Home

Cultura

Artículo

LA CONDESA DEL MILLON

Un retrato a lápiz de Marie d'Agoult, realizado por Ingres, impone precio récord en su género.

8 de mayo de 1989


Cuando el escándalo social, el amor y el arte se combinan, en un coctel ligeramente agitado, con glamour y política, sus repercusiones en el mercado del arte son fenomenales en términos de precio sobre todo si ese coctel tiene que ver con algunos de los personajes más famosos del siglo XIX. Y es esto lo que sucedió hace pocos días en París, donde se vendió un dibujo a lápiz y realces en blanco de Jean-Auguste- Dominique Ingres, por un precio cercano a los 1.2 millones de dólares. Si Van Gogh impuso una marca en lo que a óleos se refiere, Ingres puso el punto en materia de dibujos.

Se trata de un retrato de la condesa d'Agoult (nacida María de Flavigny) con su hija Claire, elaborado por Ingres en 1849 y que está firmado "J. Ingres del", lo que quiere decir que fue hecho como proyecto para un grabado. Pero, aparte de su belleza y de la firma del reconocido artista, ¿qué tiene esta obra que la hace tan especial? Sin duda alguna, una historia que bien podría haber sido sacada de una novela de Balzac.

Marie d'Agoult nació en Frankfurt en 1805, hija del aristócrata francés Alexandre de Flavigny quien huyó del terror revolucionario desatado en su país y de una ciudadana alemana heredera de una gran fortuna financiera. La feliz infancia de Marie transcurrió entre Frankfurt y una casa de campo de la familia. Cuando la niña cumplió los 14 años murió su padre y a los 22 su familia le arregló un matrimonio con el conde Charles d'Agoult, 15 años mayor que ella, Marie fue presa de profundas depresiones y para huir de las frivolidades de la vida social de París, compró el castillo de Croissy, donde esperaba descansar su mente. El remedio no surtió efecto gracias a su carácter citadino.

Pero la vida de Marie cambió radicalmente en diciembre de 1832 cuando en una de sus esporádica visitas a París, fue invitada a un concierto privado de música de cámara. Allí conoció a un joven pianista de 20 años que le robó el corazón, Franz Liszt. Pronto se volvieron a encontrar y la pasión los llevó a huir en 1835 a Basilea y luego a Ginebra, donde nació su primera hija Blandine. Vinieron cuatro años de errancia por Europa. En París se alojaron en la casa de la escritora George Sand, que como ellos había retado todas las convenciones sociales de la época. En 1839 se encontraron por primera vez con Ingres, a la sazón director de la Villa Médicis, a donde llegaban becados los mejores egresados de la Escuela de Bellas Artes de París.

Fueron tiempos felices hasta que, en octubre del 39, Franz cada vez más impaciente expresó su deseo de viajar libremente dando conciertos, su única forma de ganarse la vida. En los años siguientes se encontraron regularmente en París--a donde ella había ido para dedicarse a la escritura-, Londres o la isla de Nonnenwerth, en el Rin. Con el paso del tiempo y con la llegada de la fama, Liszt se emancipó y sus continuos affaires amorosos despertaron los celos de Marie quien, en mayo del 44, decidió romper del todo. Hubo toda clase de roces acerca de la educación de los hijos, que permanecieron en París al cuidado de la madre del músico.

Ella se dedicó a la escritura, publicó una novela e hizo incursiones en política, historia y filosofía. Sin embargo, y a pesar de sus ideas progresistas, nunca se repuso del todo de su unión con Liszt y tal vez como una forma de resarcir el daño--y de aliviar el dolor que le causó el matrimonio de su hija Blandine con otro musico, Richard Wagner--que le hizo a sus padres con esa decisión, empujó a su hija a casarse con un aristócrata parisino. Para la época, especialmente para los victorianos, Lizst no era otra cosa que un músico vagabundo húngaro.

Pocos días antes de la boda, en mayo del 49, Marie d,Agoult llamó a su amigo Ingres para que le hiciera un retrato con su hija Claire. Mientras el maestro trabajaba, Marie tomaba notas sobre el proceso que seguía la obra. Esas notas, que ella nunca esperó publicar, fueron encontradas por el historiador Charles Dupechez e incluidas en la biografía de Marie que acaba de publicar.

El retrato, uno de los cinco que Ingres pintó en ese año, se mantuvo en manos de la familia de la condesa durante todos estos años hasta que, hace pocos días, salió a la luz pública para romper todos los records de precios en su género.--