: Bueno, es cierto que fui drogadicto cuando era muy joven y llevé un estilo de vida autodestructivo, que invita a comportamientos degenerados y criminales. Es una historia muy larga para una entrevista tan corta como esta. Todo eso está en mi nuevo libro Scab Vendor, Confessions of a Tattoo Artist, una excavación arqueológica a las profundidades de donde brotaron las adicciones en mi alma.

SEMANA: ¿Por qué comienza a escribir tarde? Muy pocos en Colombia saben de usted.

J.S.: Empezó y no empezó tan tarde, realmente. Escribo desde que tenía 14 años, casi una década antes de hacer mi primer tatuaje. De hecho, publiqué mis primeras piezas de revista cuando era adolescente. Entonces conocí a Charles Bukowski, mi primer mentor literario. En cuanto a que nadie lo conoce en Colombia, agregaría la palabra ‘todavía’ a esa frase. Como escribió Johnny Depp en el prefacio de Narcisa en Estados Unidos: “Si todavía no conoces a Jonathan Shaw, pronto lo harás”.

SEMANA: Usted es hijo de un músico y de una actriz. ¿De alguna manera sus padres lo impulsaron a que fuera escritor?

J.S.: Mi padre, Artie Shaw (clarinetista y director de orquesta de jazz), renunció en su apogeo a la música para dedicarse a escribir. Desapareció de la vida pública y se trasladó a un pueblo de pescadores en España. Allí escribió y vivió el resto de sus días, aislado, tratando de escribir mucho. Nunca tuvo el mismo éxito que como músico. Mi madre –la actriz Doris Dowling– hablaba de literatura, cuando estaba sobria, pero nunca publicó nada. Ambos respetaban los libros y supongo que un montón de eso me llegó a mí.

SEMANA: ¿Cómo asimilar que Bukowski le diga a uno: “Eres un drogadicto que no ha salido de su barrio, un pendejo”?

J.S.: No lo aprecié en el momento. Hasta tuvimos una pelea de borrachos porque yo lo tomé como un insulto. Bukowski (con el que trabajó en un diario) me estaba diciendo que viviera al máximo antes de escribir sobre la vida. Me dijo esto y yo pateé la droga, me fui de mi casa y despegué rumbo a México. Viví como vagabundo por años, sin dinero, con el alma perdida. Finalmente, conseguí trabajo en un barco en el puerto de Veracruz, fui marinero y terminé en Río de Janeiro donde empecé como tatuador. Bukowski murió antes de que yo le agradeciera.

SEMANA: La revista ‘Rolling Stone’ lo llamó a usted “el próximo Bukowski”…

J.S.: Nunca traté de parecerme estilísticamente a él. Es terriblemente irrespetuoso para Bukowski y un poco limitante para mí. Pero ponerme en la misma categoría del viejo Buk es mejor que un golpe en el ojo con un palo afilado (risas).

SEMANA: Narcisa es adicta al ‘crack’, prostituta, vanidosa, peligrosa. ¿Alguna mujer le reclamó por este personaje?

J.S.: Narcisa atrae a las mujeres: muchas sienten alguna identificación retorcida con ella, por su lucha, por su rebelión, por su belleza, por el horror de su experiencia terrenal y por el monstruoso ángel autoexterminador en el que se convirtió. Esta joven encarna el sufrimiento que vivió el género femenino durante siglos. Narcisa es un libro verdaderamente feminista. Estoy seguro de que ciertas mujeres, a las que les gusta llamarse a sí mismas feministas, estarían horrorizadas por esta afirmación, pero la sostengo.

SEMANA: ¿De qué se liberó usted con ‘Narcisa’?

J.S.: La escritura tiene que ser catártica, no solo para mí como autor, sino para mis lectores. Un libro como Narcisa surge de un pozo lleno de oscuras y complicadas experiencias humanas, dolor, sufrimiento, y una búsqueda inconsciente de salvación y redención. La gente gasta miles de dólares en psicoanálisis y terapias, tratando de encontrarla, cuando la cura está justo en sus manos.

SEMANA: ¿Cómo logró ese ritmo frenético de escritura en esta novela?

