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LA INVASION DEL ESPACIO

Un fenómeno urbano con las dos caras de la moneda.

3 de marzo de 1986

Ha sido habitual que nos escandalicemos ante la invasión de terrenos por parte de grupos venidos del campo, o que tienen ya una cierta tradición de vida en la ciudad; grupos humanos evidentemenie pobres y destituidos. También ha sido usual que ante esos hechos las autoridades manden sus fuerzas represivas para controlar la situación y expulsen a los invasores de los predios ocupados. Estos actos por parte de las gentes de escasos recursos, sin embargo, han servido para configurar importantes y significativos sectores de nuestras actuales ciudades desde hace más de 50 años, y se han responsabilizado de la existencia de algunas de las más características figuras urbanas y artísticas de la cultura colombiana actual.
Pero existe entre nosotros otro tipo de invasión que da consuetudinariamente y que no parece causar mayor reacción ni en la ciudadanía ni en las autoridades. Invasiones, estas otras, resultantes del egoísmo y despreocupación de empresarios privados, quienes con sus actos entorpecen la urbe, sin hacerle mayores aportes. Ellos se toman el derecho de ocupar espacios dedicados al uso comunitario cada vez que tienen que llevar a cabo cierto tipo de actividades, sobre todo de construcción.
Así, uno de los espectáculos degradantes al cual nos hemos ido acostumbrando por inercia y por progresiva insensibilización es el de andenes y calles ocupadas por arrumes de materiales que interrumpen el paso del peatón o aun de los vehículos y que hacen que ciudades colombianas como Bogotá se ensucien cada vez que llueve, en vez de limpiarse, pues la arena y otros desperdicios corren con el agua y tapan cañerías y sistemas de alcantarillado.
Desde hace más de dos meses una de esas invasiones se ha venido desarrollando en el parque del barrio Acacías, en la calle 70 entre carreras primera y segunda. Allí, la firma Megacorp comenzó la construcción de un inmueble y de manera unilateral y abusiva, con la sorprendente aprobación del Procurador de Bienes del Distrito, decidió montar su campamento de trabajo precisamente en el parque que está "cómodamente" situado justo al lado del lote de la obra. Sobre el parque se botaron tierras y escombros y se organizó el estacionamiento de volquetas; la bella pendiente se niveló para acumular materiales de contrucción y se le asigno la función de sitio de descargue, almacenamiento y figuración del hierro. Esto ha causado una serie de inconvenientes tremendos. Los detritus arrojados alcanzaron a tumbar un poste de la luz que dejó sin energía al sector durante un día completo, se ha generado además el deslizamiento de tierras desde la parte posterior de los predios situados arriba, sobre la carrera primera y, en definitiva, se ha procedido a destruir sistemáticamente el parque. También la empresa Ahorramas, sin saberse si lo hizo en connivencia con los constructores, alegremente instaló allí, en medio del espacio público, una gran valla publicitaria sólo retirada luego de la enérgica protesta de los vecinos, colaborándole a Megacorp en el proceso de saquear el patrimonio general para obtener una rentabilidad a todas luces ilegal.
Esta serie de atentados, perpetrados por un grupo de gente acomodada contra otro conjunto de sus pares, ha generado la evidente indiferencia de las autoridades correspondientes, quienes hasta ahora no han intervenido en modo alguno para defender los derechos de los usuarios y obligar a los invasores a comportarse como entidades y personas civilizadas.

EL PARQUE ARMANDO PUYANA EN BUCARAMANGA
Aunque la situación recién descrita es característica de la gran mayoría de actos privados contra el espacio público en las ciudades colombianas, en Bucaramanga se acaba de inaugurar el parque Armando Puyana, donación de la empresa Urbana. Dicha entidad contrató y financió al artista Jorge Iván Arango, para que ejecutara un gran mural sobre uno de los costados del nuevo centro comercial, Cañaveral, que da, precisamente, sobre una de las más importantes vías circunvalares de la capital de Santander. Sobre esa culata ahora aparecen hormigas colonas, avispas, garzas, pájaros y plantas de toda índole, en escala y claridad suficientes como para incidir sobre el tráfico vehicular y su velocidad.
Realizado con una técnica diseñada específicamente para las grandes dimensiones de la obra y su localización a la intemperie, se hizo con pedazos de cerámica cortados, coloreados y vitrificados a la manera de un gigantesco mosaico. Su tema es la naturaleza referida específicamente a los microclimas santandereanos y las múltiples interrelaciones entre distintos tipos de animales y plantas, lo cual le da un sentido didáctico y simbólico de consideración. Sus vivos colores describen las figuras principales para hacerlas decorativas y legibles, mientras que en los espacios neutros se da la oportunidad de segunda lectura a corta distancia cuando en ellos se descubre la presencia, casi imperceptible al principio, de otras figuras menos importantes, pero también significativas, que surgen casi misteriosamente.
Al pie del mural deberá aparecer un grupo de plantas, especies nativas y típicas de la región, todas debidamente identificadas a la manera de un pequeño jardín botánico. Así el desarrollo de este parque con gradería que servirá de desembarcadero para el publico que llega en bus, configurará un espacio público no muy grande, pero hermoso, ademas de enriquecer la conciencia que los bumangueses ya tienen al respecto del civismo de su ciudad, y su contribución al paso de la gente por la calle, la plaza y los espacios ampliamente compartidos. Más allá de las calidades artísticas intrínsecas del mural en cuestión, hay que destacar la voluntad de esta empresa privada para hacer un aporte a la comunidad.