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LA MUERTE ES SUEÑO

Irrumpir en el sueño ajeno, novedosa arma mortal de la última película de ciencia ficción de la cartelera

6 de julio de 1987

El argumento de la película norteamericana "Sueños de escape" (realizada por un debutante, Joseph Ruben) parece tomado de una historia de Borges, Cortázar, Bradbury o el mismo Garcia Márquez: ya uno no puede dormirse tranquilo porque, en cualquier momento, un enemigo puede irrumpir en el sueño, no telepáticamente, no simbólicamente, sino fisicamente, provocando daño.
Eso es lo que ocurre cuando el presidente de Estados Unidos, preocupado por las permanentes pesadillas que lo acosan, decide firmar un pacto de no agresión con los soviéticos y un grupo de militares echa mano del arma mortal que, precisamente, un laboratorio está estudiando: cómo una persona puede irrumpir en el sueño ajeno, matando, sorprendiendo a todos con un recurso que hasta ahora era solo un argumento literario.

Ruben, un entusiasta de las peliculas de ciencia ficción, tiene actualmente en cartelera en Estados Unidos una película sangrienta, titulada The Stepfather en la cual narra con humor negro cómo un hombre buen mozo va de pueblo en pueblo casándose con viudas que tengan hijos pequeños y grandes fortunas, se gana la confianza de todos y cuando ya se sienté dueño del terreno entonces mata a las mujeres y los niños, se lava las manos y desaparece para repetir los mismos actos. Ruben forma parte de esta corriente de realizadores norteamericanos para quienes el terror, el suspenso, el miedo y, sobre todo, los efectos especiales o trucos (ahora manejados con computadoras sofisticadas que deciden en qué momento la mano del monstruo toca la ventana o en qué cuadro debe caer sobre la espalda desnuda de la muchacha la primera gota de sangre) representan los elementos vitales de un cine que se nutre del absurdo, de lo irracional, de las pesadillas de los espectadores.
Habría que pensar un poco en maestros como Wes Craven, Roger Corman y Brian de Palma para explicarnos un poco el regusto de este muchacho por este género.

"Sueños de escape" se mueve en distintas direcciones narrativas. Por un lado está el presidente norteamericano quien sueña con un mundo de vastado y grita y se despierta en medio del asombro de sus guardaespaldas mientras el militar de más alto rango prepara la celada ya citada.
Mientras un científico y su hermosa asistente trabajan en el laboratorio sobre este proyecto por el cual seres superdotados síquicamente logran introducirse a los sueños de quienes sufren graves desórdenes mentales.
Un niño, quien todas las noches sueña con un monstruo que lo acosa, présenciará mientras duerme cómo uno de esos enormes dragones es vencido (los efectos especiales y los dibujos son dignos de Lucas y Spielberg).
Cada sueño es como una breve historia, cada paciente que sufre de pesadillas es protagonista de su propia miniserie en la cual alguien llega y decide. Pero, el drama surge cuando el muchacho que en cierta forma recuerda a Uri Geller y quien ha renunciado a seguir usando sus poderes, descubre que no está solo, que debe enfrentarse a otro quien tiene su misma capacidad y es el encargado de destruir, provocar paros cardiacos y otros trastornos en los que duermen.

La historia es fascinante, está bien narrada, tiene su leve dejo político con la intromisión de esos militares y cuerpos de seguridad que son "halcones" con los soviéticos y tratan de manipular al presidente. Una de las escenas mejor logradas tiene lugar a bordo de un tren desbocado, con los dos telepáticos luchando por el sueño presidencial y uno de ellos, el malvado de la historia, gritándole al otro: "Puedes hacer lo que quieras, no se te olvide que estás dentro de un sueño".
Una frase digna de un personaje dormido. --