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LA GENERACION DEL RELEVO

SEMANA presenta a cinco de los pintores colombianos que a juicio de los conocedores están llamados a reemplazar a las grandes figuras del momento.

5 de mayo de 1997

A juzgar por las más recientes ediciones del Salón Nacional de Artistas la pintura no parece ser el plato fuerte de los creadores de la década de los 90. El arte conceptual, con toda su ilimitada gama de representaciones, se hatomado la imaginación y la mente de los artistas a tal punto que para muchos vanguardistas la pintura es una anacronía en el final de siglo. En medio de esta oleada artística caracterizada por las instalaciones y los performance ha crecido también una generación que no sólo le han apostado a la pintura con éxito sino que están llamados a ser los sucesores de los grandes artistas nacionales del momento. Si las obras de Fernando Botero, Alejandro Obregón, Antonio Roda, Santiago Cárdenas, Miguel Angel Rojas y Ana Mercedes Hoyos siguen poblando las cumbres de la plástica nacional, detrás de ellos está empujando un grupo de jóvenes pintores dispuesto a acometer el justo relevo generacional. Teniendo en cuenta su trayectoria, su posicionamiento en el mercado del arte y las alternativas de inversión, y luego de consultar a galeristas, críticos y coleccionistas, SEMANA eligió a cinco de los artistas con mayor proyección, entre quienes representan a esa generación destinada a conducir los caminos de la pintura colombiana en el próximo decenio. En la selección, como suele suceder en todas las listas, no están todos los que son. Al lado de Luis Luna, Luis Fernando Roldán, Carlos Salas, Catalina Mejía y Carlos Jacanamijoy, los elegidos por SEMANA, figuran artistas de la talla de Gabriel Silva, Carlos Salazar, Víctor Laignelet, José Alejandro Restrepo, Ana María Rueda, Germán Londoño y José Horacio Martínez, todos con notable trayectoria y buenas perspectivas en el círculo de críticos y coleccionistas.
En estas circunstancias, los cinco pintores seleccionados son apenas el ejemplo más elocuente de un grupo rico en propuestas pictóricas y con una solidez plástica que, sin duda, dará de qué hablar en los años sucesivos. Luis Luna, Carlos Salas y Luis Fernando Roldán representan los planteamientos más sólidos y maduros. Los tres rondan los 40 años y poseen suficiente trayectoria como para que la inversión en sus obras sea segura. Los otros dos, Catalina Mejía y Carlos Jacanamijoy, son más jóvenes y, según los especialistas, representan a aquellos artistas que se hallan a mitad de camino entre los planteamientos iniciales que llamaron la atención de los expertos y las resoluciones futuras que ayuden a madurar su obra. Pero más allá de las consideraciones pictóricas, lo cierto es que todos están moviendo el mercado y sus obras se han valorizado con el tiempo.SEMANA presenta a continuación un perfil de cada uno, así como las cotizaciones de sus obras desde que vendieron su primer cuadro.

Luis Luna

'Trato de crear accidentes dentro de la obra como suceden imprevistos en la vida cotidiana'.