J.S.: El libro es escrito con pasión, casi adictiva, como una necesidad urgente de contar una historia, de vomitar emociones en una página para que se comunique con otros. Y, como ávido lector que he sido, hago un gran esfuerzo para tratar a mis lectores como a mí me gustaría ser tratado como lector.

SEMANA: ¿Acaso qué clase de lector es?

J.S.: No me gusta luchar contra recursos literarios y laberintos intelectuales para llegar a la esencia de la historia, a la carne. ¡Odio esa mierda! Si un libro no me atrapa en las primeras páginas, lo dejo y comienzo otro. No hay tiempo para perder leyendo material mediocre, escrito por autores egoístas y egocéntricos, cuando hay tanta literatura importante por ahí.

SEMANA: Pero lee a los clásicos…

J.S.: Leí literatura ‘clásica’: Melville, Dostoievski, Mark Twain, todo eso. Pero, como soy autodidacta, tengo baches como lector que sorprenderían a los intelectuales. Nunca he leído a Joyce, por ejemplo. Simplemente, no me atrapó. He leído un montón de cosas oscuras de escritores desconocidos. Mi estilo de escritura proviene, realmente, de los cómics y del cine; viene de las calles, de los prostíbulos, de los hospitales, de las cárceles, de los manicomios del mundo. Esa es mi inspiración.

SEMANA: ¿No cree que su libro puede ser chocante para algún lector?

J.S.: Muchos lectores lo encontrarán muy objetable, incluso horrendo, y no puedo hacer nada al respecto. Y realmente no me importa. Honestamente creo que si un escritor no ofende a alguien con su trabajo, no lo está haciendo bien.

SEMANA: No le gustan ni las etiquetas ni los rótulos, pero entonces ¿cómo clasifica y define a su novela?

J.S.: Esa es la cosa, hombre. ¿Cómo clasificar a un brillante loro verde tropical, con bellas plumas rojas translúcidas sin palabras y marcas? ¿Por qué una cosa necesita un nombre o una clasificación? ¿Para pesarlo o venderlo? ¿Para comérselo? ¿Por qué? El arte no necesita un nombre o una clasificación para ser arte.

SEMANA: ¿Pero qué es ‘Narcisa’?

J.S.: Simplemente es lo que es. Un periodista estúpido estadounidense una vez me preguntó: “¿Qué hace que una novela como ‘Narcisa’ sea una obra de arte en vez de simple pornografía?”. ¿Mi respuesta?: “Es arte porque soy un puto artista y digo que es arte”. Eso debería ser suficiente como criterio.

SEMANA: ¿Cómo asume a aquella crítica que desestima y destroza las novelas autobiográficas?

J.S.: Yo llamo a los críticos literarios ‘artistas de la sombra’: fracasados o frustrados que nunca fueron escritores porque no tuvieron las bolas o el talento para llenar sus ambiciones literarias, así que terminan haciendo una pequeña y cobarde carrera, caminando sobre los sueños de aquellos a quienes envidian y desprecian inconscientemente. Es algo horrible de decir, lo sé.

SEMANA: ¿Qué tan autobiográfica es ‘Narcisa’?

J.S.: No del todo. Mis otros libros, las series de Scab Vendor, sí lo son. Narcisa es ficción y eso no ha servido para protegerla de la ira de ciertos críticos (risas). La verdad, es muy difícil para los libros prosperar en una cultura que es adicta a las redes sociales: preocupa cómo entorpecen a la gente.

SEMANA: Con el éxito de su novela, ¿se puede decir que usted pasó del infierno a la gloria?

J.S.: Linda afirmación, gracias, pero no quiero contar mis pollos antes de empollarlos. No creo que Narcisa sea un éxito comercial. Es muy cruda a pesar del valor literario que le dan lectores y algunos críticos. Lo he dicho antes y lo vuelvo a decir: hoy un libro con gran valor literario sirve para limpiarse el culo. Si medimos el éxito por ventas, olvídalo, los escritores como yo estamos jodidos. Pero si mides el éxito en términos de integridad artística puedo contar mis bendiciones y las recompensas. ¡Gracias a Dios!