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El periodista Mikael Blomkvist (Daniel Craig) se ve forzado a aceptar el trabajo de rastrear a una joven aristócrata que desapareció hace 35 años.

CINE

La chica del dragón tatuado

La primera novela del difunto Stieg Larsson se convierte en otra devastadora película de David Fincher.

Ricardo Silva Romero
11 de febrero de 2012

Título original: The Girl with the Dragon Tattoo
Año de estreno: 2011
Dirección: David Fincher
Guion: Steven Zaillian, basado en la novela de Stieg Larsson
Actores: Daniel Craig, Rooney Mara, Christopher Plummer

Antes de morir de un infarto, el 9 de noviembre de 2004, el periodista sueco Stieg Larsson escribió tres novelas policiacas que muy pronto -pero claro: después de su muerte- se convirtieron en un abrumador fenómeno sociológico: Los hombres que no amaban a las mujeres, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina y La reina en el palacio de las corrientes de aire no solo han encontrado unos 65 millones de lectores hasta hoy, sino que han dado origen a una serie de largometrajes hechos en Suecia que han conseguido recaudar 215 millones de dólares en las taquillas del mundo. Era fácil decirse cosas como "esto parece una versión escandinava de El silencio de los inocentes" o "es una lástima que David Fincher no haya dirigido esta película" cuando aquellas producciones fueron estrenadas en los teatros de todo el planeta. Es una buena noticia, para los cinéfilos que han tenido la suerte de encontrarse con thrillers macabros tan brillantes como Seven (1995), El club de la pelea (1999) o Zodiaco (2007), que el propio Fincher se haya puesto en la tarea de adaptar el primer best seller de la saga de Larsson.

La chica del dragón tatuado sigue siendo la historia de cómo la compleja investigación a una familia de aristócratas perversos -perdón por la redundancia- une para siempre al periodista en crisis Mikael Blomkvist con esa heroína extraordinaria que encarna la profunda decepción de estos tiempos: una muchacha experta en todo que responde al nombre de Lisbeth Salander. La versión que acaba de estrenarse se encuentra plenamente justificada, sin embargo, porque Fincher la carga de su devastadora visión del mundo, rescata la ambigüedad perdida en las primeras adaptaciones del relato, parte de un sólido guion de Steven Zaillian que les devuelve la humanidad a los personajes, recurre a un elenco inmejorable encabezado por la estupenda Rooney Mara, y, gracias al equipo que suele acompañarlo de producción en producción, consigue la atmósfera opresiva que suele conseguir a la hora de retratar los horrores que podemos experimentar de un momento a otro.
Sigue siendo evidente, en esta versión de la pesadilla ideada por Larsson, que hay tantas historias dentro de la historia que por poco se anulan unas a otras. Sigue siendo tan enfática que de vez en cuando produce risa. Pero gracias al pulso de David Fincher, que la música de Trent Reznor y Atticus Ross han sabido amplificar, está más que claro desde el comienzo que tenemos en frente un mural sobre el infierno en el que estamos viviendo. Que, como en Seven, El club de la pelea y Zodiaco, estamos siendo testigos de las puestas en escena a las que puede conducir la decadencia: si el mundo es como Fincher lo ve, entonces somos versiones empobrecidas de los héroes, los guerreros, los emperadores, los creadores y los poetas que alguna vez poblaron la Tierra. Y no queda nada por hacer.