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La presencia de Nélida

Nélida Piñón es una de las voces más importantes de la literatura de Brasil. Muy pronto se publicará en Colombia su novela 'Voces del desierto'.

24 de noviembre de 2003

A las 4 de la mañana, en un pequeño pueblo de Cataluña, después de intentar ingresar en más de una ocasión a su correo electrónico durante la noche, la escritora Nélida Piñón pudo abrir el mensaje en el que la invitaban a Colombia a entregar los premios de Periodismo Simón Bolívar. Nélida aceptó de inmediato. Cuando les comentó a sus amigos y conocidos que iba a viajar a Colombia, no faltó quien le advirtiera que cómo se le ocurría ir a ese país, que no lo hiciera porque era muy peligroso. Ella no oyó razones, que provenían del miedo y del desconocimiento real de la situación, y confió en su intuición que le decía que todo iba a salir bien. Y así fue. Salvo un poco de agua que encontró la forma de filtrarse por el techo hasta el cuarto de su habitación en el hotel y el soroche por la altura que la afectó un poco, todo salió bien y la escritora brasileña, de 66 años, reconfirmó en Bogotá que los colombianos son unos de "los personajes más interesantes del continente".

Nélida Piñón es una de las escritoras más importantes de América Latina. Es autora de obras como Dulce canción de Caetana, La república de los sueños, El pan de cada día y Voces del desierto, su novela más reciente que será publicada en los próximos meses por el Grupo Editorial Norma. Su trabajo literario ha sido reconocido con los premios Juan Rulfo y Menéndez Pelayo. Este último, al que fue candidatizada por la embajada de España en Brasil, lo recibió este año y se constituyó en todo un suceso porque es la primera vez que una mujer y, además, una brasileña, es distinguida con este galardón. Pero Nélida ya está acostumbrada a ser pionera, a abrir camino. En 1996 fue escogida como la primera presidenta de la Academia Brasileña de las Letras. Por cuenta de todos estos atributos el también escritor Tomás Eloy Martínez le rindió un sentido homenaje al presentarla en su novela El vuelo de la reina como "una de las mujeres más inteligentes de Iberoamérica".

En el discurso que Nélida leyó en la entrega del premio Menéndez Pelayo la escritora se presentó como una "mujer, cosmopolita, aldeana y criatura de todas las latitudes". Lo de mujer no necesita explicación. Lo de cosmopolita se entiende al saber que nació en Río de Janeiro, que tiene ascendentes gallegos y que vive una parte del año en Miami, donde dicta la Cátedra Stanford de Humanidades. Lo de aldeana se hace evidente cuando cuenta que se ve obligada a escribir en su tierra porque necesita oír la entonación portuguesa, aunque igual trabaja en sus novelas en todos los lugares que visita. Y lo de criatura de todas las latitudes queda claro al oírla decir de viva voz que "le gusta la nostalgia gallega, su visión de lo sobrenatural. Galicia es muy original (.) Me gustan mucho los griegos, los hebreos, el principio del cristianismo (.) El concepto de un Dios único e invisible es muy atrevido, es una de las mayores revoluciones de la humanidad y la imaginación".

Al oírla se descubre una narradora neta, instintiva, que pasa con facilidad de un tema a otro, de la importancia del Museo del Oro para la identidad de América Latina salta al Oriente. Habla entonces de su próxima novela, que va a transcurrir en el siglo X en Bagdad, de los libros de historia española de los siglos XVI y XVII que está leyendo para prepararla, de Virginia Woolf, de las mujeres que tenían que escribir a escondidas, de la riqueza espiritual de Brasil, de la obsesión mercantil por el éxito que puede perder a los buenos escritores, y al final de sus palabras, se decanta esa sensación de que Bogotá fue una ciudad afortunada por haber tenido en sus calles, gracias a que Nélida se dejó llevar por su intuición en un pequeño pueblo de Cataluña, a una de las mujeres más interesantes de Iberoamérica.