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LA NUEVA ESCRITURA

El apogeo cultural aleman tiene en Botho Strauss una nueva propuesta literaria

24 de noviembre de 1986

El resurgimiento vigoroso de la cultura alemana es un hecho hace tiempo consumado. En pintura y música, teatro y literatura, cine y ballet, Alemania hoy parece situarse en el frente de la vanguardia cultural europea. Los escritores y artistas alemanes han extraído nuevas fuerzas del pasado, superando el recuerdo de la barbarie nazi. El director de cine Werner Herzog lo expresó así: "Somos una generación que no ha tenido padres, pero sí abuelos". Se refiere es claro, a los artistas, escritores y directores de cine de la época del expresionismo alemán. De allí, hoy toma su fuerza, pero también de un pasado aún más remoto: del romanticismo.
A la nueva generación de directore de cine -Fassbinder, Herzog, Win Wenders, Schroeter, Alexander Kluge, Scholondorff- corresponde, en la escena literaria, una serie de escritores que va modificando, en esta década, el curso de las letras alemanas:
Peter Schneider, Magnus Ezensberger, Peter Handke y Botho Strauss. Ellos en una Alemania renovada renuevan también una tradición tutelar, la de Thomas Mann, Ernst Junger, Gunter Grass, Heinrich Boll: ya no la novela tradicional, burlesca y barroca, crítica y sombría, no más el relato novelesco, la intriga de personajes. Ahora la construcción literaria se desentiende de los problemas de la novela, y, así, los libros de Peter Handke y los de Botho Strauss -por ejemplo- ya no pueden encerrarse en un género preciso y determinado. ¿Novela, poesía, biografía, autobiografía, cuaderno de apuntes, diarios de viaje, reflexiones? Algo de todo esto. En esta dirección de la escritura, el libro de Botho Strauss "Parejas, transeúntes" -que excepcionalmente llegó a Colombia en la edición pulcra de Alfaguara- es verdaderamente ejemplar. El libro de Botho Strauss está compuesto por pequeños relatos y reflexiones, cosas vistas y oídas o vividas por el autor, al azar de las circunstancias y rememoradas bajo la luz de una escritura diáfana y precisa, que resulta tan deslumbrante que a veces recuerda al propio Goethe.
La visión penetrante sobre la vida y los seres que lo rodean, expuestos estos y aquellas, sin intriga ni rodeos, le dan a su escritura una consistencia preciosa. Es como si descubriéramos tras el rápido escrutiño de la mirada, lo esencial que mueve y transforma a parejas y transeúntes. Fragmentación y dispersión en un horizonte cultural y urbano en donde la cotidiana experiencia, tan punzantemente expresada, resulta demasiado compleja para ser entregada a las leyes de un relato convencional.