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La periodista Åsne Seieristad tiene 36 años y desde hace 11 se dedica a cubrir conflictos, entre ellos los de Chechenia, los Balcanes, Afganistán e Irak

Periodismo

La delantera noruega

La corresponsal de guerra Åsne Seierstad, autora del 'best seller' mundial 'El librero de Kabul', hace parte del selecto grupo de periodistas que participará en el Hay Festival, entre el 25 y 28 de enero.

6 de enero de 2007

No era su ambición ser corresponsal de guerra. Pero hace 11 años, cuando la periodista noruega Åsne Seierstad tenía 25, empezó el conflicto entre Rusia y Chechenia y ella, que trabajaba en Moscú para una agencia de noticias de ese país, terminó cubriendo esta sangrienta guerra. "Cuando se ha cubierto una guerra, es fácil ir a la siguiente". Esta inercia la ha llevado a ser testigo de los conflictos de los Balcanes, de Afganistán, de Irak y, como consecuencia, a convertirse en una de las jóvenes corresponsales más importantes de Europa. Y también en una escritora exitosa. Como se ha vuelto costumbre entre los corresponsales de guerra, Seierstad también ha aprovechado sus experiencias para escribir libros sobre estos países.

Ella, en especial, se ha especializado en narrar esas historias pequeñas y humanas que no alcanzan a aparecer en los diarios. Es así como De espaldas hacia el mundo (su primer libro) narra la vida de los serbios después de la caída de Slodoban Milosevic, y Ciento un días (el último que escribió) hace un recorrido por la vida en Irak antes, durante y después de la caída de Saddam Hussein. Pero el libro que la lanzó a la fama fue El librero de Kabul, traducido a 30 idiomas, que cuenta la vida de una familia afgana.

¿A quién le habría interesado la historia de la familia de un librero en Kabul antes del 11 de septiembre de 2001? A pocos, seguramente. Desde siempre, Afganistán ha sido un país desconocido e incomprendido por Occidente. "Tuve la idea cuando conocí al librero y me invitó a cenar con su familia. A pesar de que llevaba varios meses en Afganistán, cubriendo la guerra, no había conocido a una familia afgana", cuenta. Fue durante esa cena cuando Seierstad se dio cuenta de que si quería narrar lo que pasaba en Afganistán, tenía que contar lo que pasaba en la vida diaria de los afganos, y la forma de hacerlo era ver cómo se comportaban en familia, cómo eran las estructuras de poder allí adentro. "Pregunté que si podía mudarme con ellos y aceptaron. Tuve la suerte de que era una familia fascinante y muchas cosas pasaron durante mi estada con ellos durante la primera primavera después de la caída de los talibanes". El resultado es un libro periodístico con estructura de novela que cuenta lo que les sucede a los miembros del clan mientras se introduce en sus pensamientos y reflexiones.

"Todo lo que aparece en mis libros ha sido experimentado por mí o me lo han contado", cuenta Åsne, que se vio involucrada en una controversia debido a que Shah Muhammad Rais, el librero, puso una acción legal contra la periodista por difamar su nombre y el de la familia (ver recuadro). "El periodismo es algunas veces un asunto muy acelerado", dice. Por esta razón, Seierstad se ha puesto como tarea mirar detrás de los titulares y, como en el caso de 'El librero de Kabul', vivir por largo tiempo con una familia le da la oportunidad de preguntar y contrapeguntar una que otra vez. "En el caso de Irak era importante recordarle a la gente cómo la guerra había comenzado, cómo era la vida bajo el régimen de Saddam, volver a mirar al pasado para no olvidar. ¿Quién recuerda lo que leyó en los periódicos ayer? Pero deben recordar lo que leyeron en un libro".

En la conversación sostenida con SEMANA a través de Internet, la reportera noruega, que será una de las periodistas que participarán en el Hay Festival, dice que para ella lo más importante es que sus libros motiven a los lectores a conocer la realidad de un país distante y lejano. "Nosotros no podemos confiar en que en nuestros gobiernos o ejércitos nos vayan a decir realmente lo que está pasando si los periodistas no estamos en el lugar de los hechos", explica. Por eso dice que cree firmemente que los periodistas deben buscar qué hay detrás de esos eslóganes que quiere vender un gobierno. Por ejemplo, que Afganistán está cerca de ser una democracia. "¿Cómo puede haber una democracia en un país donde el 80 o el 90 por ciento de la población es iletrada, en una sociedad donde se queman las escuelas para niñas, donde se asesinan trabajadores humanitarios afganos e internacionales y donde cualquier hombre cabeza de familia les dice a sus parientes por quién votar sin darles opción de elegir?", se pregunta Åsne, que asegura que la democracia no es un regalo que se da envuelto en un papel bonito. "Esta tiene que ser construida desde adentro y por eso creo en una sola cosa para Afganistán: educación, educación, educación".

Es simbólico que lo diga una mujer que en su vida se ha dedicado a estudiar, entre otras cosas, idiomas: domina cinco, entre ellos el español, y se defiende en otros cuantos. Hija de un politólogo socialista y una reconocida autora feminista, Åsne fue educada para creer en ella misma y para hacer siempre valer sus opiniones. "Lo más molesto para mí ha sido ver cómo la vida de las mujeres es limitada en la mayoría de países musulmanes. La pequeña influencia que tienen sobre sus propias vidas. Todo se lo han decidido: dónde ir a la escuela, estudiar, trabajar, y cuándo y con quién casarse", asegura. Esto la llevó a donar parte de los ingresos de sus libros para crear una escuela para 600 niñas en las afueras de Kabul. Su sueño, dice, es que de esa escuela algún día salgan escritores, abogados, doctores o poetas, aunque sabe que tendrá que pasar mucho tiempo. Eso, si los talibanes, que empiezan a reagruparse, los dejan.

"Mis intenciones siempre son ver, oír, comprender y escribir sobre lo que veo", concluye Åsne, que asegura que además de información los lectores necesitan tener conocimiento sobre cómo viven los otros para poder entenderlos. Asegura que, como corresponsal de guerra, su responsabilidad es hacer un reporte sobre la guerra y sus consecuencias. Buscar la verdad de lo que está pasando. Pero como escritora asumió que quería contar historias pequeñas que resuman lo que los otros no ven. Su apuesta fue exitosa. Las ventas de sus libros lo dicen.