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Joshua Foer es un periodista especializado en temas científicos.

LIBROS

Joshua, el memorioso

Joshua Foer cuenta cómo aprender técnicas antiguas para ejercitar la memoria y cómo es su funcionamiento.

Luis Fernando Afanador
19 de mayo de 2012

Joshua Foer
Los desafíos de la memoria
Seix Barral, 2011
393 páginas

En este libro, Joshua Foer se propone contarnos cómo hizo para mejorar su propia memoria y también mostrarnos en detalle de qué manera funciona la memoria humana, sus deficiencias naturales, su potencial oculto. Enseña muchas cosas prácticas y suministra una interesante información histórica y científica. Podría pensarse que se trata de un libro de autoayuda, pero no lo es. Simplemente él se toma a sí mismo como ejemplo para abordar un asunto que nos compete a todos. Aunque solo empiece a interesarnos a cierta edad: cuando esa memoria prodigiosa que teníamos empieza a fallar y nos acecha "la curva del olvido".

¿Para qué recordar si contamos con sofisticadas memorias externas? Sin duda, hoy en día la memoria interna ya no tiene el prestigio que tenía antes. Ahora, no es inteligente quien recuerda y posee información, sino quien sabe dónde encontrarla "en el mundo laberíntico de la memoria externa". Lo que era un atributo muy apreciado y un rasgo distintivo de cultura, se convirtió en una curiosidad de circo. O, lo que es lo mismo, de exóticas competiciones como los Campeonatos de Memoria. Sin embargo, se pregunta Joshua Foer, ¿qué pasaría si despertamos una mañana y descubrimos que toda la tinta del mundo se ha vuelto invisible y que todos nuestros bytes han desaparecido? "Nuestro mundo se derrumbaría en el acto. Literatura, música, derecho, política, ciencias, matemáticas: nuestra cultura es un edificio construido a partir de recuerdos externos".

Joshua Foer es un periodista especializado en asuntos científicos que se interesó por este tema luego de cubrir el concurso anual de Memoria en Estados Unidos. Allí entrevistó a los campeones y se dio cuenta de que la memoria era algo que se podía desarrollar utilizando viejas técnicas nemotécnicas muy conocidas, algunas de las cuales se remontan al siglo V antes de Cristo. Se preparó con uno de ellos y en poco tiempo llegó a ser campeón de ese certamen venciendo a contendores capaces de memorizar 1.500 números aleatorios en una hora. La clave básica para recordar -dice este hombre que hasta entonces no tenía ninguna memoria excepcional- es crear un espacio en la mente, un lugar que uno conozca bien y pueda visualizar fácilmente y, a continuación, poblar ese lugar imaginado de imágenes que representen lo que se quiera recordar. Asociación de ideas y contextualización: así se construye el "Palacio de la Memoria". Tomamos una información, la fragmentamos y la vinculamos con algo interesante, original, relevante, colorido, extraño, sexual o atrayente. Con algo que nos impida olvidarlo y se convierta en una imagen vívida que se pueda visualizar en la mente. "Por ejemplo, yo me llamo Joshua Foer. Para recordarlo puedes pensar que la pronunciación de mi apellido suena como el número cuatro en inglés 'four' e imaginarte que coges un spray y me pintas ese número en el cuerpo; probablemente siempre que me veas recordarás cómo me llamo".

Luego de leer mucha literatura al respecto y visitar a varios neurólogos y a pacientes que habían perdido su capacidad de recordar, Foer considera que la memoria es una máquina con reglas claras y mecanismos sencillos que no sabemos utilizar: "En algún lugar de vuestro cerebro persiste un vestigio de todo cuanto habéis visto". A su juicio, la educación actual, con su manera de enseñar en compartimentos separados y en bloques, poco ayuda a estimular el mecanismo asociativo que estimula la memoria. "Aprendemos algo, nos examinan y nunca volvemos sobre ello, como si fueran realidades separadas, con la consecuencia de que lo olvidamos todo con el paso del tiempo".

Joshua Foer es la prueba viviente de que la nemotecnia funciona: se aprendió muchísimos poemas y llegó a almacenar más de 30 dígitos por minuto en sus "palacios de la memoria". Sin embargo, abandonó sus pretensiones de convertirse en un atleta de la memoria. En realidad lo que le interesa -y a lo cual nos invita a reflexionar con su libro- es que entendamos que nuestra manera de percibir el mundo y de actuar es el producto de cómo y qué recordamos: no somos más que un montón de costumbres conformadas por nuestra memoria. "Y ningún chiste, invención, percepción u obra de arte duraderos lo ha generado nunca una memoria externa".