La carretera

Título original: The Road
Año de estreno: 2009
Género: Drama
Dirección: John Hillcoat
Guión: Joe Penhall basado en la novela de Cormac McCarthy
Actores: Viggo Mortensen, Kodi Smit-McPhee, Robert Duvall, Charlize Theron.

Me costó mucho volver a concentrarme en un libro después de leer La carretera. La narración de Cormac McCarthy, que es tan precisa en su lenguaje como una partitura, que parte el alma en dos cuando lo deja a uno en la última página, es una experiencia de la que no es fácil regresar. Creo que es lo que suele llamarse una obra maestra: un relato que ha hallado la única forma en la que podía ser contado. Y pienso que es muy probable que los lectores de la obra original se tomen su adaptación cinematográfica, que sin lugar a dudas ha dado con el director, el guionista, el actor, el fotógrafo y el músico indicados, como un honroso homenaje a esa gran novela de pocas palabras. Quienes no conozcan el trabajo de McCarthy, de 77 años, en cambio tendrán enfrente una lacónica, extrañísima, insatisfactoria película sobre un padre y un hijo, muertos de hambre y de miedo, que tratan de sobrevivir a un mundo posapocalíptico plagado de horrores, como si fueran Abraham e Isaac a la espera de la orden de Dios.

Adaptar las novelas de McCarthy, uno de los novelistas norteamericanos fundamentales de estas últimas décadas (el propio Harold Bloom lo considera uno de aquellos que ha; sabido continuar con la invención de Shakespeare: lo humano), siempre ha supuesto un reto. Sus relatos son puramente literarios, lo más importante sucede en el lenguaje. Y no es fácil, por ello, volverlos cine. Billy Bob Thornton quiso convertir la melancolía de Todos los caballos bellos en una película épica y le salió una trama confusa y sin espíritu. Los hermanos Coen, por su parte, convirtieron Sin lugar para los débiles en un Fargo en el desierto: hicieron, cómo no, otra de sus películas estupendas sobre la ‘América profunda’, pero no consiguieron que nos estremeciéramos como nos sucede frente a los textos de McCarthy.

Esta versión de La carretera no es tan confusa como la de Todos los caballos bellos ni tan brillante como la de Sin lugar para los débiles. Está justo en la mitad. Su director, el australiano John Hillcoat, probó en Propuesta de muerte su pulso para las escuetas historias del oeste. Su guionista, el inglés Joe Penhall, hizo una buena labor con la adaptación de la novela Amor perdurable, de Ian McEwan. Su actor protagónico, Viggo Mortensen, ha hecho de la contención su marca de estilo. Su cinematógrafo, Javier Aguirresarobe, ha trabajado con los principales cineastas de nuestro tiempo: desde Milos Forman hasta Woody Allen. Y el compositor de su banda sonora, Nick Cave, suele producir música conmovedora que al tiempo es una prueba para los nervios.

Pero el resultado es una obra bella sin espíritu. El espectador, perdido entre flashbacks, escenas de suspenso difíciles de comprender y explicaciones no pedidas, no logra entrar del todo en la película. Contempla esta versión de La carretera como una pintura inquietante. Y sigue de largo a la siguiente.
 
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