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Joyas ocultas de Bogotá

El centro histórico de Bogotá no sólo vale por el legado colonial. Una publicación dedicada al legado de los dos últimos siglos lo confirma.

9 de febrero de 2003

El centro de Bogota suele asociarse con caos, inseguridad, deterioro, basura y, salvo los casos obvios de edificaciones que albergan museos e instituciones públicas, casi nadie se detiene a observar las joyas arquitectónicas que se esconden en las manzanas que comprenden el llamado centro histórico.

Hasta hace muy poco tiempo el interés por el pasado de la ciudad se centraba en lo 'colonial' y poca o ninguna atención se mostraba por las construcciones posteriores. Desde ese punto de vista la publicación de la guía Elarqa dedicada al centro histórico de Bogotá es una invitación a descubrir las distintas épocas de su desarrollo.

Además de contar con fotos, planos y comentarios basados en investigaciones rigurosas de gran interés para los arquitectos, la guía también le llega al público en general. "Una de las principales metas es acercar a la gente a la arquitectura, que aprenda a querer, conocer y valorar el inmenso patrimonio de nuestras ciudades. El formato y el orden en que aparecen las obras plantean un recorrido que puede hacerse a pie", señala Diego Obregón, director del proyecto.

En el sector conviven desde reliquias coloniales hasta obras contemporáneas como el Archivo General de la Nación, de Rogelio Salmona. Están las casas republicanas que se basan en el patrón colonial, los estilos inspirados en la arquitectura francesa de finales del siglo XIX, la transición al movimiento moderno que por limitaciones técnicas se demoró un par de décadas en entrar de lleno al país y varios aciertos y desaciertos de la arquitectura de la segunda mitad del siglo XX que, de todas maneras, le ha aportado importantes hitos a la ciudad.

Para Alberto Escovar, investigador y autor de los textos, "es necesario redescubrir el siglo XIX y los comienzos del XX, un patrimonio impresionante que se volvió cliché denigrarlo". Para Escovar esta es una época que fue mucho más allá de la simple imitación de estilos importados. "Es una gran mentira decir que se limitaron a copiar. Ellos también adaptaban, como lo han hecho los arquitectos modernos. Un ejemplo es el de José María Villa, quien trabajó en la construcción del Puente de Brooklyn y adaptó el concepto de un puente construido a base de acero, ladrillo y piedra para hacer una maravillosa versión en madera que es el Puente de Occidente en Santa Fe de Antioquia".

Esta nueva concepción permite mirar con igual interés la Casa de Moneda y el Edificio Quintana. "El patrimonio es un costal de nostalgias pero también es un punto de partida para las generaciones posteriores. Es un libro lleno de ejemplos que el arquitecto puede usar como referente cuando se enfrenta a un papel en blanco", señala Escovar.

La aparición de la guía coincide con una serie de iniciativas para acercar a los bogotanos a la arquitectura de la ciudad, como los recorridos didácticos que plantea la Fundación Raíces, las jornadas de recorridos históricos que desarrolla la Sociedad Colombiana de Arquitectos y los programas que adelanta en La Candelaria el Instituto Distrital de Cultura y Turismo para contar las historias de los habitantes que hay detrás de cada una de sus casas, museos e iglesias.

Para Escovar, tan importante como la diversidad de estilos y tendencias arquitectónicas del centro son sus habitantes, que provienen de diferentes regiones y estratos sociales. Como señala Escovar en la introducción a la guía, "lo que debemos cambiar no es la efímera imagen que estas edificaciones transmiten sino el interior de aquellas personas que las habitan y disfrutan, que las quieren y defienden. En el fondo, allí se encuentra la materia con que se construyen y conservan no sólo sectores y ciudades completas sino también naciones".