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El responsable oficial Roy Miller (Matt Damon) hace lo mejor que puede para encontrar las armas que dieron lugar a la guerra.

CINE

La ciudad de las tormentas

El cineasta Paul Greengrass se pregunta, en un 'thriller' lleno de acción, por las armas de destrucción masiva que sirvieron de pretexto para la invasión de Irak.

Ricardo Silva Romero
4 de septiembre de 2010

Título original: Green Zone
Año de estreno: 2010
Género: Thriller
Dirección: Paul Greengrass.
Guión: Brian Helgeland inspirado de Imperial Life in the Emerald City de Rajiv Chandrasekaran
Actores: Matt Damon, Greg Kinnear, Brendan Gleeson, Khalid Abdalla, Amy Ryan, Igal Naor, Jason Isaacs.

Si todavía se resiste a reconocer que el mejor cine de hoy se encuentra en las series de televisión, y ya vio las películas de Polanski, de Frears y de Nolan, lo único que le queda en cartelera es La ciudad de las tormentas. Este año ha sido poco memorable. Dicen que, a punta de espectáculos en 3D, las taquillas han estado a salvo: que, en los coletazos de la crisis económica, los recaudos han aumentado. Y sin embargo solo han llegado a Colombia dos largometrajes extraordinarios: La cinta blanca y La isla siniestra. Podría hablarse de otros trabajos de primera, de las discutibles El secreto de sus ojos, Un profeta, Tres monos, Déjame entrar, Invictus y Violines en el cielo, pero habría que reconocer que han sido excepciones a la regla que sospechamos: que el mejor cine de 2010 se ha visto por fuera de los teatros.

La ciudad de las tormentas es lo único que hay para ver si ya se ha visto El escritor oculto, Chéri y El origen. Se la juega, para bien y para mal, por esa cámara “en el lugar de los hechos” que llegó a su máxima expresión cuando Steven Spielberg filmó el desembarco en las playas de Normandía, pero en términos generales se trata de un thriller que eleva el promedio de los que se han estado filmando en el planeta. Era de esperarse: su guionista, Brian Helgeland, escribió Los Ángeles al desnudo y Río místico; su actor protagonista, Matt Damon, sabe interpretar a esos norteamericanos de principios que se enfrentan “solos ante el peligro” tan bien como sabe encarnar a esos pequeños mezquinos que se aprovechan de los otros; y su director, Paul Greengrass, que estuvo al frente de dos entregas de la trilogía de Bourne, pero también es el autor de la escalofriante Vuelo 93, sabe acelerarnos el corazón a los que nos creemos las películas.

Todo ese talento está presente en La ciudad de las tormentas. Tiene un guión tan ambiguo como estilizado, típico de Helgeland, que nos pone a dudar de lo que estamos viendo: la historia del oficial Roy Miller, que lidera a un grupo de investigadores del ejército en aquella búsqueda de armas de destrucción masiva que en teoría dio origen a la segunda guerra en Irak, es una historia que se niega a respondernos quién es bueno, quién es malo, quién tiene la razón de su lado. La estupenda actuación de Damon nos recuerda que en un mundo justo deberíamos dedicarnos a perseguir la verdad. Y ese estilo nervioso en el que caen las narraciones de Greengrass nos advierte que no hay nada oculto bajo el sol: que siempre estamos a punto de saber qué está detrás.

A veces, durante la proyección, se tiene la incómoda sensación de que ni la ambigüedad ni la acción trepidante venían al caso esta vez. A veces se tiene la impresión de estar frente a una versión ligera de Zona de miedo. Pero el resto del tiempo se trata de un largometraje de suspenso que vale la pena. Y eso, a estas alturas de 2010, es más que suficiente.