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| Foto: Archivo particular

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La historia de las flores más tradicionales para los silleteros

Hace 60 años, cuando empezó el Desfile de Silleteros en Medellín, las flores eran más escasas y los campesinos tenían que recorrer grandes distancias para conseguirlas. Hoy esta labor se ha convertido en un fuerte renglón de la economía.

5 de agosto de 2017

Los silleteros de Santa Elena se hicieron famosos en Medellín porque eran casi los únicos de todo el departamento que llegaban el día de mercado a la capital con sus canastos llenos de flores. Como los demás —los que llegaban del suroeste o del oriente más lejano—, también cargaban algunas verduras, alguna gallina amarrada de las patas, huevos de yema roja, pero de esa ebullición que para entonces eran los días de mercado para los paisas, eran los campesinos de Santa Elena quienes vendían las flores que iban a parar a las salas de las casas, a las habitaciones de los enfermos, a los cementerios. En el anuario estadístico de Medellín de 1947, se registró que a la plaza de mercado habían entrado en todo el año 34.514 silletas, casi 100 por día. Y el negocio, la manera de vivir, se convirtió en tradición. 

Aristides de Jesús Ríos —72 años, habitante de la vereda Pantanillo de Santa Elena— recuerda que cuando tenía nueve años se dio cuenta de cuán difícil era conseguir una flor. Tenía la idea un poco industrializada de que las flores estaban todas juntas en un gran cultivo. Se imaginaba hectáreas y hectáreas de margaritas, o de siete cueros. Sin embargo, aquel día de sus nueve años salió con su hermano mayor a conseguir flores para vender en el mercado de Medellín y se enteró de que la recolección era un combinación de camino y azar: “Había que ir caminando hasta el alto de las palmas y uno iba recogiendo las flores que se iba encontrando, lo que iba dando el camino. El camino era tan largo que teníamos que llevar fiambre. Cuando volvimos, una señora nos preguntó si las flores eran para la Santísima Virgen y mi hermano le contestó que él no sabía, que sólo sabía que eran para vender. Ese era el trabajo”.

Las historias de Aristides son famosas, algunos le dicen el Juan Valdez de las flores. Ha participado en todos los desfiles de silleteros y es testigo del cambio de la industria de las flores; en su niñez vio crecer las flores silvestres, sin necesidad de invernaderos, “porque ahora hay unas que sólo crecen encerradas porque modificaron las semillas”. Aristides es uno de los dueños de la finca silletera el Chagualo, una de las 17 que en Santa Elena conservan la tradición y cuya economía se basa en el cultivo de flores y en la visita de turistas, en su mayoría extranjeros que se sorprenden hasta con lo más mínimo.

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En el libro que cuenta los 60 años del desfile de silleteros dice: “Junto con los productos tradicionales, los campesinos de Santa Elena también habían traído las flores. Al comienzo tímidamente, en canastas cargadas en la mano, en las que pascuas, pensamientos, rasos, violetas, alelíes y dulcenones, todas las flores silvestres, pasaban del campo a decorar las casas de las doñas de la ciudad. Pero la demanda fue creciendo, hasta que se convirtió en una necesidad extender los cultivos de flores y adaptar cargadores y silletas, de manera que se pudieran transportar distintos tamaños, variedades y colores, conservando sus tallos”. De esa manera los campesinos de Santa Elena eran conocidos por la venta de flores y, muchas veces, por hacer arreglos florales para las iglesias y las tumbas.

Cuenta Aristides que en esa época las flores no eran tantas como ahora, las más populares eran las dalias, las margaritas amarillas y las crepas, la estrella de belén, el agapanto azul, las tritomas, los siete cueros rastreros, la orquídea rastrojera, el calanchón, las hortensias y la cecilita. “Las otras flores aparecieron luego, con la tecnificación, con los invernaderos. En esta finca conservamos la silleta tal cual fue y las flores tradicionales, aunque también tenemos las nuevas. Nosotros vivimos de esto, tenemos contratos con floristerías y les proveemos, otros familiares silleteras sí bajan cada día a la Placita de Flores para vender el producido".

Por estos días de Feria de Flores, uno de los planes que más frecuentan los turistas y los locales es subir a Santa Elena y conocer las fincas, conocer cómo se cultiva una flor, cómo se arma el ramo de una tradición que se celebra cada año. 

Un buen negocio

Según el Dane, hoy Antioquia es el segundo departamento productor y exportador de flores en Colombia. El sector floricultor colombiano en el año 2016 exportó un total de 1.312,26 millones de dólares, de los cuales Antioquia participó con el 21 por ciento (276 millones de dólares).

Estadísticamente, para el primer semestre de este año, se han exportado $785,7 millones de dólares, un 3,5 por ciento más que en el mismo periodo del año pasado. 

En contexto:El desfile de silleteros cierra a todo color la Feria de Flores de Medellín 

Esta es una industria fuerte y que crece, pues según Asocolflores, a nivel nacional la floricultura genera 130.000 empleos formales. Y la cantidad de hectáreas dedicadas a la producción es de 7.335, de las cuales el 30,6% están ubicadas en Antioquia, generando 17.500 empleos directos. Y eso que las flores que se ven en Medellín y en esta Feria de Flores son pocas, pues se estiam que el 95 por ciento de la producción se va para el extranjero, el mismo Aristides reconoce que las semanas previas al Día de San Valentín, celebrado por los estadounidenses, son las más pesadas en trabajo. 

Los floricultores Antioqueños este año para la Feria donaron 600.000 tallos a la Feria, y aunque la Alcaldía paga su participación en el Desfile, esto tallos son valorados por Asocolflores en 266.000 millones de pesos.