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LA CREMA Y NATA

Alvaro Mutis y Arturo Uslar Pietri inauguran la colección literaria "La otra orilla".

17 de diciembre de 1990

"La visita en el tiempo" de Arturo Uslar Pietri y "Amirbar", la más reciente novela de Alvaro Mutis, abren magníficamente la colección de narrativa "La otra orilla" que acaba de lanzar la Editorial Norma. Se trata de un nuevo proyecto en favor de la mejor literatura que se escribe actualmente. Los autores que figuran en la colección fueron seleccionados, ante todo, por ser los representantes de una literatura hacia la cual se dirige el interés de los cultivados lectores del mundo entero. Pruebas de su excelencia se hallan cimentadas en una carrera ampliamente elogiada. También en las diversas distinciones con las que han sido reconocidos. Así, por ejemplo, la novela de Arturo Uslar Pietri fue galardonada con el premio Príncipe de Asturias de 1990. Por su parte Alvaro Mutis recibió el año pasado el Premio Medicis en Francia y con "La luna caliente", obra de próxima aparición, el argentino Mempo Giardinelli ganó el premio Nacional de Novela de México.
"La visita en el tiempo" de Uslar Pietri es una novela histórica. Encontró el autor en la imagen de don Juan de Austria, ese héroe juvenil que derrotó "en empresa casi sobrenatural" a la armada turca en la batalla de Lepanto, una prefiguración de tres héroes que se han constituido en figuras arquetípicas a partir de las obras con que sus actores les dieron vida: hay algo de Hamlet, de Segismundo y de Don Juan enlazados en el destino de don Juan de Austria, el hijo natural de Carlos V y hermano problemático del rey Felipe II. El breve paso por la vida de don Juan de Austria está relatado en "La visita en el tiempo" con una prosa tensa que avanza sin reposo por mar y tierra, entre glorias y fracasos, fortaleza y debilidad, ejército y cortes, nobles y plebeyos. Una novela que es a la vez una lección de historia y una trepidante creación literaria.

"Amirbar", de Alvaro Mutis, se inscribe en el cúculo de las aventuras de Magroll el Gaviero, personaje ya legendario, que surge en la temprana obra poética de Mutis. En las aventuras que se prefiguran en aquella ocasión, y luego en "Caravansary", puede entreverse ya el fondo novelesco del personaje. Dado su carácter siempre aventurero, el lector no se sorprende al verlo aparecer en las callejuelas del barrio Gótico de Barcelona como el personaje central de "La nieve del Almirante". Si la nueva aparición fue maravillosa, no por ello debía cerrarse el círculo de sus aventuras al conjuro de la obra única y total. De hecho, esta novela de Mutis abría una trilogía, cuyo segundo título "Ilona llega con la lluvia" fue seguido por "Un bel morir", en donde parecía cerrar el autor la inquieta transhumancia de Magroll.
Mutis profesa una fe ciega en los buenos encuentros de Magroll con las mujeres: Flor Estévez en "La nieve del Almirante", Ilona en "Ilona llega con la lluvia", Amparo María en "Un bel morir" y Dora Estela en "Amirbar". La relación con una mujer marca un itinerario siempre intermitente de encuentros y desencuentros que jalonan el destino de Gaviero, lo que no impide que crucen por su vida otras intensidades amorosas que cumplen cada una en su momento y a su manera una función salvadora. Estos encuentros lo alivian de sus dolencias y lo socorren en sus necesidades, lo fortalecen en momentos de debilidad y lo afirman en su destino. Esta existencia nómada, ese desarraigo definitivo, es una forma siempre móvil de rebeldía. Pero más que una inconformidad con un estado de cosas, definidas en lo social o en lo político, la suya es una revuelta metafísica. Quizá por ello el tiempo en que se situan sus novelas sea deliberadamente ambiguo. Impreciso y desdibujado el telón de fondo, la historia es también móvil. Y aunque algunos elementos propios de una civilización técnica establezcan sus coordenadas, éstas carecen de peso y substancia en las historias narradas por Mutis y sin embargo ellas no son de ninguna manera una abstracción.
Alli están claramente expresadas las fuerzas en conflicto, o mejor, la brutalidad de las fuerzas en conflicto. Como en "La nieve del Almirante", en "Amirbar" el Gaviero se enfrenta a las fuerzas desencadenadas de la naturaleza. Alli remonta un rio y en su empresa se ve arrastrado por las devastadoras fiebres y las dificultades sin fin. Lo mismo sucede en la presente novela, pero ahora el paisaje es otro y la dimensión de la empresa está inscrita en otro tránsito.

Como siempre, también en "Amirbar" el narrador da unos cuantos rodeos antes de llegar ante Magroll el Gaviero.
Esta vez lo encuentra en California, refugiado en un triste cuartucho de un hotel cualquiera, poséido por las fiebres interminables que lo llevan al borde del delirio. El narrador será entonces el puente entre el relato y el lector, será el interlocutor de Magroll cuando éste, aún débil y abatido, inicie la narración de su historia, cuando se interna en territorio tolimense con la insensata empresa de buscar oro en las entrañas de la tierra. Y aunque puede moverse con naturalidad y astucia en el terreno, el autor no deja de mostrar su extrañeza frente a todo cuanto lo rodea. Sus señas de identidad conforman un signo precario y elusivo, pero definitivo en su condición de desarraigo, en su desterritorialización. Sus empresas, casi siempre destinadas al fracaso de antemano, no están, sin embargo, marcadas por esta fatidica huella: más bien están troqueladas por la inexorable búsqueda de una existencia más allá de las posibilidades del éxito o del fracaso.
Cuando Magroll deja el mar para buscar tierra adentro una nueva actividad, bastará darse a sí mismo una justificación que encuentra en lo más etéreo e improbable que se le pueda ocurrir: "Se trataba -dice el Gaviero de un último intento de hallar en tierra así fuera una pequeña parcela de lo que el mar me proporciona siempre". Es la nostalgia.
La búsqueda de la evocación de un tiempo pasado y también de la diversa y remota geografía de los lugares que el Gaviero ha frecuentado.

Ese sentimiento de nostalgia se refuerza en cada obra de Mutis con las lecturas paralelas que acompañan a Magroll en sus viajes. En ella va acumulando otras vivencias, como desplegando en su mente una vida más allá de la existencia cotidiana. Es como una sustancia balsámica que estimula su imaginación y lo lleva a través de un placer puramente estético a convocar su existencia en un mundo hipotético pero que puede ser más real porque alli se objetivan con toda precisión las cualidades propias de la existencia de una manera sólida e inequívoca. Allí encuentra lo que la vida en su tránsito fugaz encubre o aniquila. Y las novelas de Mutis tienen también ese hálito que transforma el paisaje inaprehensible en una experiencia estética verdadera. Más allá de las vicisitudes de su protagonista, más allá de sus azares, está esa manera tan intensa de reconocer la fatalidad que pesa sobre la existencia de la que Magroll no escapa pero ante la cual tampoco sucumbe.