Luis Luna es uno de los pocos pintores que no le tiene miedo a la belleza. Por el contrario, goza con ella, la hace lúdica en sus cuadros, compone con ella una fiesta del color y de la forma. Tampoco le teme al riesgo, a la experimentación, a apartarse del pincel para ensayar con otras técnicas, a invadir el lienzo de materiales ajenos a él. Pero sobre todo Luis Luna es un hombre que no le teme a ser pintor. "Decir que en esta época la pintura está revaluada es como asegurar que la pintura es el único medio de expresión", comenta ante la sentencia aniquiladora de los vanguardistas de los años 90. Y en realidad tiene sus propias justificaciones. La obra de Luis Luna es una de las más vitales y enriquecedoras de su generación. Educado como médico en la Universidad Javeriana, abandonó sin graduarse su profesión para dedicarse de lleno al estudio del arte. Primero en la Universidad Jorge Tadeo Lozano, donde participó en las tertulias lideradas por Beatriz González y frecuentadas por artistas como Doris Salcedo, José Alejandro Restrepo y expertos como Carolina Ponce; y más tarde en Berlín, donde llevó a cabo su posgrado. La medicina había sido dejada de lado, pero en cambio había nacido la pasión por los viajes, por el descubrimiento del mundo con datos de primera mano. Lugares como el Medio Oriente, el norte de Africa y el desierto estadounidense lo deslumbraron de tal manera que a partir de entonces su obra quedaría marcada en general por su espíritu itinerante. La ruta de la seda, La ruta del caucho, Arizona, Amazonas, son sólo algunas de las exposiciones que delatan su temperamento abierto a la vida y a las circunstancias en su trasegar por la existencia.Asociado por los especialistas con el expresionismo abstracto y _en sus inicios_ con el constructivismo del pintor uruguayo Joaquín Torres-García, Luis Luna empezó a tener también preocupaciones semánticas y en sus cuadros aparecieron las palabras, conceptos, trabajos que luego evolucionarían hacia su pintura actual, tan alegre y festiva como siempre. Los críticos coinciden en que a los 39 años Luna ha desarrollado una pintura sólida y determinante alrededor de la crisis de la pintura y las inquietudes sobre el desbordamiento de sus límites. Es una estética que escapa a la moda. "Luis Luna nos presenta la historia de lo contemporáneo sin riesgo a que el afán de la moda quede cerca, porque su mundo hace parte de un convencimiento más profundo: lo más importante es plasmar lo vivido", comenta Ana María Escallón. Quizás esa es la razón primordial por la cual Luna es uno de los pintores preferidos de los coleccionistas y de que su obra se venda igual de bien en Colombia que en Alemania, España y México.

Quienes tienen sus cuadros
-César Gaviria
-María del Rosario Sintes
-Banco de la República
-Coleccionistas de México, España y Alemania

Luis Fernando Roldán
'La primera crisis de la pintura sucedió con la aparición del alfabeto, luego pensar que desaparezca ahora es ingenuo'.
"Quiero llegar a un momento en que se entienda que cuando estoy pintando aquí, en este extremo del lienzo, no estoy pintando aquí sino allá, en el otro extremo del lienzo". Con esta frase, casi incomprensible para los no iniciados, resume Luis Fernando Roldán su oficio como pintor. Abstracto por excelencia _con algunos viajes al arte conceptual y a la experimentación con los objetos pero siempre como un cuestionamiento dentro de la pintura_, Roldán se acerca a la tela virgen con la convicción de que pintar no sólo es una exploración del arte, sino de la vida, y sobre todo, de las experiencias de la vida. Nacido en Cali en 1955, Roldán comprendió pronto que toda pintura, aun la más realista, es abstracta y, tal vez motivado por esta idea, comenzó a trazar los caminos pictóricos que hoy lo califican como uno de los representantes más importantes de su generación. Después de estudiar arquitectura en Bogotá, anduvo por París durante tres años aprendiendo historia del arte y grabado en madera. Entonces sus circunstancias matrimoniales lo llevaron a trasladarse a Milwaukee, Estados Unidos, ciudad que lo acogió por 12 años y tal vez no de la mejor manera. El frío de Milwaukee y, en general, la falta de identidad de aquella urbe impersonal y casi estéril marcaron buena parte de su carácter, incluso el pictórico. En Estados Unidos inició y desarrolló su carrera, que alternaba con exposiciones frecuentes en Colombia, hasta que decidió regresar e instalarse definitivamente en Bogotá hace tres años. Su obra lo ha hecho conocer, además de Milwaukee, en exposiciones como la Biblioteca Pública de Chicago, en 1991, y la Feria Arco, en Madrid, el año pasado, el mismo en que ganó el primer premio del XXXVI Salón Nacional de Artistas con su obra Calendario.Su manera de arriesgar, de ir ensayando sin caer en las mieles del triunfalismo, de indagar sobre la pintura como problema y sus diferentes miradas, así como sus referencias a la historia del arte y su rigurosidad a la hora de abordar su trabajo, han hecho de Roldán un artista maduro. Su obra ha alcanzado la solidez suficiente como para que, según el galerista Luis Fernando Pradilla, sea una buena inversión, mientras críticos como Carolina Ponce de León y Eduardo Serrano sostienen que precisamente esa experimentación consistente y juiciosa es la que lo ha hecho exitoso no sólo comercialmente sino en el contexto histórico del arte nacional.

