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LA INVOCACION DE LA MUSA

¿Existe una definición adecuada de la relación entre el arte y la vida?

11 de julio de 1983

Lo Diosa Blanca, de Robert Graves. Alianza Editorial, 2 volúmenes. 710 páginas. 1983.
Es vano intentar una presentación favorable de la obra de Robert Graves. Tiene Graves ya un lugar privilegiado en el horizonte literario; es uno de los grandes del siglo XX. Conocido mayormente por sus novelas históricas "Yo Claudio" y "Claudio el Dios y su esposa Mesalina" y menos conocido entre nosotros por su obra poética, Robert Graves ha escrito también importantes ensayos como "Siete días en la Nueva Creta" y "Los dos nacimientos de Dionisios y otros ensayos". La obra del poeta inglés no es voluminosa, pero es vasta y definitiva. La Diosa Blanca, obra que apenas este año fue editada en español, pertenece al último género aludido. La Diosa Blanca es la luna, o sea, la Musa, quien rige los designios y preside los misterios de la poesía. La exposición de Graves bascula entre estos dos extremos: por una parte está el problema de los orígenes de la poesía y la determinación de los principios activos de la magia que la rige; y por otra parte la presentación, relación y comentarios que suscita el eje central de la obra: una colección de poemas épicos galeses del siglo XIII. El interés por este ciclo poético medieval no es episódico; Graves encuentra allí la culminación del arte poético arraigado en la antiguedad, es decir, de sus origenes míticos. En esos poemas galeses de extraordinario valor literario el historiador inglés encontró que las claves que se hallaban ocultas ingeniosamente, eran las del antiguo secreto del arte poético. Pero ese arte se había extinguido a principios del periódo minoico cuando, bajo las invasiones asiáticas, Europa meridional sufrió un cambio en su organización social y se sustituyeron las instituciones matrilineales por las patrilineales desencadenando así falsificaciones en sus mitos, para justificar, precisamente, tales modificaciones. Las nuevas costumbres ya esbozadas son consolidadas por los primeros filósofos griegos, invocando la nueva religión de la lógica, y denegaron el lenguaje del mito que era, en su origen, un lenguaje de vínculos mágicos, invocaciones festivas y ceremonias a la diosa lunar. Bajo la nueva influencia en Grecia se elaboró un lenguaje poético racional en honor del Dios Apolo (opinión que ha prevalecido bajo la denominación de clasicismo). Ni Sócrates ni Platón sintieron simpatía por el arte ni por la poesía. Diseminado en la obra de Platón se encuentra el testimonio de la repudiación de Sócrates; y la suya propia -la de Platón- se expresa en forma de severas críticas y burlas. La inteligencia socrática estaba disciplinada para "obrar" científicamente, para "rechazar todas las opiniones que no se pueden explicar" . Los poetas que en la época presocrática habían recorrido el mundo como propagadores de los conocimientos teológicos y que fueron venerados como profetas y sabios, ahora eran objeto de burlas y persecución.
Desde las más antiguas teogonías existe la creencia de que tanto las fuerzas creadoras como las fuerzas destructivas hacen parte del hombre y de la naturaleza. Este equilibrio sostenía al mundo dentro de una constante y fluyente armonía; pero la tension del alma griega rompió violentamente esa fundamental concepción del mundo al introducir al dios Apolo, dios de la razón y de la masculinidad, presidiendo el Olimpo. Volver la espalda a la diosa Luna, que inspiraba al mito poético, era como la cesación de aquello que antes se exigía al hombre: rendir culto a la mujer en un homenaje espiritual y sexual. Robert Graves parece afirmar entre líneas que el malestar de nuestra civilización tiene allí sus orígenes; o sea, en la presencia subordinada de la mujer en los destinos del mundo. El llamado amor platónico no fue más que la evasión del filósofo del poder de la diosa para entregarse a la homosexualidad intelectual que era realmente el amor socrático. Cuando Nietzsche impugna a Sócrates ¿no lo hace acaso porque descubre en ello la representación viva del "tipo decadente" donde encuentra los primeros síntomas de la disolución griega? No existe probablemente una definición satisfactoria de la relación entre el arte y la vida. Una definición negativa sería aquella fórmula platónica según la cual el arte sólo concierne a los resultados de su consumo. Robert Graves, haciendo implícita la posibilidad de una respuesta constitutiva, nos propone una interrogación sencilla.
Graves pregunta "¿ Cuál es la utilidad o la función de la poesía en la actualidad?" y responde: "Lafunción de la poesía es la invocación religiosa de la Musa, su utilidad es la mezcla de exaltación y de horror que su presencia suscita". La mención de la palabra Musa, al lector ordinario lo conduce directamente a un contexto arcaico, a un anacronismo mudo; pero Graves insiste: "¿En la actualidad?" y afirma: "la función y la utilidad de la poesía siguen siendo las mismas; sólo la aplicación ha cambiado. Esta era en un tiempo una advertencia al hombre de que debía mantenerse en armonía con la familia de criaturas vivientes entre las cuales había nacido, mediante la obediencia a los deseos del ama de casa ahora es un recordatorio de que no ha tenido en cuenta la advertencia".
Tal recordatorio estaría indicándonos, en la tesis de Robert Graves, que en la armonía, restablecida por medio de la recuperación de esa adoración, no sólo está la magia poética errabunda en nosotros mismos sino también la felicidad que la expresa.
Como siempre, Graves señala al poeta como al profeta, como al visionario.