Home

Cultura

Artículo

‘Anónimas extraordinarias’, mejor programa de inclusión social en los premios India Catalina de Televisión.

TELEVISIÓN

La fórmula de Señal Colombia

El canal pasa por un momento inmejorable: gana premios nacionales e internacionales con recursos muy inferiores a los canales privados.

28 de marzo de 2015

No encontró una mejor forma de llamar la atención. El sábado 14 de marzo, sin mucho ruido, Señal Colombia llegó a disputar las 12 categorías en las que fue nominado para los Premios India Catalina. Y ni el más optimista de los optimistas creyó que al final de la ceremonia se alzarían con 11 galardones. Porque si hay algo difícil en el país es hacer televisión pública.

El triunfo además tuvo un sabor especial: venció a los canales privados en casi todas las categorías que disputaron directamente, como producción periodística, innovación, entretenimiento, fotografía o edición. En esa lucha la única estatuilla que se le escapó fue la de mejor música original, que le correspondió al dramatizado La ronca de oro.

Estos premios –entregados por un jurado conformado por unos 600 miembros de la industria de la televisión nacional– se sumaron a una serie de distinciones que ha obtenido el canal institucional, no solo en Cartagena, sino en festivales de Francia, Japón, Bulgaria, Brasil, Canadá o Cuba. La pregunta que muchos hacen ahora es, ¿qué está haciendo Señal Colombia para obtener estos resultados?

La historia comenzó en 2004 cuando se liquidó Inravisión (Instituto Nacional de Radio y Televisión), entidad que, entre otras, desapareció por razones económicas y por su rezago tecnológico. Esta coyuntura sirvió para pensar que Señal Colombia, en una época llamado canal 11 o canal 3, debía cambiar. Una de las primeras decisiones fue no tener equipos bajo su supervisión, ni contar con estudios y, mucho menos, hacer producción. El propósito sería buscar contenidos y tercerizarlos. De paso, se fortalecería también el sector audiovisual del país.

Esta política necesitaba un garante que velara por los intereses del canal cuando se encargaba un programa. Así se estableció, a imagen y semejanza de la BBC, el modelo del productor delegado, figura que hace cumplir un manual de producción del canal, en el que prevalecen unas condiciones claves: identidad nacional, pedagogía, construcción de ciudadanía, calidad audiovisual, información de interés local y global, y el buen uso de los recursos públicos.

En 2011, Señal Colombia dio otro paso al meterse en el mundo de la coproducción en el que aportaría hasta el 70 por ciento del costo de un proyecto. Estas decisiones le dieron un impulso a sus programas.

La fórmula del éxito del canal, según explica Paula Arenas, su asesora de contenidos, es hacer programas que no pierdan vigencia y calidad; programas que las audiencias disfrutan y pueden ver muchas veces, que se venden o intercambian con otras televisiones públicas de América Latina y que participan con muy buenos resultados en festivales nacionales e internacionales.

Otra razón es que el canal visibiliza las minorías y muestra un país diferente al de los otros canales. Y un argumento definitivo es que si no hay creatividad, mueren.

La realidad de los canales privados en cierta forma ayuda. Según el crítico de televisión Omar Rincón, estos no innovan porque les va bien así como están: “El negocio es perfecto: se hace poco y con eso basta. En un paisaje de monotonía, Señal Colombia es un lugar donde es posible pensar y hacer otros formatos y otras estéticas”.

El canal, por ejemplo, se consolidó como el único que tiene una oferta nacional seria de programación infantil con ocho horas diarias para el segmento entre 5 y 12 años de edad. Y cuenta con Los puros criollos, un exitoso programa que con humor y autocrítica rescata la identidad cultural del país. Documentales como Leandro, el último juglar o Lucho también le han dado un sello.

En cuanto a audiencias, su aspiración es ser el canal más visto de la televisión pública, aparecer entre los cinco primeros de la nacional y ocupar un lugar dentro de los 20 canales incluyendo aquellos que se ven por televisión cerrada (cable o satelital). Por ahora, lo logra.

Ana Piñeres, vicepresidente de la casa productora CMO (que hizo La ronca de oro), cree que el momento de Señal Colombia corresponde a un esfuerzo no solo de hoy sino de años atrás en el que se destacan sus contenidos arriesgados. Y dice: “Ojalá se siga entendiendo que el canal no es solo para los discursos del presidente sino que también es un lugar de trabajo y de expresión artística”.

Pero no todo es color de rosa. Señal Colombia tiene un presupuesto para este año de19.403 millones de pesos, una suma que podría equivaler a lo que gastan RCN o Caracol en una sola telenovela de 100 capítulos. Esa cifra no es suficiente, como dice Santiago Rivas, el presentador de Los puros criollos: “Se necesitan más recursos para estar a la medida de nuestras ideas”. Los números tampoco son suficientes para el analista de medios Germán Yancés, quien cree que “es hora de ir pensando en alguna forma de tributación de las audiencias de los estratos altos para financiar la televisión pública”.

Además de la plata hay que entender que la Autoridad Nacional de Televisión (ANTV) obliga a que los recursos se vean reflejados en producciones al aire antes de un año. Un afán que, sin duda, podría afectar la calidad de un producto. Para Omar Rincón, en medio de todo hay un gran reparo; según él, Señal Colombia no es un canal, sino una suma de programas: “Por eso no tiene rutinas de programación, ni series que llenen franjas”.

Si los premios, el gremio y la crítica especializada avalan lo que hace Señal Colombia, el público, parece, no se queda atrás: por ahora celebran que la televisión pública ya no es aburrida. Y ese es un gran primer paso.