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La buena estrella

Tres seres marginales se convierten, por causas de fuerza mayor, en una extraña familia.

Ricardo Silva Romero
15 de octubre de 2001

Director: Ricardo Franco
Protagonistas: Antonio Resines, Maribel Verdú, Jordi Mollá, Elvira Mínguez, Ramón Barea, Clara Sanchis Ricardo Franco dijo, unos meses antes de morir de un ataque cardíaco, que le ofrecieron dirigir La buena estrella cuando era “un proyecto lesionado” y “en un momento en el que yo no estaba seguro de si sería capaz de volver a cortarme, solo, las uñas de los pies”. Filmó esta película por encargo, pero por el camino hizo lo posible para contar, con emoción y honestidad, y como si hubiera sido idea suya, el triángulo amoroso entre Rafael, Marina y Daniel, huérfanos entrados en años que se encuentran una noche en una calle desierta. Rafael perdió los testículos cuando era joven y vive solo en la casa que alguna vez fue de sus papás. Trata de atravesar los días dedicándose, en cuerpo y alma, al trabajo en su pequeña carnicería. No se mete en problemas, no molesta a nadie. Y esa noche, cuando de vuelta del matadero ve que un hombre le está pegando a una mujer, junto a algunas canecas de lata, decide bajarse con su inmenso cuchillo a defenderla. Daniel, el agresor, que desde que se conocieron en un orfanato ha sido el novio de Marina, la víctima, sale corriendo cuando ve el arma gigantesca y se pierde sin saber que ella espera un hijo suyo. Rafael se enamora de Marina y adopta a la niña que ella está esperando. Y desde ese momento, por supuesto, comienzan a asomarse los conflictos. Rafael, ese hombre que jamás se ha sentido hombre, que ha renunciado al mundo por culpa de un horrible accidente y ha volcado todas sus emociones en su atención a los clientes de la carnicería, descubre que su vida hasta ahora está comenzando y emprende una vida normal con Marina, una mujer que jamás ha conocido a una persona que quiera ayudarla a salir adelante. El problema es que su agresor, Daniel, ese vago que ha vivido como un parásito, a su lado, aún anda suelto por el mundo. La buena estrella, “una película romántica sobre unos amores no muy románticos”, recibió cuatro premios Goya y confirmó a Ricardo Franco, antes de que filmara a medias la nefasta Lágrimas negras, como uno de los grandes directores españoles de los últimos años. Su título nos aclara el sentido del relato y nos recuerda la búsqueda de esos tres personajes sin suerte: “Se quieren, cómo no, pero sobre todo se necesitan”, dice Franco, “y se acaban aceptando tal y como son”. La historia es inverosímil y truculenta, pero sus actores, Antonio Resines, Maribel Verdú y Jordi Mollá, salvan el resultado porque siempre se contienen a tiempo y en cada escena se limitan a sentir sus líneas y a decirlas con sentido del humor. La escena en la que los tres se enfrentan al callejón sin salida que han ido construyéndose, cuando Rafael le agradece a Daniel que le haya regalado un estuche para su navaja y Marina trata de ponerle reglas del juego a ese extraño triángulo amoroso, es, pues, un resumen de las virtudes y los defectos de este relato emocionante.