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LA MIRADA DEL OTRO

Basada en la novela del mismo nombre, la historia sexual de una mujer en crisis.

11 de enero de 1999

HH Director: Vicente Aranda Protagonistas: Laura Morante, Jose Coronado, Ana Obregón, Juanjo Puigcorbe, Miguel Angel García, Miguel Bose.
Siempre provocador, siempre en busca de una inquietante mirada del erotismo, el director español Vicente Aranda, el mismo de Amantes, ha tomado la novela de Fernando Delgado, La mirada del otro, como un nuevo pretexto para abordar su tema predilecto: el sexo y sus diversas manifestaciones en la siquis humana.
En esta ocasión se trata de una hermosa mujer ninfómana que tiene que enfrentar una profunda crisis de identidad. Como el mismo director la ha descrito, se trata de una película sin historia. Es más una instantánea de la protagonista, un retrato crudo de su mundo y sus circunstancias. Un fantasioso instrumento sirve de conector al espectador con el personaje principal: una especie de bola de cristal digital que hace las veces de cámara indiscreta y se convertirá en el sincero testigo de un gran cúmulo de confesiones ahogadas.
Después de haber hecho de Imanol Arias y Victoria Abril sus eternos acompañantes fílmicos, Aranda ha renovado el reparto y en la figura de la actriz italiana Laura Morante ha encontrado la intensidad que buscaba para su personaje: una mujer que vive en función del placer, incluso a pesar de ella misma y de todos los amantes de ocasión que pasan por su vida como objetos desechables. Al borde del abismo, en esa frontera existencial donde la culpa no tiene cabida sino para restregar las heridas de su propia sensualidad, transcurre su cotidianidad; una cotidianidad tan desapacible que amenaza con aniquilarla.
Aunque bien planteada en sus inicios, La mirada del otro cae pronto en el exceso, una particularidad que no tendría nada por reprochar si no fuera por esa cierta redundancia temática que no le permite cumplir con su cometido específico: escudriñar en el fondo de la sensualidad femenina para descubrir sus diversos mecanismos de defensa y sus propias justificaciones eróticas.