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La nueva cara

Mientras en Medellín se respira incertidumbre por el futuro de la Biblioteca Pública Piloto, Bogotá está de plácemes por la reapertura de la Biblioteca Nacional.

4 de septiembre de 2000

Muchas leyendas se han tejido en torno a la famosa Biblia del Oso. Fue perseguida por el régimen de Felipe II ante las alusiones que el libro hacía a las reformas luteranas e, incluso, estuvo a punto de ser llevada a la hoguera. La imagen de un oso que la identificaba fue suplantada por otros signos con el ánimo de salvarla y todos los apuntes y referencias manuscritas que la hacen única pudieron escaparse de la desaparición. La famosa biblia reposa en la Biblioteca Nacional de Bogotá. Es apenas uno de los 28.000 volúmenes que conforman la sección ‘libros raros y curiosos’ de esta institución que cuenta con más de 200 años de historia.

A partir del próximo 17 agosto, investigadores y lectores tendrán la oportunidad de acercarse nuevamente a los tesoros bibliográficos que alberga la biblioteca, luego de una remodelación que implicó casi un año de trabajo y 2.000 millones de pesos. La obra no sólo incluyó la instalación de modernas estanterías, nuevos depósitos para la hemeroteca ‘Manuel del Socorro Rodríguez’, la ampliación de las salas de lectura y de los espacios de acceso a los visitantes, sino también de un proceso de sistematización que permite una ágil consulta de todos los títulos, un aspecto que siempre fue criticado por los visitantes.

También se acondicionaron 169 puntos para la instalación de computadoras que estarán enlazadas con otros centros bibliográficos del mundo. Con la reapertura también se estará lanzando la página de Internet para facilitar la consulta de títulos. “La biblioteca es básicamente para adultos, es un centro de investigación. Nosotros no tenemos una consulta multitudinaria como la Luis-Angel Arango que, para fortuna nuestra, se ocupa de sectores escolares. No hay que mirar cuántas personas entran a nuestras salas sino cuántos libros están hechos sobre problemas de historia, de literatura o investigaciones históricas sobre cualquier tema. Nuestro fuerte es el patrimonio”, comenta Carlos José Reyes, director de la biblioteca.

Uno de los aspectos más preciados es la hemeroteca, conformada por todos los periódicos del país. El propio Reyes es consciente que la conservación de los ejemplares ha sido un dolor de cabeza puesto que muchos visitantes no pierden oportunidad de cortar alguna página o una fotografía de interés. “En este sentido seremos muy represivos”, agrega el director. La biblioteca también ha sido víctima de robos famosos como el ocurrido hace 15 años. Hacia 1936 el gobierno alemán donó a varias bibliotecas de Latinoamérica unos ejemplares de lujo que tenían a Hitler como protagonista. Los libros desaparecieron misteriosamente. Meses después algún usuario le comentó a Carlos José Reyes que había visto dichos ejemplares en la biblioteca de Rio de Janeiro. Reyes llamó y preguntó por los libros. El director le respondió que habían recibido en donación por el gobierno alemán unos ejemplares similares y que, curiosamente, desaparecieron al mismo tiempo que cuando ocurrió el robo en Bogotá. “Eso fue como una nube negra recogiendo los libros de los nazis”, comenta Reyes.

Para los investigadores los ejemplares que alberga la biblioteca son únicos pues ellos no sólo van detrás de un texto sino, tal vez, de una cita o un apunte de alguna personalidad que, en algún momento, tuvo los libros en sus manos. Libros que pasaron por hombres como José Celestino Mutis o José Antonio Galán. Con una cena de gala se reabrirán las puertas de este patrimonio nacional que muchos colombianos aún no han descubierto.