Home

Cultura

Artículo

LA GUERRA FRIA

Un gringo demuestra que las novelas de espionaje no pasan de moda.

25 de diciembre de 1989

La nueva novela de Larry Collins (ex compañero de Dominique Lapierre en investigaciones y aventuras para escribir libros entretenidos como "¿Arde París?", "Esta noche la libertad", "O llevarás luto por mí", "Oh, Jerusalén" y "El quinto jinete") tiene un prólogo que sirve también de advertencia para el preocupante tema desarrollado en las páginas siguientes: "A principios de este siglo, Santiago Ramón y Cajal dijo que la hazaña suprema del hombre sería la conquista de su propio cerebro. Hoy nos encontramos en el umbral de esta conquista. Allí nos aguarda un mundo de maravillas y misterios, de esperanzas y promesas, una hazaña que rivalizará con las conquistas del espacio y del átomo. Pero, como han demostrado estos logros, cada uno de los grandes avances del hombre no sólo ha supuesto un bien sino también un peligro potencial por su posible utilización para el mal. El conocimiento es, al fin y al cabo, la verdadera Caja de Pandora".

¿Cuál es el tema de "Laberinto"? Cuando le hacen esa pregunta, Larry Collins cuenta una anécdota simpática que revela hasta dónde pueden llegar los logros ficticios y no ficticios de su nuevo libro, el segundo que escribe solitariamente después de su novela "Juego mortal":

"Yo sabía que el entonces director de la CIA, señor William Casey, había leído mis libros y había recomendado mi novela anterior a algunos de sus amigos. Le pedí una cita; a pesar de estar ya muy enfermo y muy ocupado me recibió en su despacho en las afueras de Washington. Duramos unos quince minutos tomando café, hablando de temas corteses e intrascendentes hasta cuando Casey se arrellanó en su sillón y me preguntó qué podía hacer por mí, a qué se debía realmente el honor de mi visita hasta su despacho. Entonces lo miré a los ojos y le pregunté:

--Señor Casey, ¿qué posibilidades existen realmente de modificar el comportamiento del ser humano, a distancia, por medio de aparatos electromagnéticos? ¿Es cierto que la CIA y la KGB están trabajando desde hace varios años en proyectos similares que buscan controlar la mente humana, sin necesidad siquiera de acercarse físicamente a las personas? ¿ Qué puede usted contarme sobre este tema? Entonces, el hombre enfermo, que había sido muy amable hasta ese momento, cambió de color, vi que sus manos temblaban, se levantó de la silla y me respondió duramente:

--Señor Collins, sobre ese tema no espere que le diga ni media palabra. Es más, creo que el tiempo disponible para su entrevista ha terminado".

Por supuesto, la evidente descomposición anímica de William Casey le indicó al investigador que hay en Collins que debía seguir presionando al escritor que también hay en él durante más de cuatro años viajó, habló con ex funcionarios de la CIA la KGB, estuvo en Moscú (lo mismo que John Le Carré para "La casa Rusia"), leyó centenares de conferencias y estudios científicos, habló con físicos y químicos, hurgó en archivo secretos, descubrió que mucha gente prefería no hablarle sobre este tema, del control a distancia de la mente humana y eso le hizo sospechar que el material que estaba recogiendo era más peligroso de lo que había pensado en un principio. Reunió un equipo con especialistas que estaba a su lado mientras redactaba este libro (¿podría ser llamado novela?), que se lee de una sentada.

Larry Collins ha continuado con los métodos, el lenguaje y los alcances literarios, científicos y periodístico que convirtieron sus libros trabajado con Dominique Lapierre en auténticas pruebas para la voracidad del lector quien, en un momento determinado, se siente arrastrado por esa corriente tremendista de datos nombres, fechas, lugares y confrontaciones históricas, verdaderos, irrefutables, todo eso mezclado con la imaginación del escritor. Y "Laberinto" es eso, una simbiosis amena, entretenida, de posibilidades científicas, políticas y militares sobre los logros alcanzados por Washington y Moscú para dominar al ser humano por medio de una serie de experimentos terribles, experimentos que ya en otras épocas de la Historia han tenido lugar, con otros métodos menos sofisticados.

Lo que nadie duda es que tanto la CIA como la KGB han estado trabajando en la manipulación del ser humano, mentalmente, desde hace muchos años, y algunos científicos que lograron escapar de ambas organizaciones le dieron a Collins todo el material auténtico que necesitaba.

Ahí están los dos protagonistas de la obra: Art Bennington, uno de los funcionarios de la CIA, y su enemigo natural, aparentemente, Iván Feodorov, el presidente de la KGB; entre los dos ponen en marcha la diabólica maquinaria, que no es de ahora, que responde a uno de los deseos más antiguos del hombre, la dominación de la voluntad ajena por medio de manipulaciones supuestamente invisibles. Que un escritor como Larry Collins lo describa de manera tan minuciosa en un libro, que ya se convirtió en best seller antes de haber aparecido en las vitrinas de las librerías, ya es demasiado significativo.--