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LA ALTERNATIVA DE LA TRANSVARGUARDIA

La obra de Alberto Sojo oscila entre la introspección y el ensueño.

20 de abril de 1998

La galería Garcés Velásquez pone punto final a la presentación de exposiciones _para orientarse hacia otras actividades que sin duda serán igualmente positivas en la difusión del arte nacional_ con una muestra de los últimos trabajos de Alberto Sojo. La exposición incluye pinturas, dibujos y esculturas que ofrecen un claro testimonio de la versatilidad e imaginación de este artista barranquillero y permiten confirmar la solidez de sus argumentos.
Sojo se inició como artista en Europa, primero en Madrid y posteriormente en París, donde vivió varios años y se identificó con los planteamientos de algunos movimientos europeos de las últimas décadas, en particular con la transvanguardia _conocida también como neoexpresionismo_ según se colige de algunas coincidencias entre los postulados de esta tendencia y los propósitos de su obra. En ambos casos, por ejemplo, se acude a formatos tradicionales, se excluyen consideraciones políticas, se recurre a la historia del arte, no se esconde la intervención del pintor y se revela un consciente eclecticismo, que en el caso de Sojo le ha permitido extractar aquellos raciocinios y actitudes del arte contemporáneo que le son afines, para conformar un lenguaje singular y elocuente tanto en lo relativo a las definiciones artísticas como en lo pertinente a los sentimientos y emociones que inspiran su ejecución.
Desde hace varios años su pintura gira alrededor de una figura masculina de dimensiones colosales que en ocasiones ocupa prácticamente todo el lienzo. El personaje encarna a un pintor _cuyas facciones recuerdan sospechosamente las del propio Sojo_, quien se encuentra en el estudio en compañía de una modelo que parece provenir de otra dimensión, ya que ni su escala ni las características de su representación acusan una relación muy específica con el resto de la escena. Una textura áspera y rica se cuenta entre los más sugestivos componentes de sus lienzos, y de ella parecen brotar los personajes en colores que han sido variados pero que solo en estos últimos tiempos han alcanzado la combinación incandescente del amarillo y el rojo. A diferencia de sus trabajos anteriores, en las obras de esta exposición las figuras masculina y femenina entran en contacto físico y se besan apasionadamente. En la muestra aparecen además temas desconocidos en su trayectoria, entre ellos Eva tentada por la serpiente y el Martirio de San Sebastián, provenientes de la iconografía religiosa, y una llamarada que a veces aparece sola y otras veces en relación con los citados personajes, la cual puede referirse al fuego purificador y regenerador, pero también al fuego avasallador que se ha asociado desde tiempos inmemoriales con la experiencia amorosa. Sus dibujos, realizados sobre papel periódico que al recibir los pigmentos se enriquecen con arrugas y otros accidentes, y los sólidos escorzos, son así mismo nuevos en su producción, como lo son el empleo de la hojilla de oro y la ejecución de esculturas en arcilla y bronce pintados, las cuales hacen tangible la reciedumbre sugerida por sus dibujos y pinturas.
La exposición confirma la singularidad del trabajo de Sojo, reitera su carácter reflexivo y sigue haciendo perceptible uno de los mas notorios distintivos de su obra: el silencio melancólico que impregna las imágenes e induce al observador a poner en acción el ensueño y la memoria.