Quienes tienen sus cuadros
-Alberto Casas
-Martha Isabel Espinosa
-Rafael Santos
-Irwing Tocker (coleccionista canadiense)
-Museo de Arte Moderno de Milwaukee

Carlos Salas

El caso de Carlos Salas es similar al de Gabriel García Márquez y, por supuesto, al de muchos de los artistas colombianos que viajan a probar suerte a Europa. Nacido en Pitalito, Huila, hace 40 años, su primera aspiración profesional fue la de ser arquitecto, pero jamás ejerció oficialmente. En compensación se fue a París, a comienzos de los 80, a estudiar en la Escuela de Bellas Artes. Allí el orden del día era la escasez de dinero; tanta que era frecuente el atraso en el pago del alquiler de la habitación donde vivía. Pero entonces a la dueña de la pensión le gustó su obra y en canje por un cuadro lo alojó durante cerca de 10 meses. Aunque él nunca quiso tomarlo así, pues no es de su estilo pensar en precios, mercadeo y temas similares, era la primera venta de su carrera, una carrera que habría de dar frutos mejores hasta ubicarlo en el grupo de los pintores más importantes de su generación.De todos los de su grupo es quizás el más firme contradictor del arte vanguardista y, en consecuencia, el más abnegado defensor de la pintura como lenguaje artístico. Aunque su obra ha llegado a involucrar la tercera dimensión y algunos de sus trabajos reflejan claramente su vocación de arquitecto, sus conceptos son los de un artista que ha encontrado en la pintura su máxima realización y, simplemente, no le interesa ensayar otros medios más efímeros.Sus obras, de gran formato la mayoría, están respaldadas por el hecho de haber obtenido el primer premio en un Salón Nacional de Artistas, por su proyección internacional y por la opinión de la crítica, alrededor de la cual existe un consenso generalizado sobre su calidad como artista en su aproximación a la problemática del arte contemporáneo. Sin duda se trata de uno de los más serios intérpretes de la pintura en la actualidad. Y a pesar de que sus cuadros no son nada fáciles de digerir por el público común, también ha logrado forjar un buen mercado, siguiendo los parámetros de Picasso: "El pintor malo pinta lo que vende, el pintor bueno vende lo que pinta". Quizás por eso los coleccionistas aseguran que se trata de una de las mejores inversiones.

Quienes tienen sus cuadros
-William Wigthman
-Luis Carlos Sarmiento
-Felipe Santos
-Chabeli Iglesias
-Eduardo Vargas

Catalina Mejía

'Me gusta la pintura porque me interesa lo que transmite: un estado, una forma de pensar, un instante sin desarrollo en el tiempo'.

