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La joven con el arete de perla

Una película brillante que narra la historia detrás de una pintura de Vermeer sin arruinar su gran misterio. ***1/2

Ricardo Silva Romero
17 de octubre de 2004

Título original: Girl with a Pearl Earring.
Año de producción:2003.
Director: Peter Webber.
Actores: Scarlett Johansson, Colin Firth, Tom Wilkinson, Judy Parfitt, Cillian Murphy, Essie Davis.

Tienen razón quienes dicen que La joven con el arete de perla es un milagro. Por cuenta de la asombrosa cinematografía del portugués Eduardo Serra, que recrea en cada fotograma el mundo que el pintor Johannes Vermeer veía en 1667, este largometraje admirable podría proyectarse cuadro a cuadro en la pared de cualquier museo del mundo. Y podría recibir elogios sueltos, frases como 'una de las mejores películas que ha llegado este año al país' o 'una prueba contundente de que la ficción puede llenar los espacios vacíos de una biografía', gracias al trabajo de un director enamorado de sus imágenes (un cinéfilo, Peter Webber, que estuvo en Colombia hasta hace unos días), a la presencia de una actriz capaz de mirar al vacío como si se estuviera tragando palabras urgentes y al rigor de un guión que cuenta el drama detrás de una pintura sin arruinar el misterio que vive en cada obra de arte.

La biografía del pintor Johannes Vermeer es aún hoy un relato lleno de episodios borrosos. Se sabe que fue bautizado en el lugar donde vivió toda su vida, Delft, Países Bajos, el 31 de octubre de 1632. Se han encontrado documentos legales que demuestran que se casó con Catharina Bolnes el 20 de abril de 1653, que entró a la sociedad de artistas de San Lucas el 29 de diciembre de ese mismo año y que muy pronto se convirtió en uno de los artistas más estimados de su tiempo. Pero la mejor prueba de su existencia son 35 pinturas veladas, más bien pequeñas, que han cruzado tres siglos sin revelar una palabra de su secreto original. La joven con el arete de perla, un óleo sobre lienzo de 1667, es una de ellas. Mide 46,5 por 40 centímetros. Y sólo es, si uno lo ve sin querer verlo, el retrato de una mujer que mira fijamente a quien la mire. No puede negarse, sin embargo, que cuando la tenemos en frente (como en esta misma página) sentimos que nos reclama algo a cambio de su único gesto. Que espera, triste o feliz, nuestra respuesta.

Fue eso, la espera de aquella mujer ambigua, lo que llevó a la escritora norteamericana Tracy Chevalier, en febrero de 1998, a buscar la historia detrás del retrato: muy pronto, cuando descubrió que nadie sabía nada sobre la modelo, se dio cuenta de que tendría que inventar ella misma la leyenda.

Y entonces creó a esa atormentada niña de 16 años, Griet, que se ve obligada a trabajar de sirvienta en la casa de los Vermeer. Y se atrevió a imaginar a un genio que recupera sus nervios cuando decide pintar a aquella criada adolescente, a una esposa católica que trata de ser firme con sus 11 hijos, a un joven carnicero que se conforma con ver pasar a la mujer que quiere, a un temperamental coleccionista de arte que recorre las casas de los artistas holandeses, a una suegra inconmovible que no va a dejar que nada se le salga de las manos, a todos los personajes, en fin, que han llegado intactos a esta sugerente película al óleo.