Tal vez las primeras láminas que Catalina Mejía contempló como objeto artístico fueron las fotografías de su padre, reproducciones en blanco y negro que él mismo revelaba. No se dio cuenta entonces, pero su relación con la fotografía sería fundamental en su formación artística. Recién graduada de bachiller había ingresado a la Universidad de los Andes a estudiar arquitectura, pero sus pretensiones le duraron apenas dos semestres. Para esta bogotana estaba claro que lo suyo era la pintura. Comenzaba la década de los 80 y la pintura también iniciaba un nuevo reinado luego del auge del arte conceptual de los 60. Las llamadas 'instalaciones' y los juegos artísticos como el performance eran todavía una rareza en Colombia y, en cambio, Catalina contaba con algunos de los más reconocidos pintores de su generación como profesores. Uno de ellos fue Miguel Angel Rojas, quien se encargó de motivarla para encontrar su propio lenguaje. Se decidió entonces por la abstracción antes de viajar a Nueva York a especializarse. Allí tuvo lugar un acontecimiento que la marcaría de por vida: su encuentro con Luis Canmitzer, uno de los artistas más notables de Latinoamérica. El pintor uruguayo la inquietó con una serie de preguntas que Catalina jamás se había preocupado por responder: ¿Qué buscas con tu pintura?, ¿a qué público te diriges?, ¿qué lectura debe haber de la obra? A partir de entonces la abstracción comenzó a buscar un tema y luego un concepto. De vuelta en Bogotá, su experiencia estadounidense tomó forma, tanto que en 1992 ganó el Salón Nacional de Artistas con un cuadro que terminó vendiendo en un millón de pesos y que marcaría el comienzo de su ascenso. La pintura de Catalina Mejía, de claro corte conceptual para muchos críticos, está marcada por la presencia de la fotografía y _en particular_ de objetos cotidianos fuertemente evocativos. Generalmente trabaja en acrílico sobre lienzo y en blanco y negro (otra herencia de la fotografía) y en sus cuadros intenta encontrar el equilibrio entre lo mecánico y lo manual. A los 34 años Catalina Mejía se perfila como una de las mayores promesas de la plástica nacional. Su trabajo ha viajado por ferias internacionales como Arco, en España, y Fiac, Francia. Aunque especialistas como Carolina Ponce y Ana María Escallón coinciden en que su obra es irregular, todos están de acuerdo en que es una pintura honesta y sin vicios. A pesar de que su trabajo se halla todavía a mitad de camino, galeristas y coleccionistas apuestan porque su obra alcance la madurez que la ubique como una de las pintoras más importantes de su generación.

Quienes tienen sus cuadros
·Felipe Santos
·Christian Toro
·Joaquín Lorente (coleccionista español)
·George Zelenka (coleccionista panameño)


Carlos Jacanamijoy

'No hay nada que me importe más en el arte que bucear en mi cultura'.

A sus 33 años Carlos Jacanamijoy Tisoy está comenzando a probar las mieles del éxito. Sus cuadros, atractivos y simbólicos, han llamado la atención de coleccionistas, críticos y particulares, unos inspirados quizás en la nitidez estética de su obra, otros llevados tal vez por el talento de un artista que ha sabido plasmar en el lienzo toda la riqueza mitológica de su cultura. Nacido en el Putumayo y graduado de la facultad de bellas artes de la Universidad Nacional, Jacanamijoy es integrante de la comunidad indígena Inga y, como tal, ha intentado recrear con el pincel toda la simbología de la selva, toda su magia o su mitología, según se la mire, o en las propias palabras de Jacanamijoy, "el espíritu de la selva" que circunda el territorio de sus ancestros. Para el crítico Eduardo Serrano, "la pintura de Jacanamijoy hace recordar el surgimiento de pintores como Francisco Toledo en México, alrededor de los cuales lo importante es la carga cultural que está inmersa en la obra. Jacanamijoy ha logrado el sincretismo entre el pensamiento de la cultura occidental y las sensaciones de los ingas. Ese es el secreto de su éxito".Un éxito que a tan corta edad y sin la madurez suficiente puede convertirse, según los mismos expertos, en un riesgo. La mayoría de los críticos, entre ellos Carolina Ponce de León, Ana María Escallón y Germán Rubiano, coinciden en que si bien se trata de un pintor talentoso, su elevada cotización se debe más a las circunstancias del mercado que a una propuesta contundente. El propio Eduardo Serrano y el coleccionista Eduardo Vargas temen que demasiada comercialización termine por apartarlo de sus planteamientos artísticos iniciales en un momento en que se encuentra a mitad de camino hacia su madurez. Sólo el trabajo de los próximos años determinará si galeristas y coleccionistas dieron en el clavo al apostar por un buen pintor que apenas se encuentra en etapa de formación.Por el momento Jacanamijoy ha demostrado ser un pintor talentoso y de mucha energía en el manejo del color, al punto de haber sido seleccionado el año pasado para hacer parte del tradicional calendario Propal y de causar un fuerte impacto en los medios periodísticos. El público tendrá oportunidad de observar su obra con detenimiento en su próxima exposición individual, que se llevará a cabo en mayo en la galería Garcés Velásquez, de Bogotá. Quienes tienen sus cuadros
-Andrés Pastrana
-Elkin Patarroyo
-Eduardo Vargas
-Andrés Hoyos
-Banco de la República